La realidad cubana que decepciona a quienes hasta ayer defendían al régimen

“Ya pasaron 64 años, caballeros, basta de echarle la culpa al bloqueo norteamericano”, expresó hace pocas horas el músico argentino Fito Páez, afín al kirchnerismo e ideológicamente cercano desde siempre al régimen comunista cubano. Pero en este caso el artista reaccionó a la censura y manipulación de un documental sobre su vínculo con Cuba, expresando que “intentan instalar que fui manipulado para decir lo que digo allí; es una falta de respeto, yo tengo mis ideas clarísimas”.

El disparador de esta vuelta de tuerca del músico rosarino fue la “censura” del régimen castrista a una película de Páez porque plantea críticas que el gobierno de la isla caribeña entiende no son de recibo y pretende que los cubanos sen advertidos de las falsedades que a su juicio contiene.

“Estuve totalmente al tanto de lo que pasó con el documental. Primero con la suspensión de las tres proyecciones programadas” y luego con “la manipulación”, dijo Fito Páez, en relación con La Habana de Fito, filme realizado por el cineasta cubano Juan Pin Vilar. El artista dijo que había habido “un poco de ruido, pero sin ninguna explicación aparente; que es como funcionan las cosas en Cuba lamentablemente”.

En el documental, Páez señala algunas críticas a determinados episodios de la historia cubana, lo que llevó al régimen a cancelar primero las presentaciones programadas de “La Habana de Fito” y luego a emitirlo por la TV con una advertencia previa y un panel crítico, sin advertir ni pedir permiso al realizador, Pin Villar, ni al propio artista. En este episodio sin embargo Fito Páez no está solo, pues a partir de esta rechazo se ha generado la reacción de más de un centenar de cineastas cubanos que expresaron su desacuerdo con la manipulación. Integrantes de la Asamblea de Cineastas Cubanos se entrevistaron con funcionarios del Ministerio de Cultura y miembros del Partido Comunista, en el gobierno y único autorizado para funcionar, para expresar su malestar al respecto. Se trata de un manifiesto en el cual cuestionan a las autoridades culturales por violar “una y otra vez principios éticos”, que ya ha recogido 600 firmas, entre ellas las del cineasta Fernando Pérez y el actor Jorge Perugorría. Sin embargo el régimen, soberbio, intolerante y cada vez más aislado internacionalmente, ha respondido que “existen bases legales para tomar ese tipo de acciones en situaciones excepcionales”.

Incluso lo señaló el mismo Páez, quien mantuvo contacto con el viceministro de Cultura cubano a través de su manager: “Hay una ley en Cuba que no permite hablar en contra del régimen. Él (mi manager) le dice (al viceministro) que cómo le vamos a asegurar a Fito de decir lo que quiere si está esta ley, por lo que decidimos no hacerlo (no proyectar el documental) en esas condiciones”.

Sin embargo, las autoridades cubanas decidieron mostrarlo en un programa de televisión con una advertencia previa, algo que Páez califica de “movimiento infantil” y “manipulación”: “Hacen la pasada del documental en TV abierta, de un día para el otro, sin tener la autorización de Juan Pin, los derechos musicales y mi permiso para pasarlo. Eso se convierte en una provocación”. Además, agregó el músico rosarino, “le informan al espectador que van a suceder cosas que no están bien: pasan el documental y dicen ‘acá no hay ninguna censura’ pero lo están pasando sin permiso del director y sin establecer un debate”. El director del documental, un largometraje, dijo que no había dado su consentimiento para la transmisión televisiva del filme: “Explícitamente, esta mañana, después de consultarlo, dije que no autorizaba la proyección en televisión”, precisó Vilar y aclaró que lo que se emitió fue “una copia mala y robada. No es el corte definitivo”, agregó.

Luego las autoridades lanzaron una campaña para relativizar el contenido del documental, denunció Páez: “Empiezan a publicar en redes que yo fui manipulado, como si fuese una táctica de los servicios de inteligencia antiguos. Intentan instalar la idea de que Juan Pin me manipula para que yo diga lo que digo allí”.

Y aclara que son sólo dos cuestionamientos: “Uno fue sobre la muerte de Camilo Cienfuegos (uno de los principales jefes de la Revolución Cubana que murió el mismo año del triunfo -1959- en un accidente de aviación). En una discusión que yo tengo con la juventud comunista les digo ‘muchachos, tienen que investigar esto’. No podés repetir la letra de todo lo que te dicen si no tenés pruebas empíricas”, explica Fito Páez, sobre esa muerte que siempre quedó rodeada de sospechas.

“El otro episodio –agrega– fueron los tres fusilamientos (de balseros) en 2003, a los 9 días de ser detenidos. Yo me pronuncio contra la pena de muerte, no le tengo que pedir permiso a nadie”, reflexiona. El punto es que atreverse siquiera a dudar de cosas que el régimen ha adoptado como verdad indiscutible es un pecado mortal, y el hasta hace poco genuflexo Fito Páez ha caído en desgracia para el régimen cubano, donde cualquier atisbo de un libre pensador lo pone como enemigo y como servidor del imperialismo, de los enemigos del “pueblo” cubano.

El régimen dijo en su defensa que Fito Páez era un amigo de Cuba, pero el artista puso énfasis en aclarar: “Yo soy amigo del pueblo cubano, no soy amigo de ellos. Ellos no representan al pueblo cubano y voy a estar allí hasta las últimas consecuencias. Intentar acusarme o considerarme una persona manipulable habla de lo poco que me conocen y es una falta de respeto. Aquí Juan Pin no ejerció ninguna manipulación porque yo no soy manipulable y tengo mis ideas clarísimas y puedo tener los cuestionamientos que quiera respecto de lo que sea”.

Fue más lejos: aludió además al tiempo que lleva el castrismo en el poder: “Ya pasaron 64 años, caballeros. Ya está, ya se terminó. Basta de echarle la culpa al bloqueo norteamericano. Hay que buscar otras formas, una manera más inteligente para que no siga muriendo gente de hambre ni en el mar. A veces los sistemas fracasan y uno queda atrapado en una enredadera. No vale la pena una sola vida humana para que nadie sostenga una idea en favor de su propia vanidad. Ellos piensan que son Cuba, pero la burocracia cubana no es Cuba. En qué momento las banderas ideológicas representan la vida de los pueblos? Eso no ha sido más que vanidad y sangre derramada en la historia, nada más”.

Una profunda reflexión alineada con la realidad, pero que aparece como una herejía y sincericidio a los ojos del régimen, con el agregado final del músico “Cuánta gente que adhirió a la revolución se siente hoy defraudada en su fuero íntimo y eso también es un dolor y una tragedia porque la gente ha confiado. Siempre estuve del lado de Pablito Milanés, peleándose con todos los burócratas”, aludiendo al músico fallecido el año pasado que era ferviente defensor de la revolución castrista pero que en sus últimos años se distanció con similares argumentos que los que ahora “descubrió” Páez.
Sin embargo, a lo largo y ancho del mundo todavía quedan reductos de incondicionales a las viejas prácticas nazi-comunistas del régimen cubano, siempre buscado afuera las culpas del enorme fracaso de la revolución que ha traído una dictadura de hambre, drama y dolor a los cubanos.

Lamentablemente entre esos reductos se encuentran muchos dirigentes de izquierda de Uruguay, incluyendo naturalmente a la central sindical Pit Cnt, eterna aliada y defensora del régimen castrista, que una y otra vez han reafirmado su apoyo cerrando los ojos a la realidad, mientras otros compañeros de ruta no le van en zaga cuando intentan una tímida condena. al igual que al régimen de Maduro en Venezuela– pero siempre acompañada de rebuscadas justificaciones para no pisar callos dentro de la propia coalición de izquierdas.

Es que no es fácil reconocer ante la opinión pública que se han repetido solo falsedades una y otra vez, con tal de no bajarse del caballo.