Falta de competitividad y mercados fueron detonantes para que en Paysandú desapareciera la producción de cannabis

No hace mucho tiempo los productores se aprontaban para colocar la producción. Hoy ya desaparecieron.

El departamento de Paysandú llegó a tener cuatro emprendimientos vinculados a la producción de cannabis medicinal.

Hoy, ninguno de ellos continúa, debido a diversos problemas que van desde la falta de competitividad, dificultad para conseguir mercados, y fundamentalmente un valor del producto final que no condice con las expectativas que existían años atrás, cuando todo parecía que era un cultivo que llegaba a Uruguay para quedarse.

Uno de los últimos en instalarse, solamente duró dos años y se terminó “porque se complicaron las ventas y el negocio no fue como se pintó en un principio”, comentaron desde la empresa.

El primer problema que detectaron es el de las variedades que se adaptan a nuestro clima, y el otro inconveniente, “lograr vender la producción, que es el gran cuello de botella de la producción”. A eso se suma que bajó el precio del producto a nivel internacional, “y dejamos de ser competitivos”, afirmaron a EL TELEGRAFO.

El año pasado se hizo algo para grano, saliendo de la parte medicinal, como cultivo tradicional, “pero el negocio está muy verde”, precisaron, “porque continúan los problemas con las variedades, y poder conseguir semillas que se adapten al clima en Uruguay”.

Uno de los grandes temas que también debieron afrontar quienes llevaron adelante el emprendimiento de cannabis medicinal, es el de los costos. La energía es más cara que en otros países.

Quienes han llevado adelante la producción, comentaron que los especialistas en el cultivo de cannabis que llegaron al país, era gente que producía marihuana para fumar, todo hecho bajo techo y con luces para mantener el período. Y acá en el Uruguay hacerlo con energía eléctrica no es negocio.

Llegaban al país con la idea del valor de lo que cultivaban, de cuando se vende como droga, y no por el precio que se podía lograr produciéndolo en Uruguay.

Lo cual fue un gran desfasaje en las inversiones que se hicieron y los costos que se asumieron, porque llegado el momento fue imposible bancar la producción.

Un productor comentó que “teníamos diversos costos, como el valor de la chacra, la producción, mantenimiento, entre otros, y al no haber mercados, no teníamos forma de recuperar algo, y por lo tanto no tiene sentido continuar ya que no podés estar perdiendo, perdiendo y perdiendo”.

Además, como sucede para otras producciones de nuestro país, es más importante el costo del envío que, por ejemplo, se realiza desde Paysandú a Montevideo, que de Montevideo a Suiza.

Dijo que los inversores “metieron” una importante suma de dinero, y se llegó a la conclusión que había que parar la producción.

Hoy uno de los emprendimientos procura vender la chacra que adquirieron oportunamente, pero el valor no es el de mercado si se tiene en cuenta la inversión que tiene en infraestructura y equipamiento, con invernaderos que no bajan de los U$S 35.000 cada uno.

El productor dijo que los inversores “cerraron la canilla”, porque “evidentemente esto no da plata. ¿Entonces para qué vas a tirar plata?” Sostuvo que “ellos soñaron como soñó todo el mundo que puso plata para el cannabis, que obtendrían millones de dólares, pero cuando se dieron cuenta que no se iba a ganar, se fueron”. Uno de los dilemas que aún no han sido descifrados para quienes recibieron y apostaron al cultivo con los inversores extranjeros, es si llegaron al país pensando en el cannabis como canal para llegar a la marihuana.

Un departamento del norte del país, tenía planeadas inversiones muy grandes, pero todo en base a que había mercados, pero lo que está claro, es que ninguno tenía el mercado cuando comenzaron la producción.

Por lo tanto, hoy analizan dejar el rubro ante la falta de un país que adquiera lo producido, porque el precio no es interesante.

ALGO DE HISTORIA

En 2013, Uruguay fue el primer país en regular la producción de cannabis. La normativa buscaba combatir el narcotráfico y reglamentar el autocultivo y diversos aspectos del consumo recreativo.

Pero con los años, se configuró un nuevo escenario, con la oportunidad para la exportación de producción y el uso medicinal, lo cual ameritó una adecuación de la reglamentación.

El gobierno promulgó en 2020 dos decretos para cannabis psicoactivo y no psicoactivo (que es el que tiene menos de 1% de THC, el principal componente psicoactivo del cannabis).

La enorme mayoría del cannabis no psicoactivo (conocido como cáñamo), se ha destinado al mercado suizo a los efectos de ser fumado como cigarrillo, del cual el principio activo más importante es conocido como CBD (cannabidiol, principal componente de la planta en su variedad de cáñamo).

Una de las particularidades que tiene Uruguay, es que se puede producir en invierno, si se hace en un invernadero y se le adicionan las horas de luz faltantes, aunque en este caso los costos ya son mucho mayores y actualmente no es rentable de esa manera.

Por esa razón, la zafra de cannabis en Uruguay se desarrolla de octubre a marzo, aprovechando la época de mayor cantidad de horas de luz natural y temperaturas adecuadas.