El foco en las personas

En los últimos meses venimos asistiendo al despegue de la Inteligencia Artificial (IA) y en poco tiempo hemos visto el potencial de esta herramienta para una profunda transformación en el mundo. Con sus virtudes y sus defectos, claro está, como todo en esta vida. No en vano es que han salido varios de los referentes mundiales en el sector tecnológico a pedir un minuto, como en el básquetbol, para ver si se puede poner un poco de orden en este desarrollo y que salga mejor la jugada. Y vistos los antecedentes de lo que nos pasó con las redes sociales y la manipulación masiva a través del manejo de los algoritmos –ver el caso de la empresa británica Cambridge Analytica–, no parece nada desatinado el pedido. Y es que se trata de una herramienta mucho más poderosa y con potencial para inmiscuirse hasta en los mínimos detalles de la vida de una persona, resolviendo muchos problemas, seguramente, pero también con el potencial de generarlos.

Entre el 6 y 10 de marzo de este año se desarrolló en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, en Montevideo, el Encuentro Latinoamericano sobre Inteligencia Artificial, organizado por Khipu, una institución sin fines de lucro cuyo objetivo es promover y apoyar el intercambio de conocimientos y la colaboración de investigadores acerca de la IA en América Latina. Lo interesante de este encuentro es que a su término se emitió una declaración que permite tomar cuenta de una mirada diferente a la del mundo desarrollado, desde donde se promueve, y qué es lo que preocupa de este desarrollo tecnológico a quienes trabajan en tecnología y en especial en inteligencia artificial en Latinoamérica. Referiremos a ella no con el ánimo de suscribirla, sino de entender qué está pasando. Esta declaración, dirigida a la comunidad científica de la región, “busca incentivar a los gobiernos y al sector privado para que pongan la IA al servicio de las personas”, expresan. La declaración, cuyo manifiesto se organiza en varios puntos, comienza reconociendo “el potencial productivo de los sistemas de inteligencia artificial, así como los riesgos que conlleva su crecimiento irreflexivo”.

Expresan en el primero de los puntos que “las tecnologías en general y los sistemas de IA en particular deben ser puestas al servicio de las personas”, así como que “mejorar la calidad de vida, las condiciones laborales, económicas, de salud y de bienestar general deben ser nuestra prioridad”. Señalan además que la implementación de IA “debe cumplir con los principios rectores de los Derechos Humanos, respetar y representar diferencias culturales, geográficas, económicas, ideológicas, religiosas entre otras, y no reforzar estereotipos o profundizar la desigualdad”, algo en lo que la tecnología ha mostrado debilidad anteriormente.

Expresan los firmantes que, “desde su diseño, la IA no debe dañar a las personas y se debe minimizar su impacto ambiental. La evaluación y mitigación de riesgos e impactos debe ser parte del proceso de diseño y debemos implementar instrumentos para prevenir, detectar tempranamente e incluso suspender la implementación de tecnologías cuyos riesgos sean inaceptables”. Este es quizás uno de los desafíos más importantes y una de las razones por las que los expertos han pedido suspender momentáneamente su desarrollo.

Otro asunto abordado en la declaración es el del impacto de estas tecnologías en el empleo, “un tema ineludible”. A tal respecto consideran que “una mejora en la productividad debería tener un correlato directo en una mejora en las condiciones de trabajo y en la calidad del empleo, con especial atención a las poblaciones más vulnerables”, y añaden que “cualquier transformación del mercado laboral debe atender de forma prioritaria la problemática del desempleo y la precarización con medidas proactivas y efectivas”. Una preocupación que es compartida con los organismos internacionales especializados en materia laboral. Cabe señalar que a pesar de la amenaza que significan las inteligencias artificiales para muchas formas de empleo que conocemos hoy, hay en todo en ambiente un medido optimismo en cuanto a que habrá a la par que una destrucción, una generación de nuevos empleos relacionados con estos avances tecnológicos. Lo que no hay es certidumbre respecto a cuántos serán estos empleos y en qué momento irán apareciendo.

Otro aspecto a considerar de la denominada “Declaración de Montevideo”, refiere a la preocupación de los expertos latinoamericanos por la preservación de la diversidad cultural. Esta, sostienen, “debe ser tenida en cuenta en los procesos de diseño y entrenamiento de modelos de IA ya que el comportamiento humano está moldeado por contextos diversos”. Advierten que, “de lo contrario, existe riesgo de que se excluya y minimice el acervo cultural latinoamericano que reivindicamos”. Es por ello que entienden urgente “integrar cabalmente las particularidades de las culturas latinoamericanas en la creación de tecnologías de IA para la región; una creación pensada para y con los latinoamericanos, valorando su participación en investigación y desarrollo, y no sólo como meros productores de datos en bruto o anotaciones manuales con bajo valor agregado”. Consideran que es “imprescindible fortalecer la soberanía de los países latinoamericanos con respecto a las cuestiones estratégicas y regulatorias de la IA”, así como estiman “cruciales” los esfuerzos en la “formación de personas al más alto nivel y desarrollo de pensamiento crítico”.

Incluye la declaración una propuesta para “desarrollar criterios y estándares que nos permitan calificar estas tecnologías según sus riesgos de manera clara y transparente, para avanzar en políticas públicas que protejan el bien común sin obturar los beneficios del desarrollo tecnológico”, así como evaluar “cuál es el valor social que aporta y los riesgos que conlleva, con una mirada informada de la idiosincrasia latinoamericana” y “analizar y comunicar honestamente sus limitaciones, sin exagerar sus capacidades ni hacer promesas inconducentes”.

Los avances tecnológicos revolucionarios han sido los grandes parteaguas en la historia del mundo, pero tampoco sería la primera vez que una de estas grandes promesas queda por el camino. De una forma u otra, no estaría de más tomar nota sobre las preocupaciones que los especialistas de esta región están poniendo de manifiesto.