Una de espías

No debe ser sencillo explicar y exponer ante sus seguidores y militantes por qué una de las figuras más destacadas en la historia del Partido Socialista uruguayo haya sido espía del servicio del gobierno de Checoslovaquia a cambio de dinero y otros beneficios. Pues sí, los socialistas vernáculos justifican y exculpan a su referente, Vivián Trías –varias veces diputado, secretario general y fundador del partido–, por haber actuado como agente encubierto de ese régimen durante más de una década, según una desclasificación de documentos. Como si existiera el espionaje bueno y el espionaje malo.
En octubre de 2017 se supo, a través del libro “La StB: El brazo de la KGB en Uruguay”, de Mauro Kraenski y Vladimír Petrilák, que Trías espió para el régimen comunista checoslovaco y que trabajó para la StB, el servicio de inteligencia de ese país (desde 1993 dividido en República Checa y Eslovaquia). Según publicó el suplemento Qué Pasa, Trías, a través de sus amigos empleados en medios de prensa, lograba que se publicaran artículos inspirados en Praga y en contra de Estados Unidos. El vínculo duró durante 13 años, entre 1964 y 1977.
“Vivian Trías fue por muchos años colaborador del servicio de inteligencia checoslovaco de la StB. Como hombre inteligente, sabía muy bien de que no se trataban de diplomáticos ‘comunes’. Su relación con el servicio de inteligencia comunista de un país subordinado a la Unión Soviética, no se debió solo a la convergencia política; el agente ‘Ríos’ era un agente que trabajaba por recompensas financieras y por regalos”, señalaron ayer los autores del libro.
También dijeron que era visto por la StB como un agente leal, probado y eficiente que colaboró durante muchos años. Además, recibió entrenamiento de espionaje y también fue un agente-reclutador (bajo bandera falsa), es decir, “mintió a algunos de sus conocidos, para involucrarlos en actividades de inteligencia en favor de la StB”. “Por el momento, queda en abierto si Trías también trabajó como agente para la KGB soviética”, añadieron enfáticamente.
Luego de poco más de un año de esa noticia, el Ejecutivo del Partido Socialista se reunió para analizar los documentos. En primer lugar, no negaron el nexo de Trías con la delegación diplomática checoslovaca. Cabe consignar que en aquella época, en medio de la guerra fría, los socialistas eran pro Unión Soviética y de la causa de Moscú en la visión del mundo; además, el Partido Socialista apoyaba todas las dictaduras comunistas alrededor del globo.
Según los documentos, Trías redactó trabajos para la inteligencia checoslovaca, tal como publicara el historiador y exmilitante socialista Fernando López D’Alesandro en una columna en el sitio de la agencia de noticias UyPress.
Pero volvamos al encuentro de los socialistas para estudiar lo que se dice de Trías. Allí concluyeron que el líder socialista estableció ese vínculo “sobre la base de coincidencias de carácter político en torno a la defensa de la revolución cubana”, así como el combate al “imperialismo” estadounidense. A eso agregaron que ese vínculo no supuso “un condicionamiento político o ideológico para su pensamiento” ni el del Partido Socialista.
En un momento, los socialistas anunciaron que iban a establecer una comisión para analizar los diferentes documentos que denunciaban el espionaje de Trías. Pero, lejos de hacerlo, ahora justifican su accionar, quizá para no manchar la imagen de uno de sus referentes históricos o por miedo a sus seguidores ahora que se viene un año electoral. En cualquier caso, una falta de valentía por buscar la verdad y para comprender cabalmente por qué Trías hacía ese trabajo.
Para muchos ciudadanos, el hecho de espiar para un régimen comunista –el comunismo mundial es responsable de miles de millones de muertes– significa una barbaridad y una traición para nuestra nación. Pero para ellos, lo de Trías quizá no resulte tan condenable –no solo pensando en los de aquel tiempo–, porque dentro del Partido Socialista aún hay integrantes de corte leninista que aplaudirían lo que Trías llevaba adelante con los checoslovacos.
El asunto se encuentra –como bien lo resumió el sociólogo Pablo Da Silveira en una columna en El País en marzo pasado– en que Trías –quien murió a los 58 años el 24 de noviembre de 1980– se presentaba a sí mismo como una alternativa a la línea leninista.
“En su trabajo como intelectual se había alineado con el revisionismo histórico, se había definido como un antiimperialista defensor de la causa latinoamericana y había acuñado la idea de un ‘socialismo nacional’. Que justamente él termine siendo un espía a sueldo de un servicio de inteligencia extranjero que trabajaba para un imperio, no solo pone en tela de juicio la consistencia de su pensamiento sino su sinceridad”, recalca el artículo de El País.
Para la interna del Partido Socialista vernáculo debe ser un tema sumamente espinoso y, seguramente, haya supuesto un golpe duro para varios. En un grupo político donde existe una división entre renovadores y ortodoxos, que su gran figura histórica haya mentido como lo hizo no es cosa fácil de lidiar y sobrellevar.