Aprender a hacerse cargo de las decisiones

La pandemia de COVID-19 ha complicado sensiblemente al deporte internacional, nacional y también doméstico. Tanto, que se postergó un Juego Olímpico y todavía no está totalmente definido si podrá desarrollarse este año.
Más acá, todo el deporte nacional sufrió un parate desde marzo del pasado año, y poco a poco, con marchas y contramarchas dependiendo de cómo se desarrolla la pandemia en nuestro país, fueron volviendo al ruedo las diferentes disciplinas y competencias, cada una con su protocolo sanitario correspondiente. Es la natación una de los pocos deportes que espera poder volver a las competencias.
Por estos lados, la situación no fue muy diferente. La gran mayoría de los deportes tuvieron que cerrar sus puertas, incluso los clubes permanecieron con candado durante algún tiempo, intentando adaptarse a una situación totalmente anormal, así como inesperada.
Algunas disciplinas pudieron continuar, otras se paralizaron y se fueron luego adaptando a las nuevas exigencias tras contar con el visto bueno para volver. Mientras tanto, los dos deportes que concitan la mayor atención, el fútbol y el básquetbol, vivieron la pandemia de manera muy diferente.
El básquetbol pudo jugar, aunque sin público, buen tramo de su temporada pese a que luego no se pudo cerrar el torneo de mayores, que quedó inconcluso. Pero mientras tanto, la Liga local aprovechó el tiempo para diagramar su ambicioso proyecto de formativas en conjunto con la Intendencia, que ya se puso en marcha y que es dirigido por el reconocido Pablo López, exentrenador de Paysandú BBC, Malvín y selección uruguaya. Ahora, se encamina a diagramar la nueva temporada de competencias en el ámbito local.
El fútbol es la contracara. Mientras el básquetbol decidió poner a volar la pelota anaranjada, los clubes del fútbol sanducero tomaron la postura de no jugar en mayores. Apenas si se pudo poner en marcha la temporada Sub 15, que se retomó el miércoles, mientras que el proyectado campeonato Sub 18 directamente quedó en el olvido, en las gateras y a pocas horas de comenzar.
Los clubes votaron el pasado 11 de setiembre, en asamblea llevada a cabo en la Liga y en medio de alcohol en gel y barbijos, no poner a entrenar a los equipos y no disputar la temporada en mayores, debido al aspecto económico y a la incertidumbre de no poder jugar con público. Fueron pocos los que se atrevieron a dar su postura y levantar la mano para afirmar que saldrían al ruedo con o sin hinchas que pasaran por boleterías.
El acta de aquella asamblea es clarísimo. Deja constancia de que los dirigentes clubistas plantearon en su mayoría no jugar sin público, remarcando el problema que ya atravesaban sus arcas. El presidente Nelson Manzor había señalado al comienzo de la reunión que se habían dado algunos pasos pensando en el inicio de la competencia, por lo que se había logrado que los árbitros bajaran su arancel para Sub 15 y femenino, también el costo de las canchas, y conseguido el apoyo del Comando de la Jefatura de Policía a los efectos de que no se contara con guardia privada en Sub 15, que a esa altura había comenzado a competir. Y, sumó, se habían dado los contactos necesarios con la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande a los efectos de poder contar con mejor iluminación en las canchas, pensando en jugar en horas de la noche para recuperar el tiempo perdido.
Lo que estaba claro a esa altura era que se podía jugar al fútbol de manera oficial, pero no estaba habilitada la presencia de público. Y las voces de los dirigentes clubistas comenzaron a hacerse escuchar en la reunión.
Estudiantil, según recuerda el acta, fue el primero en anunciar su posición de no jugar. Y puso sobre la mesa el aspecto económico. Otros se fueron sumando en ese sentido, en que sin público sería complicado solventar los gastos, y también se hizo alusión al aspecto sanitario y las dudas con respecto a jugar en medio de la pandemia, con la posibilidad de contribuir a los contagios. Finalmente fueron 22 los clubes que levantaron la mano para definir que no se jugaría la temporada.
Ahora bien: fue el representante de Progreso el que, durante la asamblea, planteó un tema por demás especial. Es que el reglamento de la Liga de Fútbol señala que, en caso de que un futbolista no tenga actividad durante un año, queda en libertad de acción.
Y ahora, cuando se piensa en planificar un año deportivo lleno de incertidumbres porque sigue sin habilitarse la presencia de público (se habilitó y duró pocas semanas la implementación del protocolo), se vuelve a poner en el tapete el tema de la libertad de acción de los futbolistas.
La mayoría de los dirigentes clubistas cuentan ahora otra historia: que no se jugó no porque no se quiso, sino por las medidas adoptadas y decretadas por el gobierno. Y se aferran al decreto en el que se declaró la emergencia sanitaria, el 13 de marzo del pasado año.
En ese sentido, con la soga al cuello, se quiere torcer la verdad. Lo decidido por los clubes fue claro, y también los motivos que se esgrimieron en la Asamblea del 11 de setiembre de 2020.
Además no pueden aferrarse a aquel decreto porque, deberían recordar, a esa altura estaba habilitada la posibilidad de jugar al fútbol tanto en el profesionalismo como en el ámbito de Interior. A tal punto que al día siguiente de esa asamblea se retomó la competencia válida por la Copa Nacional de Selecciones y previamente, el 8 de agosto, el Torneo Apertura de la Primera División de la AUF había vuelto a rodar. Eso sí: sin público y sin la utilización de vestuarios.
Los clubes no pueden ahora aducir que no se jugó por causa de aquel primer decreto del gobierno. Luego de paralizar las actividades, de que aparecieran los famosos protocolos y se pusieran a andar las ruedas del deporte en casi todas sus expresiones, el fútbol tuvo el visto bueno para volver, así como otras disciplinas. Es más: si se repasan decisiones del gobierno anunciadas por la Secretaría Nacional del Deporte, hay que recordar que los amistosos estaban habilitados desde el 13 de julio.
Ahora bien, la decisión tomada en su momento, que lógicamente puede considerarse totalmente válida ante la situación, trae aparejado un tema complejo que es, nada más y nada menos, que la libertad de acción de los futbolistas para esta temporada 2021.
Pero no es nuevo. En este caótico fútbol sanducero es común que se tomen decisiones sin pensar en las consecuencias, que se realicen modificaciones a estatutos y reglamentos que luego se olvidan y muchas veces no se respetan, sin que nadie se haga responsable.
Si hay un mal que padece el fútbol sanducero desde hace muchísimos años es el de no haber aprendido que lo que está escrito, lo que fue votado y aprobado, está para cumplirse y debe ser respetado. Porque hay que hacerse cargo de las decisiones y de una vez por todas sincerarse. Y por ahí tienen que comenzar los clubes. Si así fuera, los problemas se minimizarían muchísimo.