Los tamboriles en el barrio

Días pasados se llevó a cabo otro corso barrial en la zona norte de la ciudad, por calle República de Bolivia, desde Dr. Roldán hasta Vizconde Mauá.
El carnaval “en casa”, se disfrutó por los vecinos que sacaron sus sillas a la vereda, mientras también otros llegaron desde más lejos y se encontraron con un divertido ambiente familiar, un barrio iluminado y algunos puestos de venta instalados desde temprano. Pequeños emprendedores armaron mesas y sillas afuera para esperar a los concurrentes al espectáculo.

Aspectos para destacar –además de los animados grupos que desfilaron–, fueron la puntualidad y la continuidad del corso.

Las Soñadoras Embajadoras de la Alegría y sus estupendos trajes, abrieron el desfile y lograron hacer bailar a muchos espectadores. Luego llegaron los lubolos Rugir del Puerto también a todo color y candombe, seguidos de Sandumbé con entusiastas bailarinas que se llevaron muchos aplausos; la excelente Yulelé y el cierre con la majestuosidad de siempre de La Covacha.

“Una hermosa noche con una puntualidad que es una de las cosas que se empiezan a corregir y a mejorar, pero lo más importante de todo es ver a todo el barrio sentado con sus sillas playeras, disfrutando. Recién se acercaron unos abuelos a decirnos que nunca habían ido al carnaval y otros que hacía mucho que no iban”, dijo el director de Cultura Eugenio Pozzolo a EL TELEGRAFO.

“TRAERLES EL CARNAVAL AL BARRIO ERA SUMAMENTE NECESARIO”

Por otra parte, Pozzolo destacó que “Le llega a la gente todo el trabajo que se hace. Los grupos lubolos hacen un trabajo magnífico…”. “Ver a nuestras queridas ‘Soñadoras…’ abrir el desfile con su alegría, es sin dudas una de las cosas más lindas; la gente que realmente quiere al carnaval y que lo siente de la manera que tiene que ser”, puntualizó.
El corso duró aproximadamente una hora y también se destacó el hecho de que no hubo que esperar entre un conjunto y el siguiente, algo que benefició a quienes al día siguiente tenían que madrugar.