­Fuerza transformadora

Desde 1999, por decisión de la Asamblea General, Naciones Unidas designó el 12 de agosto como el Día Internacional de la Juventud. La celebración, dice la organización, “busca promover el papel de la juventud como socia esencial en los procesos de cambio, y abrir un espacio para generar conciencia sobre los desafíos y problemas a los que los jóvenes se enfrentan”.
Además ONU y cientos de instituciones y organizaciones a nivel mundial están difundiendo actividades, propuestas y convocatorias a través de las distintas redes sociales mediante la iniciativa #31DíasDeLaJuventud.
El Día Internacional de la Juventud, agrega la fundamentación de ONU, “sirve para celebrar y dar voz a la juventud, sus acciones y sus iniciativas”. Y desde este punto de vista cabe preguntarse dónde estamos parados hoy en Uruguay.
Por supuesto que las generalizaciones son injustas, porque en el marco de esta pandemia hemos visto abundantes ejemplos de jóvenes que incumplen con los pedidos de mantener el distanciamiento y abstenerse de participar en celebraciones o reuniones, poniendo en riesgo no solamente su salud sino también la del resto de la comunidad. También es habitual encontrarse a través de las redes testimonios de problemas ocasionados por jóvenes, problemas de violencia, de vandalismo, de acumulación de basura en espacios públicos, entre otros múltiples.
También, afortunadamente, y aunque sean mucho menos “virales”, abundan los ejemplos de jóvenes que dedican su tiempo a acciones en bien de la comunidad. Los hemos visto, por ejemplo, en campañas solidarias como la recolección de alimentos para abastecer las ollas populares, que se ha emprendido desde la Universidad, en campañas de donación de elementos de abrigo que realizan diferentes organizaciones sociales, así como diferentes acciones de voluntariado, entre ellas tal vez las más visibles sean las campañas de Techo o de Teletón. También es frecuente encontrarnos jóvenes sanduceros que destacan en certámenes internacionales, como las Olimpíadas de Química, a las que suelen viajar exponentes sanduceros.
Pero no se trata solamente de eso, de “destacarse”. Este año el propósito del Día Internacional de la Juventud es poner en relieve el compromiso “de los jóvenes en la vida y los procesos políticos, económicos y sociales”. De hecho el lema de este año es “El compromiso de la juventud por la acción mundial”, y tiene por objetivo destacar las maneras en las que el compromiso de los jóvenes a nivel local, nacional y mundial “puede enriquecer los procesos y las instituciones nacionales y multilaterales, así como identificar cómo mejorar significativamente su representación y participación en las instituciones políticas oficiales”.
Cabe mencionar dos ejemplos –bien diferentes– de cómo los jóvenes pueden provocar acciones que ayuden a mover la aguja. Greta Thunberg (hoy tiene 17 años) se volvió un símbolo de la causa contra el cambio climático desde su movimiento que nació en su inasistencia a la escuela como forma de protesta. Su reconocimiento creció a tal punto que se ha reunido mano a mano con muchos líderes mundiales a quienes ha reclamado acciones para revertir el calentamiento global. El otro caso es el de Emma Watson, la británica que hoy tiene 30 años, ya era una figura conocida a escala global cuando asumió un rol activo en defensa de la causa de las mujeres del mundo. Hoy es embajadora de buena voluntad de ONU Mujeres, y aprovecha su popularidad para hacer llegar su mensaje.
Pero no se precisa ser Greta o Emma para generar cambios, y seguramente en Paysandú, en las localidades, en los barrios de la ciudad, hay jóvenes asumiendo roles trascendentes para su comunidad, o esperando que se les dé la oportunidad de asumirlos, porque también es cierto que no siempre aparecen.
Son años difíciles para ser joven. Hoy, como nunca, en el mundo reina la incertidumbre sobre las fuentes de trabajo del futuro. Ya no es tan aplicable aquel esquema de estudiar una carrera y dedicarse a ella durante toda la vida laboral activa, y mucho menos los jóvenes (mal generalizados como “millenials”) se apegan a un puesto de trabajo en una empresa. Es una época, no obstante, en la que el talento se valora, se premia y se busca, pero con una volatilidad tal que el mismo talento en poco tiempo puede ser desechado sin más y remplazado por otro, o sustituido por un algoritmo que automatice un proceso.
No es fácil ser joven en esta era, aunque ciertamente no es fácil para ninguna edad. Aprender idioma inglés aún es hoy un conocimiento que suma valor, igual que obtener una libreta de conducir, pero están avanzados desarrollos tecnológicos que proporcionarán traductores automáticos simultáneos y automóviles que se conducirán solos. Así de desconcertante se presenta el futuro para quienes hoy transitan la adolescencia. Y eso para quienes no deben convivir con otros problemas como el desempleo de sus padres o el que estos se hayan separado y conformado otras parejas, o peor aún, que deban convivir con problemas de consumos abusivos o incluso verse en entornos familiares en los que el delito se ha vuelto la forma de supervivencia.
Este año, el Día Internacional se centra en fomentar el compromiso de los jóvenes en tres áreas interrelacionadas: Participación a nivel local o de comunidad; Participación a nivel nacional y Participación a nivel mundial.
Ojalá este día también sirva para que cada uno dedique aunque sea un momento para pensar qué podemos hacer hoy para apoyarlos.