Paysandú vive a pleno el Día del Patrimonio

Decenas de sanduceros adhirieron a las propuestas locales que desde la Comisión del Patrimonio de Paysandú, se impulsó en esta trigésima edición del Día del Patrimonio que este año tributó homenaje a la vitivinicultura, un sector fuertemente arraigado en nuestro departamento. Numeroso público participó del recorrido que ofreció un servicio especial de Copay, a las 10, a las 15 y a las 17 horas –este último debió reforzarse con un ómnibus adicional–, partiendo desde la Dirección de Turismo, con guía turística para visitar el Circolo Napolitano, UTEC en la antigua Paylana, bodegas Falcone y Vino Terra, el Museo de Historia y el Mercado Municipal.

En el Museo de Historia, además se está exponiendo la muestra “De vinos y patrimonio”, que es “representativa de la cultura vitivinícola de Paysandú”, y traza un recorrido por la historia, desarrollo y crecimiento de bodegas emblemáticas de Paysandú. Según los registros, “el cultivo de la vid para la producción de vino en Paysandú comenzó en el último cuarto del siglo XIX”, en tanto “los primeros en plantar viñedos con fines comerciales fueron los señores Perret, Geyres, Dessimoz, Chappuis y Rolla, posteriormente se sumaron a mayor escala Jacinto Serra, Eduardo Kammermann, el Dr. Abel Legar y el Dr. Silván Fernández”. Cuando la invasión de langostas, pequeños agricultores lograron salvar sus viñedos, y un personaje destacado en esta lucha fue don Francisco Becaría, inmigrante italiano, quien “fue pionero en la producción de vinos en Paysandú”. En la reseña presentada en esta muestra, también se habla de la tradición vitivinícola de la familia Falcone, cuando los hermanos Domingo y José, inmigrantes italianos, se establecen en nuestro departamento en 1886 y comienzan el cultivo de la vid y la producción artesanal de vinos. A la vez, da cuenta que “la primera generación de la familia Ariano”, inmigrantes italianos, se establecen en Canelones en la década del ‘20, donde fundan la bodega, y luego la segunda generación en el ‘60, se instala en Paysandú, en Constancia, “para desarrollar allí lo que sería con el paso del tiempo, la plantación de viñedos más importante de la región”.

CHARLA TALLER “LOS CAMINOS DEL VINO”

También en el Museo Histórico, el enólogo Jorge Pehar ofreció una charla taller denominada “Los caminos del vino”. El profesional ha estado muy vinculado con nuestra ciudad, pues al tiempo de recibirse en 1997, fue contratado por la bodega Falcone, donde “me abrieron las puertas para que yo pudiera desarrollarme plenamente”, comentó a EL TELEGRAFO, previo a su charla. Ello le permitió una mayor formación “en los vinos de terruño, pero en particular con los vinos del norte”, indicó, recordando que “cuando yo vine acá había varias bodegas chicas”, en una zona que “tiene una particularidad, que es el suelo calcáreo”, lo que permite que, aunque “para algunas variedades éste quizás no sea el mejor clima, estas se expresen en forma distinta”, observó. Sabiendo “aprovechar las particularidades, eso termina siendo un atractivo de esos vinos”, ya que “el público de vino fino, lo que hace es tratar de probar cosas diferentes”.

“Incluso desde el punto de vista gastronómico esas diferencias puedan hacer que un vino de Paysandú acompañe determinados platos”, mientras “un vino de la misma variedad del sur, no”, valoró. “Son diferencias muy grandes que hay”, agregó.

Coincidió que se trata precisamente de trabajar sobre esas fortalezas. “De hecho acá en Paysandú se logra una calidad de uva que se da naturalmente, que para lograrla en Canelones necesitás mucha mano de obra”, subrayó. “Son formas de trabajo muy diferentes y vinos con perfiles muy distintos”, enfatizó.

En la charla realizó una reseña histórica de cómo se originó la vitivinicultura en el Uruguay, describió la situación en ambas márgenes del río Uruguay, la legislación vitivinícola, las practicas de los viñedos y el proceso de elaboración, entre otros aspectos. Alentó a los jóvenes a “que se animen a hacerlo, porque el vino forma parte de nuestra cultura”, pero además “es una de las pocas agroindustrias que en realidad une a la gente y es diferente en cada lugar”. Se trata de una actividad en la que “hay que hacer distintos trabajos, que siempre en familia es mucho mejor”, consideró.

Destacó también que en nuestro país, “la mayoría son bodegas familiares”, un valor agregado frente a grandes firmas de otros países, pues “tienen la calidez” de que son los propios dueños quienes elaboran, reparten o reciben al público. “Y es una fortaleza para lo que es la cultura del vino, para lo que es el mundo vitivinícola, ya cada vez hay menos bodegas familiares y acá no, sigue siendo artesanal”, cerró.