Comienza mañana el verano 2020-2021. Será ya 21 de diciembre. Verano que no viene acompañado de planes de viajes, de celebraciones, de conciertos. Una pandemia sacude al mundo, en nuestro hemisferio con el calor del verano, en el norte con el frío invernal. Ni más ni menos que la COVID-19. Un virus que terminó con lo que era la vida normal y la sustituyó por lo que ahora se conoce como nueva normalidad en la que son protagonistas tapabocas, alcohol en gel, termómetros, hisopados nasofaríngeos y esa necesidad imperiosa de no acercarnos, de estar alejados el uno del otro. Todo para evitar el contagio.
Ni siquiera las fiestas tradicionales serán una oportunidad para el reencuentro, porque de ellas no podrán participar muchas personas. Lo que en realidad no parece tan malo si se lo compara con Londres y otras ciudades inglesas donde directamente hay prohibición de realizar festejos.
Para los sanduceros, el gran desafío será el jueves venidero, el 24 de diciembre, especialmente por esa costumbre con mucho arraigo entre los jóvenes de pasar la madrugada en el cantero, en la zona costera.
Mientras tanto, el verano se disfruta como se puede, porque el Sol y el río Uruguay –especialmente– convocan y atrapan.