Deorta asesinó a Amparo Fernández por un motivo de “odio, desprecio y menosprecio por su condición de mujer”

La Justicia sentenció a 26 años de prisión efectiva al único vinculado a la desaparición y muerte de la sanducera Amparo Fernández, hecho ocurrido hace un año y medio en la localidad de Sarandí Grande, Florida. Pese a la ausencia física del cuerpo de la víctima, base del alegato que ha mantenido la abogada defensora del acusado, la jueza Victoria Abraham entendió que las pruebas sólidas presentadas por Fiscalía y Policía confirman el final que tuvo Amparo. Por tal motivo, Luis Alberto Deorta Vera fue sentenciado como “autor penalmente responsable de un delito de homicidio muy especialmente agravado por femicidio”.
Próximo a las 14 de la víspera se celebró la audiencia en la sede del Juzgado Letrado de 1ª Instancia de Florida. En una tarde calurosa y luego de unas cuatro horas de viaje, los padres, un hermano y una amiga y compañera de trabajo de Amparo arribaron al lugar que permanecía cerrado con vallas y con fuerte presencia de personal de la Guardia República, que arribó especialmente para trabajar en el perímetro de seguridad. A la sala solo pudieron ingresar sus padres, quienes se mostraron serenos y callados, aunque en sus rostros se evidenciaban las marcas del dolor que acarrean. A unos metros de la puerta, en tanto, aguardó uno de sus hermanos, que prefirió estar retirado y a la sombra, durante la espera. Zully Doti, amiga de Amparo, fue invitada a retirarse de la vereda. “Ubíquese enfrente, señora”, le dijo una funcionaria policial.
En el caso de los medios de prensa, con EL TELEGRAFO como único medio sanducero presente, se permitió la cercanía a la puerta por donde minutos después cruzaría Deorta, aunque la jueza pidió que se apartaran de la ventana entreabierta de la sala donde estaba comenzando la audiencia.
Pocos minutos después pasó Deorta, que había llegado esposado de pies y manos y con cadenas, con la cabeza gacha y sin responder al requerimiento de los periodistas de hacer alguna declaración. Puertas adentro comenzó la audiencia. La jueza ya había adelantado no demandaría más de una hora. Sobre las 15.30, volvió a notarse movimiento y ante la orden que el policía de GRT que custodiaba la puerta de la sede dio a su personal para que estuvieran atentos, se produjo la salida de Deorta, ya sentenciado. “26 años”, dijo una voz desde adentro queriendo colaborar con el dato. La fiscal del caso, Alicia Gómez, había pedido que se aplicara la pena máxima, correspondiente a 30 años. A la salida el homicida se mostró tan apático y frío como cuando entró. Los policías aceleraron el paso para subirlo al móvil del INR que lo regresaría de inmediato al Penal de Libertad, al que recientemente fue trasladado.
“¿Cuánto?”, preguntó Zully Doti al cronista de EL TELEGRAFO. “26”, fue la respuesta y sus ojos se llenaron de lágrimas mientras corrió hacia el hermano de Amparo a darle la noticia.

FISCALÍA SOSTUVO QUE SE TRATÓ DE UN HOMICIDIO

La Fiscalía que dirige la doctora Gómez formuló la acusación para Deorta Vera, sosteniendo que se trató de un homicidio. En tal sentido, de acuerdo con el expediente al que tuvo acceso EL TELEGRAFO, se indica que la acusación se sostiene por “la muerte de Amparo, la existencia de una relación entre el imputado y la víctima, la búsqueda de la Policía ante la denuncia del padre de la víctima y el modus operandi del imputado”.
“El día sábado 29 de junio de 2019, pasada la hora 21, luego de una discusión el imputado Luis Alberto Deorta Vera le dio muerte a la víctima Amparo Isabel Fernández Cairo, cuando se dirigían hacia la ciudad de Sarandí Grande, por camino Prandi, desplazándose en la camioneta marca Fiat Strada, cabina simple, propiedad del citado, haciendo desaparecer su cuerpo, a fin de borrar toda evidencia”.
En el relato que se realizó de cómo se suscitaron los hechos, Fiscalía expresó que la discusión entre ambos se debió a que Deorta quería una relación formal con Amparo, quien le había manifestado que no tenía ese interés. Este dato surgió del relevamiento técnico de sus celulares donde hay un intercambio de mensajes por WhatsApp cuando estaban en la misma estancia. A la noche de ese día, Amparo le pidió salir a tomar algo a Sarandí Grande, “por lo que se cambiaron de ropa y salieron con ese plan”. Sin embargo, “por el camino Prandi se produjo una discusión, sobre asuntos íntimos. Ahí ella se molestó, solicitándole que parara la camioneta para bajarse, pero por el contrario Deorta la arrojó de la camioneta, frenando más adelante del camino y dando marcha atrás hasta donde estaba la víctima, dándole muerte. El imputado bajó de la camioneta, se mantuvo un rato al lado de su cuerpo, para decidir qué hacer, ya que sabía que la había matado”.
Luego “la cargó a la camioneta en la caja (parte trasera) y se dirigió hasta la estancia. No se animó a avisarle a su hermano y se fue nuevamente en la camioneta con el cuerpo de Amparo en la caja, hasta que se quedó empantanado en un camino, cercano a la estancia, donde no pudo sacar el vehículo”. Es así que, “decidió volver a la estancia a pie y si bien le envió un mensaje por WhatsApp a la hora 23:28 a su hermano donde le avisaba que había quedado enterrado, se arrepintió y lo eliminó antes que lo recibiera, por temor a que fuera a ver a Amparo muerta en la caja de la camioneta. Dicho mensaje de voz fue recuperado en la pericia realizada al celular”, surge del expediente. En el mismo, Deorta decía: “En cuanto puedas si podes llámame, llámame que tengo que decirte algo, pero no me llames enojado, pero por favor llámame” (visiblemente nervioso y preocupado)”.
Posteriormente “agarró su moto, enganchó el carro que utiliza en su tarea diaria de alambrador, cargó los bolsos de Amparo y otras pertenencias personales (matera y termo), que estaban dentro de la habitación donde había pernoctado la víctima (un bolso negro y otro blanco y rosado), se dirigió a donde se había quedado la camioneta empantanada con el cuerpo. La cargó en el carro, por ello se encontraron cabellos de la víctima en su interior, dirigiéndose sin rumbo a deshacerse del mismo, junto a sus pertenencias”.
Asimismo, indica que el imputado “declaró voluntariamente y debidamente asistido en Sede Judicial que, en vez de tomar el camino hacia Sarandí Grande, tomó hacia Polanco del Yí. Pasó por enfrente de la comisaría y siguió hacia el puente que cruza el Río Yí, descartándose del cuerpo de Amparo, pero la entrada al puente estaba inundada debido a la crecida del mismo. Por ello el cuerpo, pese a la intensa búsqueda efectuada por personal policial y militar, especialmente en el sitio que él indicó, nunca fue encontrado hasta el momento”.
Al día siguiente, como ya habían acordado, los hermanos fueron a realizar una tarea de campo, “ocasión en que S. le preguntó a su hermano por Amparo, a lo que le contestó que se había ido. Que él la había llevado a Sarandí Grande y la dejó en la ruta”.
También “le comentó a su hermano que la camioneta le había quedado empantanada, así que, al terminar el trabajo, concurrieron a sacar su vehículo, allí es donde Deorta advirtió que el celular de Amparo había quedado tirado por lo que cuando de tarde sale a andar a caballo se descarta del mismo en el medio del campo. Dicho aparato fue encontrado roto en partes por la Policía, al indicarle el propio imputado el lugar donde se había descartado”.
Además fue probada la relación que existía entre Amparo y Deorta. “Se conocieron en 2018, a través de un grupo de WhatsApp relacionado a las aparcerías. Comenzaron luego un contacto personal, de intercambio de mensajes por privado a través de esta red social, hasta que en el mes de diciembre de ese año se conocieron personalmente. Así pues, Amparo se trasladó en esa oportunidad hacia Sarandí Grande, al establecimiento rural Don Daniel donde el imputado prestaba funciones como alambrador desde hacía varios años, quedándose ambos una noche en el Hotel Peluffo y otra noche en el establecimiento”.
Deorta “le regaló a la víctima un caballo, al que llamaron Mi Bonito, pero con la condición de que ella no podía llevárselo, debiendo regresar a Sarandí Grande cuando quisiera visitarlo. También le había enviado tiempo atrás dinero en efectivo para ayudarla económicamente, de lo cual estaba en conocimiento la amiga de la víctima”. Posteriormente “quedaron en contacto vía WhatsApp por un tiempo más, se encontraron en un evento relacionado con los caballos, luego dejaron de comunicarse por algunos meses, hasta que alrededor de mayo de 2019 volvieron a mantener contacto nuevamente. Allí acordaron que llegaría a Florida a ver al caballo que él le había regalado”.
También del propio celular del imputado, incautado por la Policía, “surgen innumerables fotos, videos y comunicaciones con la víctima que confirman la existencia de una relación sentimental entre ambos. Así como también surge del historial de Google la búsqueda por parte del imputado de sitios de índole sexual que referían a Amparo y de brujo para hechizos de amor, brujo para amarre, brujería para mujer y un hechizo especial para que ‘nunca se vaya de tu lado y dominar’ (…)”.
Por su parte, también se tomó en cuanta el modus operandi empleado por Deorta cuando hace 10 años intentó asesinar a Marta Lasarte a quien atropelló con su camioneta, y que luego había intentado hacerla desaparecer llevándola hacia la misma localidad a la que Amparo viajó. Si bien los casos no tienen la misma raíz, “se evidencia el proceder del imputado, en la violencia empleada contra otra mujer, el desprecio a la vida y la característica de no dejar evidencias que lo impliquen, tratando de hacer desaparecer el cuerpo de la víctima. Hechos que si bien sucedieron tiempo atrás, que la víctima por fortuna puede contarlo, tiene similitudes con el caso que traeremos a juicio”, expresa el documento.

RASGOS DE MACHISMO Y VIOLENCIA

Entre las pruebas presentadas por Fiscalía, fueron claves las pericias sicológicas que se practicaron a Deorta. La efectuada por la perito Mag. Raquel Galeotti indica que evidencia “un discurso ambiguo sobre la importancia afectiva que suponía esa relación (con Amparo) para él”, a la vez que “una postura alejada de implicaciones personales con distancia emocional significativa y contradictoria a la descripción del vínculo con la Sra. Fernández. Asimismo tiende a la atribución de responsabilidad a la víctima. Al momento de la evaluación evidencia una organización de personalidad fragilizada en su integración, con marcados rasgos narcisistas, necesidad primaria de atención con organización de la afectividad distorsionada y fallas empáticas respecto del otro. Al respecto, subyace inseguridad, temor a los vínculos afectivos. Presenta dificultades en el control de los impulsos y estilo defensivo poco elaborado, con prevalencia de la negación y la omnipotencia. Revela una representación particular sobre los roles de género y la violencia particularizada por la creencia de desprotección que se encuentran los hombres en el momento de una separación”, con frases tales como: “Los hombres se encuentran desprotegidos, por eso las matan” y “Cuando se separan el hombre se empieza a perseguir”.
En otra parte del expediente indica que Deorta, además, “nunca se mostró preocupado por lo que podría haberle sucedido a Amparo, lo que quedó probado a través de las comunicaciones mantenidas por el imputado. Lo cual se condice con la ausencia de emociones observada en las entrevistas llevadas a cabo por la Policía, la perito e incluso por el ex jefe de Policía de Florida, José Chavat, que lo describió como una persona muy fría y dura en cuanto a los sentimientos.

UNA MUJER CON COMPROMISOS

La fiscal Gómez dijo en su conclusión que la pena de sentencia correspondía a partir de los siguientes hechos probados: “El Sr. Luis Deorta fue la última persona que mantuvo contacto con Amparo antes de que desa-pareciera el día 29 de junio de 2019. El hermano del imputado, los vio partir juntos y solos de la estancia Don Daniel en la camioneta de Luis, en dirección a la ciudad de Sarandí Grande, pasadas las 21 horas. A partir de dicho momento, no se supo más de su paradero. Nunca llegaron a Sarandí Grande o a alguna otra ciudad cercana. El lugar por donde se desplazaban se trata de una zona despoblada. A ello se le debe sumar que no existe el menor elemento de juicio que justifique su desa-parición de la faz de la tierra: Amparo tenía pasaje de regreso a su hogar ya confirmado para el día 30 de junio de 2019, una familia y amigos que la esperaban, tres hijos a quienes criar, un trabajo estable al que acudir, en el que estaba encargada de abrir las puertas el día lunes y que además constituía su único sustento”.
De lo antes mencionado, “no puede concluirse otra cosa que la Sra. Amparo Fernández está muerta y que tal suceso acaeció en la ocasión citada, siendo su único acompañante el hoy imputado”.
Luis Alberto Deorta Vera “dio muerte a Amparo por motivos de odio, desprecio o menosprecio, por su condición de mujer, presumiéndose la existencia de dicho móvil ya que la Sra. Fernández se negó a establecer con el autor una relación de pareja. Si bien las presunciones del femicidio admiten prueba en contrario, en donde el imputado tiene la carga de probar su inocencia, ello no acaeció”.
En el caso, además, “los motivos de odio, desprecio o menosprecio por su condición de mujer, se constatan en sus comentarios despectivos al referirse a Amparo, al sostener que era una mujer fría en la cama, que no servía para mujer, que era alcohólica y que tenía que hacer tratamiento psiquiátrico”.