La incógnita de la energía

La sustitución del petróleo como el combustible por excelencia que durante décadas ha imperado en el mundo, plantea sin dudas el gran desafío energético para la humanidad, la que prácticamente desde los albores del siglo pasado ha basado su desarrollo, la innovación tecnológica, la mejora de la calidad de vida, la investigación, las comunicaciones, el transporte, por citar solo algunas áreas, en lo que este combustible fósil ha resultado herramienta fundamental en esta era.
Sin embargo, por tratarse de un combustible fósil y por añadidura, altamente contaminante, como otras fuentes energéticas no renovables, y más allá de los intereses económicos y geopolíticos, el diversificar las fuentes de energía hacia impulsores amigables con el medio ambiente, y a la vez de costo razonable, conlleva que un día sí y otro también se planteen avances, posibilidades, pruebas, búsqueda de apoyo financiero para tal o cual desarrollo, y eventualmente, imponer una visión desde algún ángulo con intereses propios incluidos, de forma de llevar agua hacia el molino de cada uno.
Sin dudas, la conversión hacia la electricidad está marcando el rumbo en esta problemática, como un ideal a lograr por lo menos en forma gradual, aunque naturalmente, si bien en sí la utilización como impulsor implica una energía libre de polución, la forma de generación es clave para que a la vez la contaminación no se dé en el inicio del proceso, es decir la vía para obtener la electricidad, sin que intervenga ningún combustible o material contaminante.
Entre otros posibles sucedáneos del petróleo, con un poder energético incluso superior está el hidrógeno, pero naturalmente, para poder obtenerlo es necesario un proceso en el que también se necesita mucha energía eléctrica, y de ahí el doble desafío.
Pero en el interín, sigue avanzando la investigación, que requiere fuertes inversiones, y entre los retos más significativos está el de lograr un impulsor confiable en cuanto a la seguridad del manejo, y hacer un compromiso entre riesgos y ventajas.
Por ejemplo, se considera que la aviación es uno de los mayores contaminantes del planeta, pero eso podría dejar de ser así en un futuro muy próximo, al haber resultado ampliamente satisfactorias las pruebas en Estados Unidos del motor de hidrógeno para avión más grande del mundo.
La empresa estadounidense Universal Hydrogen ha realizado con éxito una prueba en la que ha utilizado un motor de avión que funciona con hidrógeno. Universal Hydrogen ha usado una pila de combustible de un megavatio que funciona con hidrógeno líquido, y el éxito del test abre nuevos e interesantes caminos para la aviación.
Respecto a las pruebas que se han realizado con una gigantesca turbina de avión, el test se ha llevado a cabo en el puerto aéreo y espacial de Mojave, en California. La misma ha servido como adelanto de que es posible descarbonizar la aviación para reducir la contaminación que afecta al cambio climático y el efecto invernadero.
Los motores de hidrógeno son una tecnología innovadora de última generación y aunque todavía no se están fabricando para el uso diario, no son pocas las compañías que barajan su utilización en un futuro cercano. Ya existen drones que funcionan con este recurso no contaminante. Incluso Hyundai ha anunciado que para 2050 todos sus automóviles serán de hidrógeno.
Desde hace años, los coches eléctricos han sido la mejor opción para olvidar los motores de gasolina o diésel que tanto daño hacen al ecosistema. Sin embargo, uno de los problemas más comunes que tienen los consumidores con este tipo de vehículos son los largos períodos de recarga. Esto hace que se tenga que prevenir con antelación la duración de la batería y este tiempo de recarga si no queremos tener sustos durante la conducción. Pero además se ha comprobado que no es tan fácil como parece migrar a un parque automotor a batería; entre otros motivos porque habría que rehacer completamente la red de distribución eléctrica de las ciudades, pueblos y zonas rurales para soportar la potencia de carga de los autos particulares que se sumen. Pero además, se está viendo que no son tan “verdes” puesto que producir las baterías insume grandes cantidades de recursos, los vehículos tienen una vida útil muy menor –a pesar de que son tremendamente caros—y se han constatado casos de incendios espontáneos que son prácticamente imposibles de apagar.
Por estas razones, algunas marcas están optando por fabricar coches con motor de hidrógeno que se recargan tan fácil como los actuales a gas. En este sentido, el primer coche con motor de 2 litros impulsado por hidrógeno, específicamente diseñado para vehículos de pasajeros, se presentó en Corea del Sur en 2023.
En el terreno geopolítico, debe tenerse presente que Europa busca la manera de reducir las emisiones en el transporte de manera drástica. Con el acuerdo Euro 7 se esperaba un primer paso para conseguir los ambiciosos objetivos propuestos para 2030. Se avecinaba un paso intermedio antes de prohibir los motores de combustión (que no sean neutros en carbono) a partir de 2035.
Sin embargo, la regulación ha terminado por dejar al transporte ligero tal y como está. Los límites de emisiones se mantienen y será el transporte pesado el que tendrá que hacer un importante ajuste en los años venideros, aunque éstos también se retrasarán hasta 2029. Y es aquí donde más propuestas se están poniendo encima de la mesa.
De momento, los camiones eléctricos tienen un reto por delante. Por tamaño, las baterías que pueden instalar en el chasis son enormes pero, al mismo tiempo, provocan un sobrepeso en la estructura, necesitan de enormes enchufes para asegurar cargas útiles en el día a día y, además, la autonomía se puede ver seriamente perjudicada cuando viajen a máxima carga.
La solución, afirman otras voces de la industria como Mercedes, pasa por el hidrógeno. Con hidrógeno, el problema de la autonomía desaparece porque se recarga como cualquier otro combustible. Sin embargo, actores como Man desechan la idea por la baja eficiencia del hidrógeno, la cual sería inferior a la electricidad.
En los últimos años, el sector del transporte vive entre quienes creen que el futuro se encuentra en el hidrógeno y los que consideran que este tipo de tecnología es inviable para el transporte de carretera.
Entre los primeros figura Toyota. La firma japonesa hace tiempo que trabaja con el hidrógeno como alternativa al coche puramente eléctrico. Primero con el Toyota Mirai, un vehículo movido por pila de combustible que utiliza el hidrógeno para generar energía eléctrica que pasa por una batería y, posteriormente, aprovechan motores eléctricos.
El problema se suscita en que se necesita energía adicional, y no poca, para mantener el hidrógeno en estado líquido, con temperaturas de 250 grados bajo cero, con el que se logra la mayor eficiencia, y de ahí el desafío tecnológico adicional para la masificación.
Lo esperable es que surja de estos avances, en todos los campos relacionados con la energía, una decantación imprescindible de las alternativas que están en experimentación, para obtener la combinación de eficiencia, practicidad y ecuación objetiva que permita la anhelada transición masiva hacia energéticos amigables en un plazo razonable, para beneficio general, más allá de la carrera empresarial por copar el mercado en un marco de conflicto de intereses, que no siempre va en la dirección que necesita la humanidad.