¿Qué pasa con nuestros animales de compañía cuando morimos?

El tema que hemos elegido hoy nos enfrenta con uno de los peores escenarios posibles, uno que nunca queremos pensar, la posibilidad de sufrir una enfermedad incapacitante o directamente morir. Además de los múltiples trastornos que dicha situación puede acarrear para nuestra familia y amigos, están nuestros queridos más indefensos, nuestros animales.

Ojalá pudiéramos decir que, si nosotros no estamos, el resto de nuestra familia va a proveerles los cuidados y el amor que nosotros les damos hoy. Lamentablemente, en muchos, muchos casos, no es así. Hay incontables casos de personas que fallecen o son trasladadas a un centro de cuidados cuyos animales son dejados en la calle.

Se abre, entonces, un abanico de posibilidades, circunstancias y realidades diferentes. Pero quiero ser clara en esto, ninguna, ninguna situación justifica sacar un animal de su casa y dejarlo solo e indefenso en la calle. Si no se van a hacer cargo, como mínimo hay que buscarle un nuevo hogar. Dejar un animal, que conoció la vida en familia en la calle, es un acto de extrema crueldad. Y además, está penado por nuestra ley. Si el tenedor responsable no está más, la responsabilidad sobre el animal debería pasar a la familia existente. ¿O solo los bienes materiales pasan a la familia? Y esta debería ser considerada infractora de la Ley 18.471 si abandona el animal.

Sueño con el día en que estas situaciones se denuncien, así como las de aquellos que se mudan y dejan a sus perros y gatos solos y abandonados en el lugar donde vivían. Pero la gente que comete estos actos, vive entre nosotros, ¿cómo permitimos nosotros esas actitudes? Debemos condenar enfáticamente estos actos con la herramienta más poderosa que tenemos, la del reproche moral. Y con las herramientas legales disponibles, que por ahora, es la denuncia ante el INBA.

Ahora bien, ¿podemos prever el destino de nuestros animales? En muchos casos podemos, sí. Si tenemos algún bien de nuestra propiedad, podemos destinar parte del mismo a los cuidados de nuestros animales, por ejemplo. Un seguro también podría ser una opción, donde una parte del mismo esté destinado al cuidado de nuestros animales. También hay estructuras más complejas como los trust-fideicomisos, pero las soluciones van a depender de la capacidad económica de cada uno. Lamentablemente es así. Por lo menos por ahora.

En el caso de las personas sin recursos económicos, el Estado debería diseñar un plan de acogida, de forma que ningún animal quede en la calle.

Ojalá todos pudiéramos acostarnos cada noche con la tranquilidad de vivir en una familia, en un mundo, donde la vida de los animales fuera considerada igual que la nuestra, sabiendo que, de no estar nosotros, ellos serían respetados y cuidados y no se les sumaría, al dolor de nuestra pérdida, otro dolor o preocupación más.

Dra. Verónica Ortiz, Diplomada en Derecho de los Animales – UMSA – Bs As