Pandemias y otros males laborales

Esta semana la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe ) y la OIT (Organización Internacional del Trabajo) publicaron un nuevo informe conjunto titulado Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe: “Hacia la creación de mejor empleo en la pospandemia”, donde se analiza la evolución de los mercados laborales en América Latina y El Caribe en 2022.

La publicación destaca en su título que “a tres años de la crisis del COVID-19, los principales indicadores laborales han vuelto a los valores prevalecientes en 2019”. Es decir que de acuerdo a los datos en los que se basaron los técnicos, el mercado laboral en la región ha vuelto a los números anteriores a la pandemia. Esto se refleja a partir de una mejora “en variables como la tasa de participación laboral, la tasa de desocupación, y el número de ocupados iniciada en 2021”, que continuó en 2022. Aunque en este año el número de ocupados creció a un ritmo menor que en 2021. No obstante advierten que la recuperación ha sido heterogénea a lo largo de la región “y, en ciertos países, algunos indicadores aún no alcanzan los niveles prepandemia. De igual forma, la recuperación ha tendido a ser mayor entre mujeres que entre los hombres, y mayor entre los jóvenes que entre los adultos”, enfatiza. La publicación señala también que, a pesar de la mejora en los números, “aún persisten importantes brechas de género y etarias en materia de tasas de participación y de desocupación laboral”. También se apreció que “la productividad laboral promedio de la región experimentó una caída en 2022, destacando la contracción de la productividad en sectores como la industria, la construcción y el comercio”. En cuanto a los salarios medios reales puntualiza que “se estancaron en 2022, contrastando con el aumento observado en 2021, y reflejando el impacto de la mayor inflación”.
De todos modos, se plantea en este informe que este progreso mostrado en los mercados laborales entre 2020 y 2022 es reflejo de “una recuperación cíclica del crecimiento económico que no es sostenible en el tiempo”. Cita al respecto que Cepal prevé que el crecimiento de la economía de la región sea del 1,2% para este año, “lo que sin duda redundará también en un menor dinamismo de la generación de empleo, y el aumento estimado en el número de ocupados es inferior al 2%, que contrasta con el crecimiento de 5,9% experimentado en 2022”.

Por todo esto, y así está explicitado en el informe, “el hecho de que los principales indicadores y la composición del mercado laboral vuelvan a los niveles prepandemia no resulta suficiente”, considerando que “los problemas estructurales que caracterizan a los mercados laborales de la región siguen presentes”. Señala que sigue siendo muy elevada la incidencia del empleo informal y persisten las brechas de género en materia de tasas de participación y de desocupación, así como “también los salarios y la productividad han vuelto a sus trayectorias precrisis, lo que significa un estancamiento en el mejor de los casos”. De allí que estén planteando, tanto Cepal como la OIT la necesidad de “contar en la región con políticas laborales activas que promuevan una mayor creación de empleo, una mayor formalización y una mayor (y mejor) inclusión de mujeres y jóvenes en el mercado de trabajo”.

Pero mientras así está el panorama a escala continental, en los últimos días también vieron la luz dos informes del Instituto Nacional de Estadística (INE) que pone bajo la lupa a la región Litoral en el contexto nacional. Uno de ellos es el que analiza el mercado laboral por área de residencia, en el que se evidencian los problemas que vienen afrontando los departamentos fronterizos con Argentina. Entre los cuatro departamentos de mayor tasa de desempleo se encuentran los tres que tienen puente binacional con la República Argentina: Río Negro (14,9%), Artigas (14,7), Salto (13,8) y Paysandú (11,5). En particular en Paysandú los números indican que la tasa de actividad se situó en 60,2, la tasa de empleo fue de 53,3 y el desempleo del 11,5%. Comparado con hace un año atrás, los números eran: para la tasa de actividad de 58,5 (varió desde entonces -5,2%), la tasa de desempleo se estimaba en 54,3% (-1,0%) y el desempleo era del 7,2% (-4,3%).

Si lo queremos ver en cantidad de personas, en Paysandú el total de activos fue en el trimestre (marzo-mayo de 2023) de 58.500, el de Empleados de 51.700 y el de desempleados de 6.800; si lo sumamos a los datos de Salto y Río Negro, en la región hay 20.800 desempleados, según cifras oficiales.

El otro informe que presentó el INE refiere a la demografía de empresas, y consiste en una especie de balance entre las empresas que se crean (nacen) y las que cesan su actividad (mueren), en el sector específico del comercio (tanto mayorista como minorista). En la Región Litoral (Salto, Paysandú y Río Negro) se observaron variaciones respecto al trimestre anterior, tanto en la cantidad de empresas como en el personal ocupado, de -0,26% y -0,57% respectivamente. En cuanto al cese de actividad empresarias, cerraron sus puertas un 17,4% más que el año anterior.

El principal perjudicado fue Río Negro, con un crecimiento del 35% de los cierres de empresas; en Salto fue de 13,1% y en Paysandú del 11%.

Estos números son ni más ni menos que la demostración gráfica de lo que se ha venido manifestando desde que se abrieron las fronteras después de la pandemia y de las diferencias cambiarias, que ya previamente se apreciaban y que avizoraban la posibilidad de que se produjese un flujo importante de trasiego de mercadería a través de los puentes. Si esto ocurría no iban a demorar en manifestarse los efectos en la economía doméstica. Pues, ahí están.