Verano 2021

Para la aventura no se necesita ir lejos. Está ahí nomás, en el arroyo San Francisco, donde un grupo de canoeros y kayakistas de todas las edades del Amandayé Ipeguá realizaron la segunda travesía familiar. ¿Cómo estuvo, Rossina?

Comienza mañana el verano 2020-2021. Será ya 21 de diciembre. Verano que no viene acompañado de planes de viajes, de celebraciones, de conciertos. Una pandemia sacude al mundo, en nuestro hemisferio con el calor del verano, en el norte con el frío invernal. Ni más ni menos que la COVID-19. Un virus que terminó con lo que era la vida normal y la sustituyó por lo que ahora se conoce como nueva normalidad en la que son protagonistas tapabocas, alcohol en gel, termómetros, hisopados nasofaríngeos y esa necesidad imperiosa de no acercarnos, de estar alejados el uno del otro. Todo para evitar el contagio.
Ni siquiera las fiestas tradicionales serán una oportunidad para el reencuentro, porque de ellas no podrán participar muchas personas. Lo que en realidad no parece tan malo si se lo compara con Londres y otras ciudades inglesas donde directamente hay prohibición de realizar festejos.
Para los sanduceros, el gran desafío será el jueves venidero, el 24 de diciembre, especialmente por esa costumbre con mucho arraigo entre los jóvenes de pasar la madrugada en el cantero, en la zona costera.
Mientras tanto, el verano se disfruta como se puede, porque el Sol y el río Uruguay –especialmente– convocan y atrapan.

 

Los amarres sirven como bancos. Las cañas están aseguradas y los anzuelos esperan atraer algunos peces. Los dos jóvenes parecen reflexionar ante el paisaje, el Sol en su cara, el susurro del río. Quizás esa sea la mejor parte de la tarde. Cuando llegue la noche, solo habrá que tomar los cascos e iniciar el retorno a casa.

 

Protegidos del Sol por el paredón del Astillero, un matrimonio y su pequeña hija mira a un grupo de jóvenes que llegan o inician la navegación por el Uruguay en canoas y kayacs. En la zona del parque Guyunusa.

 

El palo mayor de la vela que impulsa al barco velero traza –con la complicidad del Sol del atardecer– una línea recta que parece impactar de lleno con la estela que deja el pequeño bote a motor. El imponente río Uruguay en la hora del ocaso, del silencio, del disfrute.
La guitarra revela que conoce de diferentes horizontes. El trovador templa sus cuerdas, mirando distraídamente. “Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra… Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía…”. Inolvidables versos de Alfredo Zitarrosa en “Guitarra negra”.
Ludmila Suárez y Romina Rojas disfrutan en el Balneario Municipal. Toman precauciones pues están alejadas de otros veraneantes. Pero no por eso pierden oportunidad de tomarse una selfie con el teléfono celular de Ludmila. No hay que descuidar las redes, esa ventana a través de la cual compartimos gran parte de nuestra vida.