Colectivos que desprecian otras opiniones

La Marcha por la Diversidad “Al closet nunca más y el miedo no es la forma” convocó el viernes a miles de personas en Montevideo, la que partió desde la plaza Independencia y tomó por avenida 18 de Julio hasta la explanada de la Universidad de la República, donde se leyó una proclama, en una instancia más de coordinación entre los denominados colectivos de perfil social, pero que tienen enquistada en su dirigencia, como suele acontecer, personas con manifiesta inclinación política de izquierda, y este factor precisamente es el que entrevera las cartas en las reivindicaciones.
En este caso, con coloridos disfraces, cánticos, bailes y consignas, se hizo uso de un derecho inalienable de libertad de expresión que apuntaba en sus orígenes a luchar contra diversas formas de discriminación que proviene desde diversos sectores de la sociedad, que tienen origen cultural y que lamentablemente muchas veces se expresa en forma intolerante y hasta con violencia.
En este caso la Coordinadora de la Marcha por la Diversidad subrayó que la consigna elegida es “un grito de lucha, una apelación a la memoria colectiva y una advertencia en un contexto regional en el que los avances en derechos humanos han sido brutalmente atacados en países como Brasil y Argentina”.
“Estamos viviendo un año clave para nuestra democracia. Nuestra consigna se planta como una clara advertencia: bajo ninguna circunstancia vamos a ceder la dignidad que hemos ganado. No habrá forma de que aceptemos cualquier indicio de retroceso”, señaló la Coordinadora.
Las organizaciones que integran la coordinadora este año son Asociación de Asistentes Sociales del Uruguay, Consejo de la Nación Charrúa, Cotidiano Mujer, Encuentro de Feministas Diversas, Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay, Feministas Terrajas, Maestras Feministas, Más VIHdas, MediaRed, Mizangas, Multimostro Colectivo, Mujeres en el Horno, Ovejas Negras, Pit Cnt, Trans Boys Uruguay Diversidad y Familia, y Uruguay Celeste Deporte y Diversidad.
También indicaron que Uruguay es un “faro de esperanza” en nuestra América Latina. En tal sentido expresaron que “en una región adversa, plagada de riesgos y amenazas, Uruguay aprueba y defiende una Ley Trans que viene a reparar y reconocer décadas enteras de invisibilidad, persecución, violencias y muerte”.
A la vez de rechazar las desapariciones, femicidios, y la “violencia machista”, así como es hora de que “en Uruguay se respete el derecho a la identidad y a concretar distintos proyectos de vida”, estos colectivos plantearon en su proclama su aspiración de que Uruguay sea “un país realmente sustentable”. En tal sentido manifestaron preocupación por la firma del acuerdo entre el gobierno y UPM para instalar una nueva planta de celulosa en el río Negro.
Un capítulo aparte de los colectivos es su rechazo a la reforma constitucional que impulsa el senador nacionalista Jorge Larrañaga por mayor seguridad y que se denomina “Vivir sin miedo”. En tal sentido, la Coordinadora por la Diversidad manifestó que se observa con “gran preocupación las propuestas que se alimentan del miedo mientras dicen querer combatirlo”.
“Nos preocupan las propuestas que se plantean como soluciones cuando en realidad no proponen nada nuevo. Las propuestas que hablan de seguridad cuando solo nos ponen en riesgo”, indican.
“Militamos por frenar este avance punitivo, porque no queremos más exclusión, ni represión”, dice la articulación de colectivos en un comunicado. “Decimos no a la reforma porque la militarización de las calles pone en riesgo a aquellos cuerpos más vulnerados y violentados: a los cuerpos disidentes de la norma heterosexual y patriarcal y a los cuerpos racializados. Porque queremos apostar por la construcción de un mundo mejor, en el que el castigo no sea la solución”, agregó.
A su vez “las heridas abiertas con las que vivimos no permiten entrar en el juego que sostiene la impunidad, la mentira y los pactos de silencio y a pesar de todo la tierra sigue hablando”, indicó paralelamente la Coordinadora en su cuenta de Twitter, en referencia a la búsqueda de detenidos desaparecidos en dictadura, en complemento de su postura.
El punto es que como suele acontecer con los colectivos, más allá de algunas posturas delirantes que saltan a la vista, éstos defienden presuntos derechos de quienes están involucrados y protagonizan sus movilizaciones, lo que no quiere decir que ésta sea necesariamente la postura de la sociedad en su conjunto, y por lo tanto, no coincide con el interés general, como así tampoco con la opinión de muchas mujeres que no se sienten representadas en la forma de actuar de estas organizaciones.
Pero además, el punto es que estos colectivos han sido copados, como es tradicional, por militantes radicales de izquierda, en general con el común denominador de la intolerancia, extremismos y fanatismos, lo que los lleva, en su soberbia, a incorporar reivindicaciones de carácter político partidarias como si se tratara de un movimiento monolítico y dentro de los miles de adherentes o protagonistas comprendidos en los colectivos, no hubiera personas de distinta filiación partidaria e ideológica, como efectivamente las hay.
Sin embargo ignoran olímpicamente estas opiniones “porque no son importantes” y se despachan en su soberbia e intolerancia contra otras ideologías y partidos dividiendo el mundo entre buenos y malos, inculpando así a gobiernos de derecha como perseguidores de homosexuales, incluyendo al Brasil de Bolsonaro, e ignorando por ejemplo la postura y actitud histórica de Cuba contra los homosexuales. Y lo soslayan simplemente porque reconocerlo interpelaría a un régimen de izquierda como discriminatorio, intolerante y autoritario, tanto o más como los de derecha a los que acusan.
En la misma línea, dirigentes del Pint Cnt, como es el caso de Marcelo Abdala, defienden a capa y espada al régimen de Nicolás Maduro, sin importarle en absoluto lo que piensan miles de trabajadores de los gremios de la central sindical que consideran al régimen chavista como a una dictadura, y lo reafirman en cada proclama, además de organizaciones sociales cuya dirigencia trata de imponer a los demás su visión sobre la lucha de clases y son brazo articulador y propagandístico del gobierno del Frente Amplio.
Este es el punto que precisamente genera descreimiento en amplios sectores de la población, cuando se presenta como “políticamente correcto” lo que promueve la izquierda –que además muchas veces no lo practica, en su doble discurso– y los colectivos, mejor dicho sus dirigentes, lo que hacen con sus métodos intolerantes es desvirtuar las causas que supuestamente abrazan, e indirectamente, dan la razón a quienes las cuestionan.
Y lo peor es que no les importa, porque la imposición de la ideología es por regla general su leit motiv y no la verdad y la justicia, como pretenden hacer creer.