La Basílica sanducera mejora sus retablos

El retablo de la Virgen del Carmen, ya restaurado.

Un grupo de sanduceros, encabezados por la restauradora Cecilia Camacho, ha acometido la tarea de restaurar los retablos de las naves laterales de la Basílica, una tarea en la que han avanzado en los últimos años y de la que aún queda por hacer.
Se comenzó con el retablo dedicado a San Roque, ubicado a la izquierda del ingreso a la iglesia, y que se encuentra al lado del de María Auxiliadora y el de San José, ambos anteriormente restaurados por la empresa Villa Fortín, que había realizado las grandes tareas de reparación de los techos, revoques, electricidad y otros aspectos como mover hacia atrás el altar y mejorar el ambón. “Junto a Carlos Pizzorno, Jorge Pesce y Marcelo Romero hemos venido restaurando un retablo por año”, comentó Camacho a EL TELEGRAFO.
En tanto, del lado derecho se mejoró el lugar donde se honra a la Virgen del Carmen; quedan por abordar los trabajos en los retablos de la Virgen Dolorosa, de la Virgen de Lourdes, y el de San Antonio.
Estas labores comienzan con una limpieza profunda, porque “es bastante, son 100 años de polvo acumulado”. “La mayoría de los retablos, después del Concilio Vaticano II, sufrieron la amputación del altar” que iba colocado por delante. “Ninguno queda con el altar adosado. En algunos la amputación fue más feliz y en otros más drástica”, detalló la restauradora.
Por ejemplo, “en el de San José se veía un caño debajo, que sostenía el retablo. Una cosa fea”. “Con madera, de la misma que está hecho el retablo, se hizo una base acorde; se cerró y el caño quedó dentro”, explicó. “Lo mismo pasó con el de San Roque, como que le faltaba algo; le hicimos una terminación más linda y le pusimos zócalo”.
En el retablo de la Virgen del Carmen, que aún tiene una marca en el piso donde llegaba la tarima del altar, se le aplicó el mismo tratamiento y se le hizo el zócalo. “Sucede lo mismo en la Dolorosa. Tiene la escultura de Cristo y debajo hay un hueco. Incluso de ambos lados de ese hueco las molduras se cortan abruptamente, hay que hacerle una terminación”, señaló Camacho. “En la Virgen de Lourdes parece que no tuvo o había algo más efímero ya que no se ve tan fea la faltante”, continuó.
En los retablos hay un grave problema, que tienen todas las iglesias: por costumbre, la gente suele pasar un trapo húmedo para limpiarlos. “Como estos tienen una terminación en estuco, que en definitiva es yeso, si se le agrega agua un día no pasa nada, pero en cien años se craquela y termina perdiendo partes, que es lo que pasa en algunas zonas”, ahondó.
Camacho resaltó que, más allá de esta tarea de los retablos, tienen pendiente la ventilación del cinenario en la zona de la capilla de María Auxiliadora, para “evitar la proliferación de la humedad de cimiento”. “Urge abrir esa ventilación porque está afectando mucho la pintura de dentro. La prioridad antes del verano es ventilar esto, no es costoso. La pandemia (por el coronavirus) nos paró un poco”.
“Quiero destacar que la tarea de restauración integral de la Basílica está en una etapa intermedia, ya que se ha tratado toda la envolvente (techos y paredes por fuera) para evitar que entrara más agua, y se ha sustituido la instalación eléctrica para hacerla moderna y segura. Aún falta tratar la fachada, el atrio y las torres, y por supuesto, devolverle el esplendor a la decoración mural interior, a la magnífica obra de pinturas al temple del artista Antonio Buscaglia”, concluyó Camacho.