
Los estadios son divinos, pero las canchas dejan mucho que desear. La Copa América sorprendió a Brasil, que no estaba ni cerca de ser sede, y esto se nota en los terrenos de juego, que no fueron acondicionados como se debería.
A tal punto que las críticas no dejan de aparecer. Luego del debut de Argentina ante Chile en el estadio Nilton Santos de Río de Janeiro, el entrenador Lionel Scaloni había sentenciado que “es lamentable el estado del campo de juego, al igual que la cancha en la que se disputó Colombia-Ecuador, que es la que vamos a jugar nosotros contra Bolivia”, haciendo referencia al Arena Pantanal de la ciudad de Cuiabá.
“Era un campo, no voy a decir horrible, pero sí muy malo para jugar el fútbol, que perjudica todo el espectáculo. Los que quieren crear no pueden”, coincidió Tité, el DT de Brasil, a la hora de hacer su propio análisis sobre el Nilton Santos.
La final de la Copa será en el Macaraná, en el que se trabaja a contrarreloj para intentar dejarlo en condiciones, dado que jugadores y entrenadores locales han manifestado que su cancha es la peor de Brasil.
Es más: en los últimos meses, las críticas fueron más allá, al punto que tanto Flamengo como Fluminense, los dos equipos que suelen jugar en el Maracaná, tuvieron que mudar sus localías a otros escenarios durante junio para sus respectivos partidos del torneo local con el objetivo de cuidar el piso.