Escribe Danilo Arbilla: ¡Otra vez!

Constato coincidencias sobre el plebiscito entre fuentes del Frente Amplio y del oficialismo: creen que pueda ser la tumba de los cracks.
Esto es, de los cracks de la coalición de izquierda y del Pit Cnt.
Pienso, sí, que puede ser un fuerte golpe para el sector sindical.
Desde el oficialismo perciben una “sana” simplificación del debate electoral: habrá jubilados o no habrá jubilados. Mejor que la de si Venezuela es o no una democracia. En este asunto está en juego el futuro de las jubilaciones, es mucho mas serio y personal.

“Los uruguayos lo van a pensar mucho y no se van a dejar embaucar con esa locura de bajar el mínimo a 60, aumentar todas las jubilaciones y acabar con las AFAP”, me dijo un blanco.“Los asusta: es jugarse el presente de los jubilados y el futuro para el resto”, concluyó mi fuente.
También animan al oficialismo los “choques” en filas de la izquierda. Una guerra desatada entre tupamaros y comunistas, dicen los mas eufóricos. Es parte de la puja entre Cosse y Orsi, que “cada vez va a ser más despiadada y sucia”, apuntan. “No les importa utilizar y destruir el movimiento sindical; se sacan la careta”, dicen.
Lo de TV Ciudad no es casual.
Para la izquierda no es fácil. “El Partido (PCU) ha resuelto avanzar: Putin en Ucrania”. Esta es la metáfora que utilizó un hombre importante del MPP, quien advirtió, con el índice levantado y todo, que “también como en Ucrania pueden quedar empantanados”.

A mí me retrotrae al pasado. Las cosas se repiten y uno no puede desechar la historia; pasan, van pasando y vuelven a pasar.
Fue hace como 58 años, por enero de 1966, que Héctor, mi jefe, me dijo que me hiciera cargo de la cobertura de la Asamblea Nacional de Sindicatos. Los sindicatos, prácticamente todos, se reunían, por dos días, en el paraninfo de la Universidad, para coronar la unidad y conformar lo que no se pudo lograr en el Congreso del Pueblo: la central sindical única. Era lo que se esperaba para esta vez. No se dio. Siguió siendo simplemente Convención.
Un tema muy discutido en la interna irrumpió al segundo día de reunión, impuesto por la sindicatos que respondían al PCU, sin estar en la orden del día y con barras y a los gritos y consignas. Se trataba de la reforma constitucional de los Sindicatos. En realidad, del Frente Izquierda de Liberación (FideL). La Reforma Amarilla.
Si tuviera que resumir quizás sirvan algunas expresiones de colegas de la bancada de periodistas, más veteranos y en su mayoría de los diarios de Izquierda (El Popular, Época, un hombre de Marcha): “Se pudrió todo”, “Quieren politizar el Movimiento sindical”.

Héctor Rodríguez era mi jefe en el diario Hechos de la Lista 99. Fue uno de mis maestros. Un ser excepcional, por donde se le mirase. Dirigente del Congreso Obrero Textil, marxista, tolerante, convencido de que la izquierda era lo mejor para la felicidad de la gente. El era uno de los asambleístas aquella vez, y cuando me encargó la tarea me advirtió: “vos cubrís lo que vez, sos el jefe de la página”.
Con ese mismo criterio me llevo a tomar una café, días después, con un amigo suyo. Para que le diera un pantallazo de lo que ocurrió.

“Que los parió; ¡otra vez!. Te das cuenta,Héctor, la unidad de la izquierda sin los comunistas es imposible; con los comunistas también: de una forma u otra lo pudren todo”.
Héctor ya me había dicho y explicado algo parecido, pero en esa ocasión el comentario fue de Raúl Sendic Antonaccio.