Radiografía de una crisis

“Rosario se desangra”, así empieza un artículo que tiene más de un año. Se publicó en el portal Infobae en febrero de 2023 con la firma del periodista Andrés Klipphan y es una síntesis del proceso de deterioro de la segunda ciudad en importancia de la vecina República Argentina, una ciudad que hoy arde a raíz de un enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y las mafias del negocio narco que no deja de cobrarse víctimas inocentes. “Los vecinos reclaman por seguridad. La violencia en las calles, en los barrios, aumenta año a año, mes a mes. Las víctimas ya no son solo integrantes de bandas rivales por disputa de territorio. Niños, bebés, quedan en medio de balaceras. En la ciudad santafesina los crímenes se profesionalizaron. Las familias narco que anidan en el territorio contratan sicarios para eliminar oponentes. Son empresas criminales”, planteaba la nota.

El redactado cita a Eugenio Burzaco, exsecretario de Seguridad de la Nación en el período de Mauricio Macri, repasando que “Rosario tuvo más de 280 asesinatos en 2022, una tasa que supera los 20 homicidios cada 100.000 habitantes. Una enorme cantidad de los 2.327 asesinatos de los últimos diez años en la ciudad están relacionados directamente con el tráfico de drogas y la violencia vinculada a esta actividad”. Agregaba entonces que proyectando los homicidios intencionales de los primeros dos meses del 2023 a todo el año, “terminaremos con un homicidio intencional promedio por día y a Rosario ubicada entre las 50 ciudades más peligrosas del mundo”. Los homicidios bajaron en cantidad a lo largo del año pasado y la tasa bajó de más de 22% a menos de 20, a 19,87%, para ser más precisos. De todos modos, Rosario sigue siendo una de las ciudades más peligrosas del mundo. Porque más allá de los números, la inseguridad no varía. La sensación, sí, la “sensación térmica” como decía la desaparecida ministra del Interior Daysi Tourné.

“La disputa feroz de las bandas por el control territorial del negocio narco, generan el 75% de los homicidios cometidos con armas de fuego, tasa muy superior a la media nacional”, agregaba Burzaco en la cita. También planteaba que esta “dinámica criminal no solo alimenta un mercado de consumidores ávidos por financiar su consumo que se transforman en ‘dealers’ o ‘soldaditos’ de las bandas criminales, sino que también altera los incentivos de ascenso y reconocimiento social, llevando a muchos jóvenes a matar por un celular o un par de zapatillas, con una irracionalidad criminal que no ajusta los medios violentos a los fines a conseguir”.

Burzaco también advierte que “no es casual que Rosario sea un objetivo central para las operaciones de los grandes narcotraficantes”, y atribuye esto a que “allí convergen casi todas las rutas relevantes que vienen del norte desde los principales países productores de estupefacientes, tanto de cocaína como de marihuana”. Y señalaba que otra de las rutas narco es la hidrovía, que “se ha trasformado en una verdadera autopista comercial de Paraguay, Bolivia, sur de Brasil, Argentina y Uruguay, en un viaducto para el tráfico de cocaína hacia Europa”. Esto ha quedado demostrado varias veces ya con los repetidos cargamentos que se han interceptado en puertos europeos que han pasado por el de la San Felipe y Santiago. A propósito, un reciente artículo en la Voz de América (VOA, por Voice of America), la radio oficial de los Estados Unidos, alude a alejamiento de la DEA (Administración de Control de Drogas) de nuestro país en 2019, después de varios años de tensión con el gobierno, según refleja. También señala que desde el actual gobierno uruguayo se han hecho gestiones para que esa dependencia vuelva a estar con una oficina en Uruguay, pero de ello hay ninguna chance, por un lado porque no está saliendo cocaína desde Montevideo hacia la federación norteamericana y por otra parte porque la principal preocupación de ese organismo hoy es el fentanilo. “Con la poca cocaína que circula desde Uruguay hacia Estados Unidos, hay poco apetito para buscar la aprobación del Congreso para reabrir una oficina en Montevideo. Ahora todo es fentanilo”, dijo Larry Reichner, ex subdirector regional de la DEA para el sur de Sudamérica de 2015 a 2019. “Les importa un comino la cocaína”. La DEA se negó a hacer comentarios, según VOA.

Pero volviendo a lo de la ciudad que vio nacer a Fito Páez, Alberto Olmedo, Roberto Fontanarrosa y tantos otros argentinos célebres, Burzaco señalaba que es un grave error creer que este problema se circunscribe únicamente a los países productores y de consumo final, porque el tráfico de cocaína internacional paga a intermediarios y facilitadores en especies, “es decir dejando parte de esos cargamentos a lo largo de las rutas de circulación”, por lo que “esa sustancia debe ser volcada al mercado local para generar ganancias a estos grupos”. De allí que no sorprenda que países como Chile, Uruguay, Brasil y Argentina “tengan prevalencias de consumo similares a los Estados Unidos o los principales países europeos”. Sudamérica se ha transformado en un mercado maduro, “que mueve enormes cantidades de dinero. Ya no somos un mero país de tránsito”, aseguró.

Rosario, en esto, es un “ejemplo” a no seguir. Burzaco lo señalaba en ese momento, en febrero de 2023, como indicativo de un rumbo negativo de todo el país en materia de inseguridad. “Muestra como la pérdida del control territorial por parte del Estado es ocupado por las bandas criminales”. Agregaba que “el Estado ingresa a las zonas críticas pero no puede permanecer allí. Con el tiempo ya ni siquiera ingresa en determinados barrios y la vida diaria de los vecinos en aquellos lugares es regida por los líderes criminales. Las peleas entre bandas terminan generando muertos inocentes como daño colateral”. Lo que viene después que las bandas controlan el territorio es, de acuerdo a la descripción, casi que de manual de la operativa mafiosa de las películas de Martin Scorsese: sus actividades se expanden, comienzan a cobrar “impuestos” criminales y extorsivos por “protección” de las actividades lícitas y abordan otros negocios ilegales, como el tráfico de armas. “La ilegalidad y la violencia van desplazando de la ciudad al comercio legal y la libertad de las personas, y las bandas se enfrentan abiertamente al Estado”. Parece la descripción de lo que acontece hoy en Rosario, apenas un año más tarde.

“La lógica del narcotráfico –describía Burzaco– es corromper instituciones y personas a lo largo de su actividad criminal para poder maximizar los beneficios de su negocio, para reducir riesgos en la operación y para desplazar adversarios”. Y su capacidad económica tal vez no sea ilimitada, pero es muy importante, cabe agregar.