De consumos y campañas en la era de la virtualidad
Titula el portal de Presidencia de la República: “Gobierno proyecta acciones para retrasar edad de inicio de consumo de alcohol” y agrega que la JND (Junta Nacional de Drogas), “realizará antes de fin de año una campaña de prevención para adolescentes, sobre alcohol, cannabis y bebidas energizantes”.
Estas acciones anunciadas vienen a cuento de los resultados —recientemente publicados— de la X Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas en Estudiantes de Enseñanza Media, que realizó el Observatorio Uruguayo de Droga, dependiente de la referida Junta.
Algunos de los datos de la encuesta enumerados en el artículo indican que el universo de estudio comprendió a adolescentes de entre 13 y 17 años, escolarizados, de ciudades de 10.000 habitantes. El muestreo se efectuó en todo el país entre el 26 de setiembre y el 1º de noviembre de 2024, entre 5.067 estudiantes de 101 centros educativos y 302 clases de centros de enseñanza públicos, privados y de educación técnica.
Según la investigación, el 82% de los estudiantes consumió alcohol alguna vez en su vida, 67% en el último año y 42% en el último mes. El uso de esta sustancia alcanza a una mayor proporción de mujeres que de varones y es superior en el Interior del país respecto a Montevideo. La edad media de inicio es 13 años.
Por otra parte señala que el 82% de los alumnos consumió bebidas energizantes alguna vez en su vida, 66% en el último año y 37% en el último mes. El uso de esta sustancia aumentó respecto a la medición de 2021 y es la más usada por los menores de 15 años.
El 14% de los estudiantes consultados dijo haber consumido tabaco (cigarrillos) en el último año, lo que mantiene la tendencia descendente. Las mujeres lo usan en mayor medida que los varones.
Uno de cada cinco estudiantes probó marihuana alguna vez en su vida y 15% la consumieron en los últimos 12 meses.
Estos datos permiten hacerse una idea del escenario que se enfrenta en nuestros centros educativos en materia de consumos juveniles, si además consideramos que, según datos del informe Adolescentes, jóvenes y empleo en la Educación Media, realizado por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), en el año 2022, el 92,2% de los adolescentes de 14 a 17 años asiste a educación media, por lo que permite tener un panorama bastante completo hasta esa edad. No obstante, el mismo informe de ese año indicaba que la concurrencia de estudiantes desciende de forma significativa entre los 18 y 21 años.
Resulta interesante repasar los comentarios que, respecto a estos resultados, efectuó el secretario general de la Junta Nacional de Drogas, Gabriel Rossi, quien, después de plantear que todo consumo en esa etapa incide de forma negativa en el desarrollo, aseguró que esta realidad no se modificará si no es con una política pública sostenida “no solo del Gobierno, sino de toda la sociedad” y adelantó que la JND trabaja en un Sistema Nacional de Prevención, cuya primera medida será realizar una campaña de concienciación sobre los efectos del uso de cannabis, alcohol y bebidas energizantes dirigida a adolescentes, antes de fin de año.
En realidad lo primero que destacó es la herramienta de contar “con un Observatorio de Drogas que hace series, esto en el tema de investigación es muy importante porque podemos comparar en distintos años. Esta es la décima encuesta que hacemos en 20 años, lo cual es maravilloso desde el punto de vista de lo que nos puede aportar para hacer política pública”.
Los resultados a lo largo de estos años demuestran cierta estabilidad en todas las sustancias. “Hay en marihuana una disminución y hay un aumento enorme en relación al tema de las bebidas mal llamadas energizantes, que son bebidas estimulantes”. Y aquí hizo un apartado para explicar este concepto. “Muchas veces estas bebidas energizantes se confunden con la ionizantes, que tiene que ver con el ejercicio, y muchos padres y por supuesto muchos adolescentes y niños, no conocen la diferencia entre la vida ionizantes y la bebidas energizantes”.
Aunque es cierto que el mercado ha variado mucho en cuanto a la oferta de este tipo de bebidas, es difícil concebir que a estas alturas haya alguien que siga confundiéndose entre los dos grupos que plantea el secretario y es más probable que quien consuma una bebida lo haga pensando en obtener los “beneficios” que ofrece la otra. El mismo Rossi lo plantea al indicar que las bebidas energizantes se consumen junto al alcohol y que “ahora estaban planteando los investigadores que las personas, los adolescentes, que consumen bebidas energizantes y alcohol, tienen tres veces más posibilidades de intoxicarse”. Los datos muestran una incidencia del consumo muy similar a la del alcohol, que es un consumo tradicional, ya no entre los adolescentes sino en la sociedad toda. Y este es precisamente el problema más complejo, porque el consumo de alcohol está más que aceptado, es incluso “celebrado”, en la medida que está muy asociado a situaciones de festejos y de alegrías compartidas, algo que, además, se ha encargado muy bien de aprovechar y enfatizar la publicidad a lo largo de los años. No en vano en muchos países se ha determinado la prohibición de asociar bebidas alcohólicas —o “energéticas”— con eventos o instituciones deportivas, por ejemplo. Sin embargo, al igual que otras, como las dedicadas a las apuestas deportivas, estas industrias se han mostrado muy hábiles para sortear estos obstáculos y seguirse promocionando y asociando su imagen.
Por ello, la campaña que propone la Junta Nacional de Drogas tendrá muchos desafíos que enfrentar, además del de llegar a sus destinatarios —que hoy ya no es tarea tan sencilla— para que, aunque cargado de buenas intenciones, no se vuelva un mero gasto. No va a alcanzar con acciones en los medios si antes no se logra que haya determinada predisposición en la sociedad para aceptar el mensaje. De buenas a primeras, no parece que hoy se esté dando ese prerrequisito. → Leer más





