Eugenio Schneider cumple 20 años en Casa Blanca: un country y un hotel 7 estrellas son sus nuevos proyectos

Eugenio Schneider. Presidente de Fricasa, “histórico” de la Marcha al Paraguay, el patrón de Casa Blanca. Y el hombre que no tiene teléfono celular. Ni quiere tenerlo.

“Se podría escribir un buen guión cinematográfico con su vida”, comenzaba una nota publicada en la edición de “Quinto Día” del domingo 23 de febrero de 2001. “Eugenio Schneider, un hombre al que muchos suponen conocer, aunque nada más alejado de la verdad”·, decía más adelante.
Este martes se cumplen 20 años que este hombre nacido en Buenos Aires, que vivió en el sur de Chile, fue preso “porque me parecía al Che Guevara” y administró la estancia San Ramón, llegó a Casa Blanca de cuyo frigorífico era el presidente del Directorio para quedarse.
“Lo llamo el advenimiento porque ya era presidente del Directorio hacía años, pero seguía viviendo en San Ramón. Venía a Casa Blanca una o dos veces a la semana, me reunía con la gerencia y nada más. Había entrado al Directorio en 1990 y desde 1992 ocupo la Presidencia. Llevo 28 años”, recuerda.
Aquel viernes 8 de setiembre del 2000 “abandoné San Ramón. Pero no quería simplemente subirme a un auto y salir de ahí. Había pasado 22 años de mi vida en esa estancia. Me pareció horrible salir en auto. Entonces decidí viajar a caballo hasta Casa Blanca. Primero los cinco kilómetros para llegar a ruta 24 y después el largo camino, que me llevó unas cuantas horas. Hasta que llegué. Y no me he vuelto a ir. Aquí vivo, este pueblo lo conozco muy bien y me conocen muy bien. Hasta entonces no sabía nada de nadie. Desde entonces conozco de familias, casamientos, divorcios. Conozco todo, muchos vienen a mí por asuntos personales”.
Aquella nota de “Quinto día” se titulaba precisamente “Eugenio, el patrón”. La tiene a la vista, la hojea y dice: “si una cosa es segura es que no estaremos sentados acá dentro de 20 años, porque para eso debería tener 100 años; hoy tengo 80”.
Pero sigue siendo el patrón, o quizás lo que hoy podría asimilarse a un alcalde. Después de todo es el frigorífico el que con maquinaria y personal se encarga de arreglar las calles. Y es la barométrica de la empresa que limpia los pozos negros a un costo de 400 pesos. No son actividades propias de un frigorífico. Pero “si no las hacemos, no se hacen. Así que las hacemos”.

APRENDER EL OFICIO

De aquel setiembre de 2000 Schneider –quien entre tantas cosas es uno de los 22 “históricos” jinetes que hizo la Marcha al Paraguay– se ha dedicado a “aprender este oficio de la carne, que no lo conozco”.
“Nunca fui carnicero, ni cortador, ni asador, ni nada de eso. Por la forma que me crié en un hogar alemán y luego mi vida en Chile, la carne vacuna prácticamente no existía”. Cuando llegó a Casa Blanca “me encontré con una empresa endeudada con el Banco República. Honestamente no estaba seguro de que podía sacarla del pozo en que estaba. Creo que prácticamente nadie pensaba que iba a lograrlo”. Pero lo logró.
Y aunque los últimos años han tenido altibajos y etapas financieramente muy complejas, afirma que este año –el año de la pandemia– “no nos afectó casi en nada, aun cuando algunos mercados externos redujeron demanda o dejaron temporalmente de comprar, caso de Europa, porque los restaurantes estaban cerrados, o de China. Pero recuperamos esos mercados. Claramente la gente sigue comiendo y el producto cárnico tiene demanda. No puedo quejarme en ese sentido”.
“Desde enero hemos cuadriplicado la faena. Aunque enero fue un desastre, febrero otro desastre. Pero cada vez se fue mejorando un poco. Comenzamos a faenar lanares nuevamente para exportar a China. Exportamos bastante. Hubo una semana que fuimos los principales del país”.

LA VENTA DEL PUEBLO

En su primero etapa en Casa Blanca se enfrentó a resolver el problema del padrón único que incluía el frigorífico, un centenar de viviendas, la capilla y la comisaría. La idea fue convertirlo en centro poblado, para lo que se necesitaba la acción del Ministerio de Vivienda, a fin de luego poder fraccionar el padrón único y vender los terrenos. Desde varios sectores aparecieron críticas porque se sostenía que las viviendas eran de quienes residían en ellas. Curiosamente, cuando el Ministerio de Vivienda finalmente acordó comprar los terrenos para venderlos a sus ocupantes, quienes tenían más de 60 años no podían comprarlas porque esa era una disposición ministerial. “Aun hoy hay quienes viven en casas que no pueden comprar”.

ÑANDÚES Y LIEBRES

Una de las experiencias fallidas, no solo para Fricasa, fue “la cría, faena y venta de ñandúes, que Jorge Batlle decía que iba a ser la panacea. Empezamos a faenar ñandúes, incluso hicimos la faena más grande del mundo, como en su momento lo publicó EL TELEGRAFO”.
“Pero aparecieron algunos problemas, como la tuberculosis aviar que es contagiosa para el ser humano. El ñandú era sumarísimo, el flete es muy complejo porque hay que lograr que todos se echen en el piso del camión, si no llegaban lastimados. El mercado tampoco respondió, el mercado mundial. Porque ya tenía el avestruz africano que es cuatro veces más grande. Pero tampoco esta carne tiene ahora gran demanda”.
También Fricasa fue el principal frigorífico que faenaba liebres pero los costos y la baja del precio de compra en Alemania terminó también con ese negocio. “Llegó un momento que la mano de obra uruguaya, el combustible uruguayo, la cantidad de permisos necesarios y la baja del precio en Alemania hizo que bajáramos la cortina”.

QUE NO FALTEN LOS PROYECTOS

A sus 80 años sigue lleno de proyectos. Ya ha cambiado Casa Blanca con el rescate de la capilla Santa Ana, La Pulpería un restaurante boutique muy reconocido, el Parvulario –o jardín de infantes adonde concurren los niños del pueblo– un complejo cultural con sala de cine y de exposiciones, clases de gimnasia y –lo que lo llena de orgullo– clases de equitación.
“Al principio el único que andaba de bombacha y botas era yo. Nadie más. Pero ahora hay clases de equitación todos los sábados, con 45 alumnos, la mayoría de Paysandú. Los padres los traen para que una vez a la semana pasen unas horas andando a caballo. Es algo muy bueno”.

EL ARCA

Entre los proyectos, planea un coyuntero de doce casas al que se niega a llamar coyuntero. “Voy a inventar un sistema que no existe en Uruguay, no puedo hacer algo de acuerdo a la ley, no está en mis genes”.
El proyecto se llama “El Arca”. Schneider sostiene que “ya hablé con un arquitecto, tenemos pensado más o menos el estilo de las casas. No serán para ricos pero no serán para pobres; clase media alta. Ese tipo de personas que quiere vivir cerca del río, cumplir sus ilusiones en un espacio muy natural”.

UN HOTEL SIETE ESTRELLAS

Pero seguramente su proyecto más ambicioso es “construir un hotel 7 estrellas”. Oficialmente, cinco estrellas es la máxima categoría que un hotel puede recibir. Sin embargo, de manera extraoficial hay hoteles que se auto imponen siete estrellas porque consideran que superan con creces los estándares de calidad de los hoteles de cinco estrellas. Eso pretende el patrón de Casa Blanca.
“Ya está seleccionado el lugar. Falta el desafío de que los arquitectos compitan por el mejor. Tiene que ser de un estilo atemporal, no tiene que referirse a ninguna época; tiene que tener todo. Va estar cerca de La Pulpería. No será muy grande, pero proporcionará la experiencia de vivir en un pueblo de trabajadores, no en un balneario. Está el paisaje, las islas, paseos guiados, la sirena del frigorífico todos los días, los niños yendo a la escuela. Una experiencia para gente adinerada, del estilo de 500 dólares la noche”, explica.
“La gente está cansada de ir a un lugar donde todos están pensando en venderte o servirte algo. No es una vida natural. Hay gente con dinero en busca de experiencias más fuertes. Las ciudades que están solamente para el turismo se convierten en algo estéril. Es lindo ver a la gente que se levanta a cierta hora para ir al trabajo. Es conocer el mundo real. A mí me gustaba Puerto Mont porque la gente no estaba pensando en el turista; estaban los pescadores. Había turistas, pero la ciudad tiene vida propia. Aquí tenemos todas las ventajas para un hotel así, incluyendo la cercanía a Paysandú”, sigue diciendo, entusiasmado, visualizando su idea.

LA BOMBA DE CALOR

El frigorífico obviamente sigue siendo su principal empresa. Ahora le ha agregado una “bomba de calor, un producto finlandés que vamos pagando de a poco.
Hay una en el Aeropuerto de Carrasco y esta de Casa Blanca. Lo que hace es tomar el calor extraído de la producción general del frigorífico, que antes era enviado a la atmósfera. La bomba de calor lo aprovecha para calentar agua, de modo que cuando llega a la caldera está caliente, entre 50º y 70º, con lo que se usa mucho menos leña. Es otra de las innovaciones de este frigorífico que no es el más grande ni poderoso, pero que tiene todas las habilitaciones del mundo que nos propusimos y que busca dentro de sus posibilidades estar a la vanguardia, incluso en algo que parece poco importante, como el sistema para calentar el agua”.
Es también el único frigorífico que faena wagy, la raza bovina originaria de Japón. “No podemos crecer en tamaño así que nos propusimos faenar esta raza japonesa de la cual hay varios rebaños, con el principal objetivo de exportarlo. Nosotros tenemos un pequeño rebaño demostrativo de unas 30 cabezas, raza pura. La servimos en La Pulpería, pero como dije el principal objetivo es la exportación”.

UNA EFEMÉRIDE

“Al llegar a los veinte años aquí en Casa Blanca, en la Casa de los Cuatro Vientos, me pregunto para qué sirven estas efemérides” dice. Probablemente para dos cosas. Mirar hacia atrás, recordar, ver lo lejos que se ha llegado. Y para mirar hacia adelante, donde espera el sentido de la vida. E.J.S.