Alexéi Navalty ha muerto por la mano del proceso: Lenin, Stalin, URSS Y Vladímir Putin

Alexéi Navalty ha muerto perseguido por Vladímir Putin de la forma más feroz y ruin que la humanidad ha visto en los tiempos modernos. Sabiendo la fragilidad de su salud que iba causando el cerco persecutorio, para terminarlo, envió a su opositor ya disminuido, al peor infierno en la Tierra: una prisión al Este de los montes Urales, asiática, más allá del círculo polar ártico, con una temperatura de 32 grados bajo cero promedio. Herencia del régimen del hasta ahora peor asesino ruso: Stalin. Y sucedió lo esperado: la víctima elegida para esa oportunidad, murió.

El mismo destino que otros opositores a Putin, que ¡oh casualidad! Fueron envenenados en formas tales que nunca se develó claramente cómo fue que aconteció y cuál fue la mano ejecutora y quién dio la orden de la muerte. Vladímir Putin: la cabeza de un gobierno que hace lo que se le antoja sin conocer límites, con tal de saciar sus incontroladas ansias de poder.

Esa persona representa un país que tiene poder sobre la sexta parte de la superficie del planeta Tierra y veto en las Naciones Unidas para impedir todo lo que perjudique al proyecto de reinstalación del imperio ruso bajo su mando epónimo. Y si le es posible, ampliarlo. Todo vale. Por lo tanto la vida de un opositor, que se oponga a ese fin, no significa nada. Y de países enteros, tampoco. El Occidente judeocristiano, está obligado por su tradición a enfrentar a este flagelo mundial con el cual nos tocó convivir. Buscar la forma más inteligente, persuasiva, unida, rápida y contundente.

Rusia, de la mano de su gobierno, ha dado un gran paso para que los países libres dejen de tenerle confianza a las opiniones que vierta.

Se ha ganado la desconfianza del mundo libre. Dejó de ser creíble. Nos miente. Su gobernante absoluto es la representación humana más acabada del primero de los vicios (o pecados) capitales: la soberbia.
No podemos prever los acontecimientos futuros, pero seguimos aferrados a que si algo es cierto es que ¡solo la verdad nos hará libres!

Ing. Ramón Appratto Lorenzo