La salud mental abarca una amplia gama de actividades directa o indirectamente relacionadas con el componente de bienestar mental incluido en la definición de salud que provee la Organización Mundial de la Salud (OMS). Está relacionada con la promoción del bienestar, la prevención de trastornos mentales y el tratamiento y rehabilitación de las personas afectadas por dichos trastornos.
La salud mental no es sólo la ausencia de trastornos mentales sino que la OMS la conceptualiza como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, siendo capaz de hacer una contribución a su comunidad.
Lamentablemente, hoy en día –y debido a múltiples causas– todas las sociedades adolecen de problemas de salud mental entre su población. No obstante, en los países de menores ingresos las situaciones de desigualdad social y pobreza, la insuficiencia de recursos económicos y humanos hacen que los servicios de salud mental no siempre puedan realizar intervenciones eficaces y oportunas o que quienes necesitan sus tratamientos logren llegar a la atención requerida.
Las distintas crisis, económicas y sanitarias sufridas en los últimos años han ocasionado que miles de trabajadores fueran despedidos de sus trabajos, se hayan visto obligados a reestructurar sus actividades laborales durante la pandemia y luego de ella, o sobrevivido al distanciamiento social que causó fuertes impactos, entre ellos la depresión.
En nuestro país la demanda de más y mejor atención de la salud mental de la población viene de larga data. El panorama se complica si sumamos las adicciones y consumos problemáticos, la violencia intrafamiliar y el hecho de ser uno de los países de Latinoamérica con mayor proporción de suicidios en relación a su población.
Poseemos una de las tasas de autoeliminación más altas de América Latina, con 18,4 cada 100.000 habitantes, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). A modo de referencia, cabe señalar que el promedio de la región es de 9,8 y el mundial, de 10,6.
Dentro de las razones subyacentes, la más importante es la depresión (64%), seguida por el alcoholismo (15%), la esquizofrenia (3%) y la ansiedad (3%), señala el informe “Una mirada a la salud de los uruguayos y las uruguayas en el largo plazo”, publicado en 2020 a partir de estudios y análisis realizados por organismos gubernamentales conjuntamente con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El consumo de alcohol puede no sólo conducir a la dependencia, sino que también aumenta el riesgo de las personas de desarrollar más de 200 enfermedades, incluyendo la cirrosis hepática y algunos tipos de cáncer cuyo diagnóstico y tratamiento suelen tener elevados costos para los pacientes y el sistema de salud. Asimismo, el consumo nocivo de alcohol hace que las personas sean más susceptibles a enfermedades infecciosas como la tuberculosis y la neumonía, además de incidir en los accidentes de tránsito.
Hace pocos días, el gobierno nacional anunció que los recursos destinados a salud mental y adicciones serán incrementados en la próxima Rendición de Cuentas y que habrá más espacios de internación, nuevos centros 24 horas, tiques gratis para acceder a antidepresivos y el pago de las dos terceras partes del copago para financiar tratamientos por intentos de autoeliminación, entre otras medidas proyectadas en el marco un plan integral sobre salud mental y adicciones.
Este foco en salud mental y adicciones, anunciado en su momento, y que se estima implicará 20.000.000 de dólares, requiere –como explicó el ministro de Desarrollo Social, Martín Lema– de un plan integral con determinación y acciones en conjunto que generen cambios y medidas cuyos beneficios serán para toda la sociedad. No obstante, también son necesarias políticas públicas de salud de largo plazo con continuidad de las diferentes administraciones, que permitan abatir las nefastas estadísticas de depresión y suicidio que, en un país pequeño como el nuestro, deberían interpelarnos fuertemente.
Se trata de un anuncio bienvenido, que es de esperar se efectivice con rapidez una vez que la Rendición de Cuentas quede aprobada. En este sentido, el titular del Mides informó que este ministerio trabajará sobre la prevención y promoción de acciones, a través del Instituto Nacional de la Juventud (INJU) y creará siete centros de inclusión y salud mental para jóvenes –tres en la zona metropolitana y cuatro en diferentes departamentos del Interior del país– apuntando a la detección temprana de personas con problemas de salud mental, trabajando también en la promoción del cuidado de su salud.
En situaciones de extrema vulnerabilidad, los centros de 24 horas alcanzarán los 600 cupos, adelantó Lema, quien señaló que también brindarán atención en diferentes modalidades, como por ejemplo, con vales para el tratamiento de adicciones que se aplicarán en conjunto con centros terapéuticos o casas de medio camino, entre otros dispositivos.
Entre otras medidas para atender las problemáticas de las adicciones y la extrema vulnerabilidad que fueron anunciadas, el MSP dispondrá un tique sin costo para todos los integrantes del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) puedan acceder a los medicamentos antidepresivos más utilizados. Asimismo, el plan incluye el compromiso del Estado de asegurar para todos los prestadores de salud, el pago de las dos terceras partes del copago necesario para financiar el tratamiento que requieran de personas que hayan padecido intentos de autoeliminación.
Teniendo en cuenta que el 50% de la población que ha intentado autoeliminarse tiene menos de 30 años, realizará, dentro de la solicitud para adquirir el carné de adolescente, un control psicológico, con el fin de descartar cualquier índice de depresión o trastorno mental y también se aumentará la edad de 25 a 30 años, para poder incluirlos en tratamientos de psicoterapia, lo que permitiría tratar a unos 200.000 usuarios más en este servicio.
Más allá de estas medidas, que son muy bienvenidas y absolutamente necesarias así como largamente esperadas, cabe señalar también que la promoción de la salud mental requiere que se adopten medidas multisectoriales, en las que participen diversos sectores del gobierno y organizaciones no gubernamentales o comunitarias. El principal fin ha de ser promover la salud mental durante todo el ciclo vital, para garantizar a los niños un comienzo saludable en la vida, que continúe en la adolescencia, evitando trastornos mentales en la edad adulta y la vejez.
El Estado, como responsable del bienestar de sus ciudadanos, tiene una obligación a cumplir en ese sentido: crear los instrumentos para que aquellos que necesitan ser atendidos y auxiliados tengan verdadero acceso a ellos. → Leer más