Solicitada: Ser estudiante en el contexto de pandemia, entre tareas y salas virtuales

Hola, soy Federico Alzamendi, un joven del pueblo Bellaco, y quiero contarles mi experiencia en la educación virtual como estudiante. En estos momentos estoy estudiando en el Ciclo Inicial Optativo del área de la Salud (CIO Salud), en el Cenur Litoral Norte, en su sede de Paysandú, donde el 9 de agosto comenzamos nuestro segundo semestre.
El año pasado, antes de la confirmación de los primeros cuatro casos en Uruguay de la COVID-19, provocada por el virus Sars-CoV 2, recuerdo que en el liceo donde cursé sexto año de Ciencias Biológicas en los pasillos ya se podían ver afiches con las prevenciones que se debían tomar para evitar la posible propagación del virus. Ese mismo día se anunciaron medidas por parte del gobierno del recién entrante presidente Luis Lacalle Pou, entre las que se encontraba el cese de las clases presenciales. Recuerdo que hubo confusión entre nosotros los estudiantes y sé que entre docentes y funcionarios también fue grande el desconcierto. Este año (2021), comencé mis estudios terciarios con muchas expectativas, debo decir. Cambiaba el sistema, los compañeros, los profesores e incluso mi lugar de residencia, ya que, aunque la modalidad fuera virtual, pude mudarme a Paysandú, desde Río Negro, lo cual, a mi parecer, significó el mayor cambio.
En las primeras reuniones del curso éramos alrededor de 500 alumnos conectados e incluso a veces más, quinientas personas que anhelan con una carrera universitaria, quinientas personas con realidades diferentes, cada cual desde su casa o a veces un lugar donde se tuviera una buena conexión a internet, si no “se complica”. Esto me dejó pensando mucho. Me alegró que tantas personas puedan acceder a una carrera universitaria gratuita y descentralizada, pero, ¿qué hay de aquellos que desean estudiar y no tienen los medios? Hoy en día tenemos muchas becas a nuestra disposición, pero para cada una hay un plazo, cada persona tiene que llenar formularios, presentar documentación, hacer trámites, (para los cuales a veces se tienen que trasladar si es que no viven en la ciudad). Miles de realidades para describir en un papel.
Mis compañeros. Al empezar el primer semestre no conocía a la mayoría de las personas con las cuales compartía las clases, mucho menos a los docentes, pero rápidamente nos fuimos conociendo y formando nuevos vínculos, todo a través de una pantalla, porque hasta el día de hoy hay compañeros que no conozco en persona, aunque esto no fue un impedimento para formar vínculos. Con muchos hice contacto y otros también se pusieron en contacto conmigo. Destaco que, a pesar del contexto actual donde nadie conoce mucho al otro, mis compañeros siempre han estado a la disposición para ayudar. Y más allá de la gran cantidad de estudiantes, donde tal vez lo esperado es que cada cual siga su camino, se ha conformado un maravilloso grupo donde nos apoyamos, ya que la gran mayoría somos estudiantes que nos relacionamos por primera vez con la UdelaR y con un grupo de personas tan amplio, donde, reitero, hay realidades distintas.
“La Moneda tiene dos caras”. Tal como lo dice el dicho, siempre habrá ventajas y desventajas. Ahora, desde un punto de vista positivo podemos ver que al estar en nuestras casas podemos ir a la cocina por un vaso con agua, café, prepararnos el mate, ya que al estar en un espacio que ya conocemos y sentimos propio tal vez nos sentimos más cómodos. Podemos estudiar en la cocina, el comedor o nuestra habitación, y con este razonamiento también apunto a que no necesariamente se debe estar en el departamento para recibir las clases, sino que desde cualquier lugar con buena conexión podemos asistir a clases, y aquí me gustaría detenerme para destacar que, la Universidad no es solo un edificio, sino que la universidad somos todos, desde nuestra casa, desde nuestro celular o nuestra computadora, cuando charlamos con los vecinos y los hacemos parte, porque esto también es una función de la universidad. Pero bajo una mirada no tan positiva, a mi entender, la virtualidad trae consigo problemas de aprendizaje para nosotros los alumnos y para los docentes, que debieron dar un giro importante a sus métodos de enseñanza, como nosotros debimos cambiar el método de estudio. También la interacción docente-alumno o incluso entre pares se ve obstaculizada, porque si bien en las clases sincrónicas (en vivo) podemos consultar o aportar a la clase, esto se ve afectado cuando las clases fueron previamente grabadas, aunque es verdad que de ser así, podemos acceder a las mismas en cualquier momento.
Presencialidad. Recién ahora, luego de pasado un año y medio (aproximadamente) de virtualidad, los centros universitarios están retomando sus instancias presenciales, lo cual es extremadamente necesario y positivo. Mi deseo es que todos estemos reunidos en un aula, presencialmente, conocer a mis compañeros, intercambiar con ellos y con los profesores, pero debemos tener en cuenta una cosa: hay una realidad que vivimos en estos días y es la pandemia. Para que todos podamos volver seguros, debemos esperar aún un poco más, manteniendo la seguridad de que en algún momento este episodio pasará y nos podremos encontrar.

Federico Alzamendi