El manejo sostenible del campo natural debe ser un compromiso público-privado
Según el Censo General Agropecuario de 2011, había 10,5 millones de hectáreas de campo natural en Uruguay, el 64,3 % del total. Hoy ese porcentaje sería menor.
Una publicación revisa los cambios ocurridos en el país en los últimos 20 años en los pastizales y sus consecuencias en los recursos naturales, la sociedad y la economía.
La ingeniera agrónoma autora del libro “El estado del campo natural en el Uruguay”, Jimena Pérez Rocha, espera “que los resultados obtenidos durante este proceso de consulta participativa y sistematizados en esta publicación pueden contribuir al conocimiento de la ciudadanía sobre el campo natural y, a partir de ello, fortalecer las capacidades de la sociedad para su manejo sostenible”.
En la presentación de este trabajo previo a su publicación, el Ministro de Ganadería Agricultura y Pesca, Carlos María Uriarte dijo: “Quiero comprometer a nuestro Gobierno en apoyar esta iniciativa y comprometernos en este desafío que significa producir más pero cuidando la base de nuestra producción que son nuestros pastizales [para] que cuando estemos cuidando el medio ambiente estemos cuidando los medios de vida de nuestros productores “.
Esta publicación, realizada en conjunto por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP) y el Ministerio de Ambiente (MA), es uno de los resultados de un proyecto mundial sobre Degradación y Manejo Sostenible de Tierras en las zonas de pastoreo compuesto por praderas y pastizales.
Esta iniciativa fue llevada adelante por la FAO a través del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, conocido como Fondo GEF por sus siglas en inglés, junto a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) desde 2016.
Evaluar la situación y decidir
Ese proyecto apunta a fortalecer la capacidad de los actores locales, para evaluar la degradación de tierras y tomar decisiones informadas, hacia la promoción del manejo sostenible y la preservación de bienes y servicios proporcionados por esos ecosistemas.
Uruguay participó junto a Burkina Faso, Níger, Kenia y Kirguistán, países muy diferentes, que tienen en común que el sector ganadero es central para su economía y la vez juega un rol clave en los medios de vida de las poblaciones locales.
En el mundo, las personas dependen en gran medida de los pastizales y tierras de pastoreo para la producción de alimentos y forraje, ya que son la principal fuente de carne y productos lácteos.
Además, Jimena Pérez, que fue la consultora nacional para el proyecto en Uruguay, señala que el 70% de las tierras de pastoreo del mundo se encuentran en países en vías de desarrollo.
Al mismo tiempo, los pastizales representan alrededor de un tercio del carbono total de todos los ecosistemas terrestres y ofrecen muchos otros servicios ecosistémicos: albergan y conservan diversidad biológica, controlan la erosión del suelo y mitigan las inundaciones, entre otros aportes.
Por estos motivos, evaluar procesos de degradación de tierras e identificar opciones para su gestión sostenible es una necesidad. En el mundo, una proporción importante de los ecosistemas gestionados y naturales se están degradando como resultado de la acción humana.
El último reporte “Perspectiva Global de la Tierra” señala que entre 1998 y 2013, el 20% de la superficie terrestre con vegetación mostró tendencias persistentes a la disminución de la productividad, que se manifiestan en el 20% de las tierras de cultivo, el 16% de las tierras forestales, y en el 19% pastizales y en el 27% de las tierras de pastoreo.
Esto demuestra el enorme nivel de impacto que absorbe la tierra que, se prevé, aumentará. Los pastizales del mundo, y nuestro campo natural, no escapan de estas presiones ”, advierte Pérez.
El trabajo en pastizales de Uruguay
En Uruguay, el proyecto fue ejecutado entre la FAO, la UICN, el MGAP, así como el Ministerio de Ambiente (entonces parte del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente).
Durante tres años, una serie de actividades realizadas en el país permitió avanzar en el desarrollo de un sistema de monitoreo e información sobre el campo natural.
La elaboración de esta publicación es uno de los aportes para el monitoreo: busca describir y analizar lo que le está sucediendo al agroecosistema y las causas directas y subyacentes que resultan de las actividades humanas y lo explican.
Conocer las presiones que ejerce la sociedad sobre los campos se vuelve imprescindible para comprender el porqué del estado del campo natural y los impactos sociales y ambientales que se producen.
Esto permite identificar posibles respuestas de la sociedad y construir políticas públicas entre el Gobierno, la sociedad civil, la academia y el sector privado para mejorar en la calidad de vida, el desarrollo social y económico del país, y para revertir o mitigar las situaciones no deseadas.
“La descripción y análisis de información de diversos orígenes se hizo con base en una visión colectiva, desarrollada en consultas a las partes interesadas, en las que se identificó una serie de temas relevantes, sus indicadores correspondientes y fuentes de información”, explica Pérez.
La tierra en los últimos 20 años
El análisis realizado abarca 20 años de evolución de los pastizales, desde el año 2000 hasta el 2020 y concluye que el agroecosistema campo natural “enfrenta grandes desafíos”.
A partir del año 2000, como consecuencia del crecimiento global de la demanda de alimentos, materias primas y biocombustibles, se aceleraron las transformaciones de los campos en la región y también en el Uruguay: se expandió la frontera agrícola, afectando ecosistemas de gran valor y a comunidades locales asentadas desde tiempos inmemoriales.
Una cifra que ilustra los cambios que se dieron en Uruguay es la pérdida del 13,79% de la cobertura del campo natural entre el año 2000 y 2015.
Esas variaciones en el uso del suelo se reflejan en una fragmentación del paisaje, pérdida de biodiversidad, invasión de exóticas, erosión de suelos, afectación en la calidad del agua y cambios en los estilos de vida rural.
La migración rural y la concentración de la tierra son ejemplos negativos de cambios en la vida rural del país, pero también se dio una mejora en las condiciones de vida en la población rural dispersa.
“La mayoría de los trabajos revisados señala que, a pesar de estas transformaciones, el Bioma en general y en particular los campos naturales del Uruguay logran mantener aún parte de sus características originales, en especial una rica biodiversidad y producción forrajera, además de su capacidad de brindar servicios ecosistémicos y de retener carbono en sus suelos ”, matiza Pérez.
Retos y recomendaciones
Uruguay, un país con un 93% del territorio con suelo productivo apto para la explotación agropecuaria, espera duplicar la producción actual de alimentos en los próximos años y, en este contexto, es esperable que las presiones sobre el campo natural se incrementen y es una de las premisas en las que se basa este trabajo.
En el período analizado se dieron avances importantes en el conocimiento, protección, gestión del campo natural; sin embargo, de los trabajos revisados y de las instancias de consulta realizadas surge que estos son aún insuficientes para garantizar el uso sostenible de uno de los principales activos del país.
Entre los principales retos que identifica el trabajo recientemente publicado, el primero es el de profundizar y difundir el conocimiento sobre los pastizales, un agroecosistema tan diverso —en sus dimensiones ambientales, pero también sociales y económicas— que aún presenta aspectos desconocidos relevantes para asegurar su uso sostenible.
También se identifica como desafío el poder atender los problemas de transformación y degradación del campo natural, que la biodiversidad, pero también la calidad de agua, la erosión del suelo y el almacenaje de carbono orgánico, la producción primaria y secundaria, la vida de la gente y la economía de miles de productores y del país.
El libro también señala la necesidad de contar con nuevos marcos normativos para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad que incorporen explícitamente el enfoque de servicios de los ecosistemas y la importancia de la biodiversidad para el bienestar humano.
Por último, recomienda mejorar la articulación, el diálogo y el compromiso entre el Gobierno, la academia, la sociedad civil y el sector privado y sus organizaciones, “para consolidar políticas de Estado que valoren y sostengan esfuerzos hacia el manejo sostenible del campo natural” . → Leer más