A 200 años del nacimiento de Alexander Ostrovski, el Florencio Sánchez de Rusia

Hace 200 años, un 12 de abril de 1823 nacía en Moscú Alexander Ostrovski, el gran dramaturgo que, a semejanza de Florencio Sánchez en el Río de la Plata, revolucionaría el Teatro Ruso del Siglo XIX en adelante.
Raúl Rodríguez, director del Taller de Teatro Paysandú destacó la trascendencia de Ostrvski y de su obra. “Al igual que en el caso de Florencio, Ostrovski pega el salto en calidad como dramaturgo de un teatro costumbrista a un teatro realista y de personajes vivos, con los cuales el público pudiera identificarse. El salto también es desde un teatro imitativo de las piezas francesas, escritas para una clase aristocrática, a obras fácilmente comprensibles para un público más popular. Sus personajes son los componentes de una clase en crecimiento vertiginoso: los comerciantes e industriales, desenmascarado sus hipocresías, su mezquindad, su mediocridad”.
Recordó Rodríguez que “Ostrovski comenzó estudios abogacía, los cuales no acabó, pero que le sirvieron para conseguir trabajo como empleado de las Corte de Justicia, y de Comercio, y aprovechar muy bien esa función al tener, como funcionario, participación activa en los pleitos sostenidos por esos comerciantes e incorporar allí a través de la observación, los futuros personajes de sus obras. También ese empleo lo llevó a participar en sendas excursiones por la región del Volga, recogiendo también allí materiales para sus dramas y comedias”.
También tuvo detractores, pues “fue combatido y censurado por esa labor de llevar a escena a los componentes de una clase, que podríamos llamar clase media para la época, lo que también lo emparenta con nuestro Florencio. Escribió más de cincuenta obras, siendo de las más destacadas, La pobreza no es un vicio, El diario de un pillastre, Un cuadro de dicha familiar, Negocio de provecho, El dinero loco, La sin dote, Cada uno en su puesto, y sobre todo, La Tempestad, considerada como una verdadera obra maestra”.
“Lamentablemente para nuestro país es un autor prácticamente desconocido, conociéndose únicamente El diario de un pillastre, llevado a la escena –¡cuando no!– por el maestro Atahualpa Del Cioppo con Club de Teatro en enero de 1964. La ausencia casi absoluta de traducciones al español de sus obras ha privado al público latinoamericano (y seguramente también al hispano) de apreciar la calidad dramatúrgica de Alexander Ostrovski”, destacó Raúl Rodríguez.
Alexander Ostrovski falleció el 2 de junio de 1886 “dejando una enorme herencia literaria, y un camino abierto para todo lo que vino después, desde Gogol, Turgueniev, Dostoievski, Chéjov e incluso para la labor creadora de los actores y actrices del teatro a los cuales también dictó clases. Por mi experiencia digo que en Rusia es imposible no tener la oportunidad de ver una pieza de Ostrovski, están en el repertorio de todos los teatros, como debería ser, a mi juicio, con las obras de nuestro gran Florencio Sánchez. Y en este caso no hay problemas de traducciones, sino de falta de aprecio o interés por la mayoría de nuestros elencos teatrales, que la emprenden con cualquier obra extranjera exitosa en Broadway, Londres o París, antes que llevar a escena a nuestro más importante dramaturgo. Tuve la magnífica oportunidad de poner en escena En familia, en el Teatro Ermolova de Moscú, con elenco e idioma ruso, y el público que abarrotaba la sala pensaba que se trataba de un autor contemporáneo”, recalcó el actor, director de teatro y pedagogo teatral.