De los prejuicios y otras hierbas que rodean a la cuestión animalista

Aquellos/as que hemos decidido trabajar en pos de una convivencia responsable y respetuosa hacia los otros animales (los no humanos), nos vemos sometidos a diario a prejuicios, falsedades y ataques injustificados e innecesarios.

El primer prejuicio/falsedad es que no nos importan los humanos. Eso claramente no es así. Cuando hablamos de muchas personas, la casuística es infinita y los términos absolutos no existen. Todos y nadie no entran en mi vocabulario, pero creo firmemente que la gran mayoría de la gente que se dedica a la causa animal es comprometida y solidaria, preocupada del medio ambiente donde vivimos, todos los animales, humanos y no humanos.

Otro de los prejuicios con los que nos enfrentamos a diario es que nuestra tarea solidaria es menos importante que otras. Como abarcar todo es imposible, uno trabaja con más fuerza en la causa o las causas que cree puede aportar más o mejor. A nadie se lo critica si se dedica solidaria y desinteresadamente a cuidar de los niños o de los adultos mayores o de las mujeres en situación de vulnerabilidad, por ejemplo, entre tantas tareas importantes que mucha gente realiza. Pero si nos dedicamos a los animales es un trabajo de segunda mano. ¿Por qué? Por la cultura especista y antropocéntrica en la que estamos inmersos. No es maldad, es que fuimos educados en una cultura que nos dice que somos superiores a los demás animales para así justificar un sistema de dominación, uso y abuso de ellos. Pero podemos romper con eso. Estos prejuicios pueden modificarse con información, educación y sana discusión.

Otro de los problemas a que nos enfrentamos es la casi absoluta falta de interés de los medios masivos de comunicación en los temas animalistas. Los animales no interesan, como seres con valor intrínseco y, por tanto, la visión que tenemos aquellos que promovemos otra forma de relacionamiento con ellos, tampoco interesa. Tampoco vende, o sea, no les reporta grandes ganancias, ergo, no les sirve. Ojalá ese vacío que nos hacen la mayoría de los medios fuera solamente por ignorancia o desinterés. Porque es mucho peor creer que es por no atacar intereses económicos de grandes sectores de nuestro país.

Los animalistas no pretendemos atacar a ningún sector económico y mucho menos a los trabajadores de dichos sectores, si bien la visión que tenemos de relacionamiento con los demás animales es irreconciliable con su uso y explotación. Pero para que eso cambie se necesita mucha educación, se necesita apoyo de la mayoría de la población y un plan de transformación económico para los sectores que pudieran ser afectados. Estamos hablando de transformaciones que, de llevarse a cabo algún día porque la mayoría de la población así lo entienda, llevarían décadas como mínimo.

Y me reservo para el final una cuestión más personal. Los que además de activistas somos profesionales sufrimos la burla, velada o directa de muchos de nuestros colegas. Somos sometidos a la risa, el descrédito y la minimización de nuestros estudios, investigaciones y trabajos, por el simple hecho de trabajar en una temática que en nuestro país es relativamente nueva. Pero no lo es en el resto del mundo. En las más prestigiosas universidades del mundo hay cátedras, centros de investigación, programas de becas, maestrías, cientos de libros de doctrinos y prolíficas discusiones sobre la temática de la relevancia moral y jurídica de los animales no humanos desde hace décadas. Un baño de humildad no nos vendría mal.

Celebro a todos y cada uno de aquellos/as que trabajan desde cualquier lugar por esta causa, ninguneada y bastardeada, porque creemos tan firmemente en un mundo mejor para todos/as, que los obstáculos son desafíos para mejorar, para llegar a más gente, para comunicar mejor, para acercar nuestra visión de un mundo sin explotadores ni explotados, sin importar la especie.

Dra. Verónica Ortiz, Diplomada en Derecho de los Animales – UMSA – Bs As.