Educación: factor clave para mejorar nuestros hábitos en la alimentación

Bajo el lema “Cultivar, nutrir, preservar. Juntos”, la organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), conmemora hoy el Día Mundial de la Alimentación. Este año, el llamado mundial a la solidaridad se enfoca a todos los rincones del planeta, en un contexto dañado por la crisis de COVID-19 y enmarcado en la meta de lograr el hambre cero hacia el 2030.
A nivel global, aumentan por un lado los índices de obesidad y sobrepeso, así como la desnutrición. La FAO promueve la alimentación sana y un cambio en la dieta de las poblaciones. La “comida chatarra” desplazó a la comida casera y sustituyó los ingredientes imprescindibles como frutas y verduras, por grasas, sal y azúcar.
La licenciada en Nutrición, Stella Arrospide, coincide en que la comida rápida gana lugares en nuestras sociedades y atraviesa los diversos ciclos de la vida: “en los primeros años, y a partir de la lactancia, aparecen las primeras formas de alimentarse con los purés. En esta etapa también hay que evitar adicionarle sal o azúcar y volver a cocinar en casa es saludable en todas las edades. Es importante crear el hábito de consumir en casa y comprarle a proveedores locales de frutas y verduras. Incluso para que esas personas sigan con su producción y se fomente, a pesar de que muchas veces usamos productos enlatados”.
Es que los malos hábitos derivan en altos índices de enfermedades crónicas: “hipertensión, diabetes y colesterol, que antes no eran tan conocidas”, por eso apunta a la necesidad de establecer y convivir con una dieta variada y rica en alimentos frescos. La regla general apunta a seleccionar preparaciones y utilizar los aceites óptimos para usar más de una vez, como aquellos elaborados a base de arroz o los de oliva que se producen en Uruguay.
Y la educación se transformará en un pilar fundamental, porque “en general la gente está mucho más concientizada sobre lo que tiene que consumir. Se asesoran e informan con las profesionales, porque en nuestra profesión estamos abocados a mejorar los malos hábitos que generan altos índices de obsesidad. Son, además, fuentes confiables que estudiaron para eso”, asegura.

HIPERTENSOS Y DIABÉTICOS

Según el Ministerio de Salud Pública, en Uruguay la hipertensión afecta a casi el 40% de la población adulta, y duplica la recomendación propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en cuanto al límite máximo de sal por día. Las cifras, incluso, están correlacionadas con los niveles elevados de presión arterial en niños. A nivel global, la OMS se comprometió a reducir el consumo de sal un 30% para el año 2025. O la diabetes que en Uruguay tiene una prevalencia del 8% en su población.
En nuestras dietas, “sabemos que consumimos excesos de grasas en los fiambres, alimentos congelados y embutidos. En los paquetes está visible y con letra grande si existen excesos de sal o azúcar. La sal puede evitarse porque es un hábito mal adquirido y es utilizado para la conservación, el congelamiento u otros productos como los ahumados”, aclaró Arrospide.
Las frituras se suman a las dietas y la rapidez de sus cocciones, generan costumbres ante un mundo vertiginoso que también pueden evitarse. “En vez de frituras, acostumbremos a usar el horno o los microondas, en preparaciones que quedan igual que fritos, como papas o huevos. Pero tampoco temerle a las frituras, sino que la clave está en seleccionar los aceites”.
Explica que “los oxidados son sumamente dañinos. El aceite de arroz puede usarse hasta tres veces y es el más resistente. De lo contrario, producirán otros malestares en el organismo”. En cualquier caso, “no podemos perder de vista el contexto general de nuestra alimentación con frutas y verduras, pescado o carnes magras”.
Y ante la consulta sobre el argumento reiterado de la sensación de baja saciedad al consumir determinadas carnes, como el pescado, señala que la clave está en los acompañamientos que deberán ser consistentes “como puré o arroz, así como con las carnes rojas, con las que siempre nos volcamos a acompañamientos crudos como las ensañadas”.
Otras variantes como el atún, “pueden incorporarse en tartas u omelettes y hasta dos huevos por porción hoy se consideran saludables con una frecuencia de tres veces por semana. En el caso de los deportistas, pueden consumir las claras licuadas que aportan vitaminas en el desayuno. O animarse con los huevos de codorniz que tienen cero colesterol, provienen de productores de Paysandú y por su presentación se usan en colaciones o entradas”.

LAS COMIDAS BÁSICAS

El dicho popular nos invita a “desayunar como un rey, almorzar como un príncipe y cenar como un mendigo”.
Invertir ese orden de acuerdo a las rutinas modernas, implica los resultados anteriormente citados. “Las personas que trabajan en horarios extendidos no tienen tiempo para desayunar, o tampoco se hacen un lugar al mediodía y a veces, la merienda sigue de largo. Por eso, llegan a la casa y comen mucho a la noche”.
Estas situaciones también dependen de los hábitos: “se puede desayunar frutas, licuados o yogures. Un desayuno no tiene que ser sólo café con leche. A esa hora del día, las proteínas son muy importantes y ayudan a bajar la ansiedad por comer. La idea sería sentarse a comer, por eso hay que levantarse un rato más temprano. El desayuno tanto como el almuerzo son muy importantes y si se le hizo tarde, prepárese algo a la noche. Pero en ocasiones, están cansados a la noche y piden comida por teléfono”.
A pesar de que escuchamos a quienes aseguran que no les gusta la cocina, es muy fácil cocinar y comer saludablemente. “Es tan simple como un pollo al horno, o un churrasco, con puré o ensalada. Al igual que las pastas caseras”.
Arrospide reitera que “todo pasa por la educación. En Uruguay hay campañas de difusión y muchos lugares donde se puede concurrir por un asesoramiento. Incluso en las escuelas, donde los comedores están bajo la supervisión de los licenciados en Nutrición y la función de los maestros en las escuelas también es hablarles de la necesidad de incorporar verduras y frutas. Los comedores deben ser lugares de difusión de buenos hábitos, al igual que los ámbitos de trabajo”.