Más incertidumbre en los mercados mundiales

Cuando parecía surgir alguna expectativa moderada de un próximo desenlace en cuanto a la guerra comercial entre Estados Unidos y China, a partir por ejemplo de alguna suavización de las medidas de Donald Trump contra la fabricante china Huawei, el mandatario de rubia cabellera volvió a apretar el acelerador y los pequeños avances han quedado no solo minimizados, sino que se ha retrocedido y las consecuencias no se harán esperar.
Es que en pocos días y hasta horas, finalizando la semana, hubo una medida de China, tuits del presidente de Estados Unidos Donald Trump, reproches del mandatario al presidente de la Reserva Federal (Fed) y una inevitable reacción a tono de los mercados.
Este viernes, China dio a conocer nuevos aranceles a bienes estadounidenses valorados en U$S 75.000 millones, en la más reciente escalada de la disputa comercial entre las dos economías más grandes del mundo. El Ministerio de Comercio de la nación asiática señaló en un comunicado que impondría aranceles adicionales de un 5 o un 10% sobre un total de 5.078 productos originados en Estados Unidos, que incluyen bienes agrícolas, petróleo, pequeñas aeronaves y automóviles.
Estos aranceles sobre algunos productos en algunos casos entrarían en vigencia el 1º de setiembre y el resto lo haría en tres meses más, y la reacción de Trump no se hizo esperar: “No necesitamos a China y, francamente, sería mucho mejor sin ellos. Las inmensas cantidades de dinero hechas y robadas por China de Estados Unidos, año tras año, por décadas, va aumentando y deben detenerse”, tuiteó Trump. Además amenazó con que “por la presente, se ordena a nuestras grandes compañías estadounidenses que comiencen a buscar de inmediato una alternativa a China, que incluya traer a sus compañías a casa y fabricar sus productos en Estados Unidos”.
De paso, el presidente estadounidense reprochó al presidente de la Reserva Federal (Fed) estadounidense, Jerome Powell, que en el actual escenario decide no hacer nada “como de costumbre”.
En un tuit fue muy enfático: “Mi única pregunta es quién es nuestro enemigo más grande, ¿Jay Powell o el Chairman Xi?”, refiriéndose al líder de China, Xi Jinping.
Pero más allá de este gobierno a fuerza de tuit de Trump, a partir de su postura radical de “Let`s make America great again” (Hagamos a Estados Unidos grande otra vez), la escalada de la guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo reaviva los temores de los mercados de que la economía mundial se encamine en breve a caer en recesión, de la que por supuesto muy pocos se beneficiarán, en el mejor de los casos.
Las primeras repercusiones han sido precisamente muy negativas: El indicador paneuropeo Stoxx 600 tuvo una baja del 0,7% tras una sesión volátil. El alemán DAX descendió un 1,2%, a la vez que Wall Street se desplomó, con una caída del Dow Jones de Industriales, el principal indicador, de un 2,37%. También el índice S&P cayó un 2,59%, en tanto que el Nasdaq, donde cotizan los grupos tecnológicos más importantes, perdió un 3% en la jornada.
Los mayores perdedores en Europa fueron sectores sensibles al comercio, como el minero y el tecnológico, mientras paralelamente bajó el dólar a nivel global y el petróleo. Encima, lejos de meditar calmadamente su respuesta, tras el cierre de los mercados, el presidente estadounidense respondió a los aranceles anunciados por China con un gravamen adicional del 5% a bienes del país asiático valorados en unos U$S 550.000 millones.
Y como era de esperar, lo justificó en un tuit, pasando factura además a sus predecesores: “Lamentablemente, los gobiernos anteriores han permitido a China evadirse tanto del comercio justo y equilibrado que se ha convertido en una gran carga para el contribuyente estadounidense. Como presidente, ¡ya no puedo permitir que esto suceda!”, agregó.
Así, el mandatario norteamericano anunció que Estados Unidos elevará aranceles a importaciones chinas por valor de U$S 250.000 millones del 25% al 30% a partir del 1° de octubre. Además, dijo que otra alza de aranceles a productos chinos por U$S 300.000 millones, prevista de un 10% será de un 15% a partir del 1º de setiembre, aunque los gravámenes sobre casi la mitad de esos productos se han retrasado hasta el 15 de diciembre.
Si bien a priori es difícil de estimar en toda su dimensión las consecuencias de esta guerra comercial recargada, poco cuesta inferir que países con poca espalda como Uruguay, de alta vulnerabilidad y que depende en grado extremo de sus exportaciones, de la apertura comercial en la que pueda estar inserto, será de los más afectados, y justo cuando habían asomado mejores expectativas por acuerdos del Mercosur con otros bloques, como la Unión Europea.
Es cierto, la perspectiva de un triunfo kirchnerista en las elecciones presidenciales de octubre en Argentina no permiten ser optimistas en cuanto a los acuerdos dentro del Mercosur para esta oportunidad que se abriría tras veinte años de negociaciones, pero la guerra comercial y la posibilidad de una recesión mundial ayudarán poco y nada, por decir lo menos, al Uruguay.
En torno a este escenario, el excanciller y expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Enrique Iglesias, evaluó que este conflicto Estados Unidos-China en última instancia no es comercial, sino tecnológico, pero con la particularidad de que “está llevando al rompimiento de las reglas del comercio mundial”.
Acotó que respecto “a Uruguay este conflicto no le es indiferente ya que tenemos intercambios importantes con ambas potencias”, en tanto como elemento adicional, pero cuya trascendencia queda oscurecida por esta escalada, el Mercosur anunció el viernes la firma de su segundo acuerdo comercial en el año, con países europeos que no están en la Unión Europea.
Una de cal y otra de arena en cuanto a perspectivas para nuestro país y el bloque, en un mundo en el que hemos perdido competitividad a ojos vistas, por lo que crece en importancia las oportunidades que surgen de acuerdos entre bloques para poder ingresar con menos aranceles en los mercados. Lamentablemente, salvo un golpe de suerte que nunca hay que descontar, al fin de cuentas, los nubarrones pueblan el horizonte y lo único seguro en este momento es la incertidumbre y imprevisibilidad.