En realidad, suena horrible. Pero es la verdad. En apenas unos años, pasamos de ser un país de tránsito de la droga a tener un compatriota que en las versiones de prensa de nuestra región y del mundo, se visualiza como el más importante del Cono Sur. Porque cuando una organización delictiva opera en Bolivia, Paraguay, Uruguay, se mueve por Dubái y otras geografías, falsifica documento(s), compra o alquila vehículos y propiedades de lujo, sus abogados recorren pasillos sin restricciones, aceleran trámites y viajan miles de kilómetros para entregar un pasaporte en mano a su cliente preso, y ese líder y sus personas de confianza se mueven sin reparar en costos ni limitaciones, significa que estamos en presencia de una multinacional del delito del narcotráfico. Y porque para solventar toda esa estructura es necesario alcanzar un giro “comercial” propio de una multinacional, de nueva escala.
Colegas que se han especializado en el seguimiento de estos asuntos no han dudado en calificar el ascenso a la cima de este uruguayo como vertiginoso. En unos pocos años, parece haber tejido unas alianzas para su desarrollo y acumulado unos recursos financieros y una logística capaz de sostener un volumen del negocio increíble.
Buena parte de su ascenso en el narconegocio obedece a su capacidad de vincularse, de tejer alianzas y de realización. En el año 2012, hay un punto de quiebre para el ambicioso Sebastián Marset: el tío del entonces presidente del Paraguay piloteaba la avioneta que en aquel mes de julio traía hacia Uruguay unos 450 kilos de marihuana. El piloto, Juan Domingo “Papacho” Viveros Cartes, el sobrino del presidente, Horacio Cartes.
A raíz de esa frustrada operación, Marset terminó en la cárcel, hasta el 2018. A poco de recuperar la libertad, volvió a ser procesado por el homicidio de Alfredo Rondán, un amigo de la infancia, que según algunas crónicas de época “tenía deudas por estupefacientes”. De todos modos, más o menos recientemente, y ya con una carrera en el mundo de los negocios del narcotráfico, Marset fue sobreseído.
¿SOBRESEÍDO? NO, CONDENADO
Según la revista Caras & Caretas, Marset fue condenado a 8 años y 6 meses de prisión por el caso Roldán. El Tribunal de Apelaciones modificó la pena y la redujo a 7 años y 10 meses. Pero finalmente la causa tuvo un revés inesperado: el 16 de octubre de 2020, la jueza Chamsarián sorprendió con un nuevo giro: la nueva sentencia establece que “se tenga por extinguida la pena única impuesta a Sebastián Marset Cabrera y por definitiva su libertad”.
Pero Chamsarián y octubre 2020 también son noticia por otro fallo, en otra causa de gran repercusión: la misma jueza y con unos 8 días de diferencia, absolvió a Martín Mutio, imputado por un cargamento de 4,5 toneladas de cocaína con destino a Alemania, donde fueron detectadas e incautadas por las autoridades, en el puerto de Hamburgo, despachada desde el puerto de Montevideo, con soja a granel. La fiscalía apeló, el Tribunal de Apelaciones, en un texto muy crítico del fallo de la jueza Chamsarián, muy severo en sus cuestionamientos, estableció una condena de 15 años por los delitos de lavado de activos y exportación de estupefacientes.
También recayó en el Juzgado de la jueza Adriana Chamsarián los detenidos en la operación Arriero Minerva, un cargamento de 265 kilos de cocaína. La jueza imputó por asistencia al narcotráfico y le impuso prisión preventiva hasta el próximo mes de diciembre, a Jorge Pérez Bentancor, domiciliado en La Tahona. Se realizaron allanamientos simultáneos en Rivera, Canelones y el Cerro. Otro colaborador, que se encarga de acondicionar la droga para su traslado, fue condenado a 2 años.
La fiscal de estupefacientes, Mónica Ferrero, investiga el eventual vínculo de este cargamento con el narco Sebastián Marset. El punto de partida de esta línea de investigación es que habría un conocimiento mutuo. Pérez tiene un antecedente del año 2012, donde también actuó la fiscal Ferrero. Fue procesado por narcotráfico, en el marco de la operación Mintaka. En esa ocasión se requisaron 286 kilos de cocaína y 47 kilos de pasta base. También en el 2012 la droga tenía como destino Europa. Pero también el ministro del Interior Luis Alberto Heber tiene la misma convicción: “hemos dado golpes al narcotráfico que tienen vinculación con Marset. Respecto a la última acción que tuvimos contra el narcotráfico, tenemos indicios de que había conexiones”.
NARCOTRÁFICO EN EL URUGUAY
Puestos en la actual situación, ya con un desarrollo del narcotráfico “nativo” a alta escala, frente a la primera multinacional del narcotráfico uruguaya, las dimensiones de la frontera seca y la delimitada con ríos, ponen de manifiesto una significativa debilidad a la hora de establecer controles para impedir ya no sólo el contrabando “tradicional”, sino el narcotráfico.
En sus comienzos más intuitivos, hoy más racional o técnicos, los traficantes definen sus trayectorias logísticas en función de un análisis de riesgo y de información acerca de rutinas y planes de represión. Por ello cambian de casas cada pocas semanas, no usan un número único de celular ni de equipo, sino que usan y desechan permanentemente, de modo de no exponerse para impedir ser ubicados. Son prácticas de seguridad básicas de ese negocio.
Según información oficial, la mayoría de los vuelos clandestinos que transportan cocaína de contrabando hacia Uruguay tienen como base de partida Paraguay, aunque también los hay de Bolivia. Pero de acuerdo con la información del Ministerio del Interior, esta modalidad es la que mayor cantidad de drogas trae al país.
En cuanto a los aspectos logísticos, los aviones que provienen del Paraguay necesitan una recarga de combustible para asegurar su retorno. Los que vienen desde Bolivia necesitan de una escala adicional, en Paraguay.
También la opción marítima y terrestre tienen su origen en Paraguay, con operación de transbordo en Montevideo para la marítima, valiéndose de las ventajas que proporciona la operación de puerto libre que, aunque pensada para el comercio lícito, resulta práctico para las operaciones ilícitas.
Hay otra modalidad, más reciente y arriesgada: la carga de cocaína en contenedores de soja, realizada en territorio nacional, en Cerrillos, con destino Amberes. Es la operación que fuera liderada por Mutio.
Los volúmenes de contrabando de drogas que pasan y se transbordan o sencillamente se embarcan desde Uruguay, son crecientemente altos. Ya aquello de que “éramos” un país de tránsito ha quedado atrás. Estamos frente a un enorme problema porque estamos frente a un negocio ilegal de proporciones.
El lavado de dinero recurre a muchas operaciones de simulación: se vale de muchas industrias, desde la construcción y bienes raíces, la hotelería, hasta los derechos federativos de los jugadores de fútbol, sirven o han servido para ello. Por eso es fundamental hacer cumplir (y mejorar donde corresponda) las obligaciones de los agentes vinculados a la obligación de informar los casos sospechosos, de acuerdo con la normativa vigente.
Uruguay ya no es país de paso de las drogas hacia otros mercados. Marset y su organización marcan la pérdida definitiva de la inocencia y la transformación de aquellos pequeños delincuentes en una multinacional del narcotráfico, la primera uruguaya. Y no la última.
Ya es hora de atacar el problema con otras herramientas y decisión. Tiendo a creer que hay consenso en el sistema político y en el poder judicial, pero a veces nos cuesta mucho pasar a la acción. Y de eso se trata. De hacerlo ya. → Leer más