Eugenio Schneider derriba varios mitos ante “la desinformación” del impacto de la forestación

“Mi objetivo es ponerme a la orden para aclarar con precisión los efectos de la forestación en Uruguay, a la vista de que hay claramente una desinformación importante”, dijo Eugenio Schneider, quien si bien actualmente es el principal del Frigorífico Casa Blanca, tiene décadas de experiencia en la industria forestal.
Después de leer una publicación en la que un representante político opinaba sobre el impacto de la forestación en Uruguay, decidió explicar a partir de sus conocimientos la realidad del negocio forestal.
“Cabildo Abierto sugiere que se están utilizando los mejores suelos agrícolas del país para la plantación de árboles. Eso es falso, porque estos no son los mejores para forestación, son pesados y de drenaje lento. Pero especialmente muy caros, desde que un buen suelo agrícola está entre 7.000 y 9.000 dólares la hectárea y un muy buen suelo forestal tiene un valor de 3.000 dólares. Así que nadie va a comprar lo más caro cuando ni siquiera es bueno para bosques”, dijo Schneider.

EL VALOR DE SUELOS FORESTALES

“Cuando llegué al país no tenían ningún valor adicional por ser aptos para forestación. Compramos los mejores suelos para ese fin a 180 dólares la hectárea”, recordó el empresario.
No obstante, “cuando llegaron las firmas internacionales el precio se multiplicó por tres o por cuatro porque no había tantos suelos disponibles como los demandados. Dio inicio un mercado de aptitud forestal que no tienen un valor superior a los con potencial agropecuario, pero sí que aquellos ganaderos. El valor es mayor porque hay gente interesada en invertir en ellos. Actualmente los campos aptos para forestación suman dos millones de hectáreas”.
Habló luego de la primera instalación de una planta procesadora de celulosa, que movilizó el mercado uruguayo de suelos forestales. “Conozco bien el comienzo -por experiencias personales- de la instalación de la primera pastera, con capitales de Shell (40%) y finlandeses (60%). Shell comenzó a invertir en recursos naturales como la forestación, para evadir las críticas a su principal ingreso, desde que hacían un pozo, bombeaban petróleo y sacaban plata. Sin embargo incluso en forestación también hicieron negocios muy malos, como el que realizaron en Brasil. Enormes extensiones forestadas en Brasil, pero tan lejos del puerto que cuando la madera llegaba al punto de salida para la exportación, la madera no valía nada por el costo del flete”, explicó. Agregó Schneider que “en Uruguay se unieron con capitales finlandeses y contrataron como agente para la compra de campos a un amigo, Alberto ‘Toto’ Gramont, el hombre que hizo el primer feed lot -corral para ganado- del país. Compró por encargo de Shell a través de una sociedad anónima que se llamaba Trébol Azul. Dos de los campos que compró, por obra de la casualidad, eran linderos a dos míos, uno en Piedras Coloradas y otro en San Ramón”.

“EL ÁRBOL ES UN CULTIVO MÁS”

“Hay una obsesión de que Uruguay tiene que producir alimentos para 30 millones de personas, diez veces su población. No sé quién lo dijo, si es un mandato divino o qué. Esta obsesión deja al descubierto que el árbol no se come. Pero es un razonamiento absurdo. La lana tampoco se puede comer. Hay otro criterio más o menos extendido que la forestación debe hacerse en aquellos suelos que no tengan otro uso. Pues bien, otro razonamiento equivocado, porque tampoco crecen en esos suelos los árboles, desde que necesitan determinadas condiciones, como un tipo de suelo más profundo, arenoso, liviano, poco aptos para trigo pero si para pasturas de verano. Nadie va a plantar arriba de la piedra, porque se funde económicamente. En la primera seca se muere todo el bosque”, expuso.
“Hay que dejar claramente establecido algo que por curioso que parezca muchos no lo tienen realmente claro. El árbol es un cultivo más. Por lo tanto necesita determinadas condiciones de suelo, de lluvia”, precisó.

EL CICLO DEL AGUA SE MANTIENE

También Schneider dio por tierra con el mensaje de que extrae enormes cantidades de agua del suelo. “Si se estudia el ciclo del agua esta información es inexacta y no tiene sustento científico. Los árboles rara vez extraen agua más allá de los dos o tres metros de profundidad, es decir hasta donde llegan sus raíces. Al mismo tiempo el propio suelo se lo impide porque a más profundidad la capa es más difícil de penetrar. Por lo tanto decir que un acuífero puede ser secado por la forestación es un disparate. Los acuíferos se encuentran entre los 200 y 1.000 metros de profundidad. Nunca jamás la raíz de un árbol llega a esa profundidad”. “Pero además el árbol transpira mucha agua, porque es de rápido crecimiento. Entonces, el ciclo del agua nos muestra claramente cómo esa agua que transpira vuelve a la atmósfera y cae nuevamente en forma de lluvia para volver a ser utilizada infinitas veces. Los bosques, sin agua, mueren”, subrayó entonces.

EN LUGAR DE EXTRAER, APORTA NUTRIENTES

“Además de pensarse que los árboles se ‘roban’ toda el agua, se sostiene que también extraen toda la fertilidad del suelo, que luego no sirve para nada. Por el contrario, los bosques plantados correctamente mejoran la calidad de los suelos. Se suele pensar que extraen gran cantidad de nutrientes del suelo. Eso sucede como en cualquier otro sistema productivo, incluyendo carne y lana. Pero la diferencia es que el bosque aporta una enorme cantidad de nutrientes a través de la caída de hojas y ramas, materiales que se crearon por fotosíntesis a partir del anhídrido carbónico del aire y del agua del suelo. Además el suelo tiene un banco de nutrientes como fósforo y potasio, que en todo caso se pueden reponer con fertilización. Por otro lado las raíces penetran el suelo y al morir aportan materiales orgánicos y dejan canales para airear el suelo, son como las lombrices del árbol”. Eugenio Schneider aseguró que “el bosque protege al suelo del impacto de las lluvias evitando la erosión descontrolada, por lo que mantiene siempre un suelo preparado para cultivar. Aumenta la retención de agua del suelo y así es como protege de la erosión”.

URUGUAY NO SERÁ UN DESIERTO

“También se sostiene que la forestación es algo irreversible, que si se plantan árboles todo se perderá”, dijo y explicó en detalle que “los bosques son solo plantas que se pueden incorporar o retirar del suelo. Un bosque plantado en cualquier momento puede ser cosechado y si se desea cambiar de rubro por agricultura, pastura u otro, se deben remover los tocones o pies de los árboles cortados y estará en condiciones. Claro, esto tiene un costo inicial que deberá considerarse en el nuevo plan de negocios. Pero la realidad es que si un suelo ha estado bajo régimen forestal durante muchos años, su fertilidad habrá aumentado y podrá aprovecharse en una nueva etapa, por ejemplo agropecuaria”, consideró.
“Ni el eucalipto ni el pino deterioran el suelo, no se lleva ni lo dejan inútil ni estéril. Digo esto porque hay quienes sostienen que Uruguay se convertirá en un desierto una vez que se vayan las empresas internacionales que explotan la forestación. Será justamente al revés, porque en las zonas donde se comenzara a plantar árboles eran suelos arenosos y pobres. Había ganado, pero pocas cabezas. El buen impacto de la forestación -y lo digo muy convencido- llevó a que el país tuviera por UPM 3 una negociación con los calzones bajos. No tengo la menor duda que el ahora fallecido presidente Vázquez no dudó en hacerlo así porque necesitaba mostrar algo positivo”, resumió Eugenio Schneider, uno de los empresarios más experientes en forestación, aun cuando hace décadas se dedica a la producción, faena y venta de carne.