Esteban Pablo Krall Schroder (67), es un profesional veterinario docente que aunque ya se encuentra jubilado, aún no se ha retirado completamente de la actividad. Mientras transita esta “segunda etapa de la vida” está descubriendo las muchas bondades y atractivos que tiene embarcarse en nuevas experiencias de vida. En diálogo con Pasividades, al iniciar la charla aclaró que es oriundo de Montevideo, pero está “muy agradecido con Paysandú”, donde reside desde hace casi cuatro décadas. “Mis hijos se criaron acá, estoy muy agradecido por los muy buenos valores, la sociedad sanducera y haberme dado la oportunidad de trabajar”, destacó.
“Nací en Montevideo pero desde los 2 meses viví en Cerro Largo, en la Estación Experimental de la Facultad de Agronomía, donde trabajaba mi padre. Terminé el liceo y me fui a Montevideo a estudiar” los estudios terciarios. “Trabajé 2 años y desde el 87 que estoy en Paysandú trabajando”, contó. Se dedicó “un poco a la docencia de veterinaria y otro poco docencia en UTU-UTEC, que hoy sigo pese a ser jubilado, porque fui recontratado. Y en el Centro Universitario de Paysandú en la parte de gestión, desarrollo de la universidad en el Interior, y ligado a la lechería siempre y todavía, por suerte”, agregó.
“Me crié en el campo, por lo tanto ese medio para mí siempre fue muy importante”, reflexionó. “Estuve 5 años en una granja quesera con la familia, en Paso Guerrero, he trabajado en las granjas de Paysandú, estoy tratando de colaborar con los granjeros de la Sociedad de Fomento de Paysandú. Pero mi fuerte técnico es el tema lechero”, remarcó.
Luego de estar al frente de la sede de Río Negro de la Universidad de la República, a los 61 años resolvió jubilarse, lo que admitió no resultó una fácil decisión. “Fue todo un desafío porque quería seguir trabajando”, comentó. El mayor reto era asumir un ritmo de vida muy distinto al que tenía hasta ese momento, pues “lo económico no soluciona todo, por suerte”, observó. Afortunadamente, en ese momento “nos salieron a dos grupos de investigación dos proyectos lecheros muy buenos”, a través de los cuales “estuve recorriendo tambos de Salto, Paysandú, Río Negro, muchos kilómetros. Por lo menos en esas dos actividades de dos años cada uno –todavía estoy involucrado con alguna de ellas–, logré salir de ese inicial bajón”, reconoció.
En este sentido, coincidió que cuando una persona piensa en jubilarse es importante tener un proyecto. “Es la segunda etapa de la vida, me decía una persona amiga y es muy importante la compañía, los grupos, un proyecto”, subrayó. Entiende a quienes les resulta difícil iniciar esta etapa e incluso que trabajan hasta los setenta –y quizás más también– y lo hacen con mucho entusiasmo. “En mi propia experiencia valoro el ser contratado unas horas semanales, pocas, pero por lo menos como docente de UTEC, en el rubro lechería también” permite trabajar cerca de jóvenes, “eso te renueva”, al igual que continuar con “la investigación”, porque el ocupar un rol institucional posibilita ser parte de un grupo de trabajo, valoró. “Por eso me da temor abandonar ese lugar, pero lo voy a hacer porque ya 67 años es bastante, las diferencias generacionales se sienten. Pero por ahora es posible seguir siendo docente un tiempito más”, apuntó.
A propósito de su profesión, nos dijo que “cuando vine a Paysandú y empecé a trabajar como docente, ya que tenía experiencia en un colegio en Montevideo, comencé a ir descubriendo la naturaleza, las vacas lecheras, la comida, el ambiente, el entorno, la gente laburando mucho, y la vocación la fui encontrando en el camino. Hoy soy un apasionado”.
“SE PUEDEN ARMAR MUCHAS ACTIVIDADES Y PROYECTOS”
Más allá de sus apreciaciones sobre lo que significa la vida laboral, es consciente de las distintas posibilidades que se abren en esta nueva etapa. “Mi esposa está jubilada también hace bastantes años, y ambos nos vamos acompañando”, confió, valorando que además “aparecen grupos, mucha gente buena, y se pueden armar muchas actividades, proyectos y acompañarse que es muy importante”, significó.
Precisamente, desde hace algunos años a modo recreativo comenzó a asistir “a talleres de Ceupa, que es algo precioso que tiene Paysandú –yo las propagandeo a todas–, historia, filosofía, son muy buenos. Yo voy a retomar este año Historia”, comentó. Además, “en la Academia Calderón estoy estudiando acordeón a piano y hemos salido con un amigo a tocar en algunos lugares de tercera edad, donde hacemos animación. Hemos ido al Centro de Día que funciona en Ajupe, donde hicimos mezcla de canto con baile y en algún otro lugar, usando la música como animación y a la vez como una herramienta para establecer vínculos”, expresó.
“Ahora me falta arrancar remo en el Club Remeros, porque la actividad física también es algo que uno tiene que cuidar”, subrayó.
“En definitiva, está buena esta etapa porque uno puede ir sumando otras actividades”, consideró.
Valoró muy especialmente el disponer de tiempo para disfrutar momentos en familia. “Vamos una vez por mes a Treinta y Tres, donde tenemos nuestro único nieto”, destacó. Aunque sus tres hijos –Rocío, Ismael y Luciana–, no residen en Paysandú, apreció la tecnología que permite hoy estar en contacto permanente. “Ahora con la videoconferencia estando lejos se puede comunicar bastante bien, podés estar más cerca”, observó.
UNA ETAPA QUE TIENE “CADA VEZ MÁS SENTIDO”
“Por ahora estoy encontrándole cada vez más sentido a eso de andar ‘a media máquina’, un poco trabajo, otro poco recreación y amigos, y renovarse un poco, con algún viaje”, reflexionó. “Por suerte tenemos esa oportunidad de viajar”, agregó, recordando que fueron a España cuando sus hijos estuvieron viviendo en aquel país y también han visitado países de Sudamérica.
“Estoy muy conforme”, aseguró al mirar su vida en retrospectiva, citando especialmente la familia que formó. “Soy cristiano, participo mucho de las actividades. Eso me da otro enfoque como herramienta de superación de las limitaciones que todos tenemos, pero cada vez mejor. Incluso el drama de la jubilación y de la inactividad lo vengo superando bastante bien”, reconoció.
“Tal vez son los menos los que tienen muy claro que deben jubilarse y qué hacer. Y hay excelentes ejemplos, como el de una abuela que sale con sus nietos y se los lleva de paseo por ahí hace ya algún tiempo; y es una actividad de abuela que está buenísima”, consideró.
En su opinión es bueno “tener tiempo no laboral, las actividades recreativas, y el cambio de actividades. Hay muy buenos ejemplos, pero también los hay de los otros. El bajón de la inactividad te hace sentir inútil”, indicó. Es por ello que hoy por hoy, cuando la expectativa de vida es cada vez mayor, “es todo un tema” por lo que “tenemos que ir acomodando la cabeza”, opinó.
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