En Uruguay una de cada 10 camas de CTI corresponde a intento de autoeliminación

Ana Iruleguy, Verónica Laurino, Ricardo Fleitas, Rossana Spalvier.

En Uruguay la tasa de suicidios es bastante alta. De acuerdo a datos 2020 proporcionados por el Ministerio de Salud Pública, es de 20,6 cada 100.000 habitantes. Aumentó en los últimos 20 años y afecta más al sexo masculino que al femenino. En las personas mayores, a partir de 65 años la tasa es aun mayor, de 30 cada 100.000 habitantes. Además, de 10 camas ocupadas en CTI una tiene un paciente que intentó autoeliminarse.

Estas cifras de la “pandemia silenciosa” fueron dadas a conocer en el Día Internacional de la Prevención del Suicidio por la Comisión Técnica el Departamento de Salud Mental y el Departamento de Primer Nivel de Atención de Comepa, a través de los doctores Rossana Spalvier, Verónica Laurino, Ana Iruleguy y Ricardo Flitas.
Asimismo hicieron hincapié en el impacto que se aprecia en adolescentes, no solo en lo referido a suicidios sino a cuadros de depresión, lo que se vio profundizado por la pandemia de COVID-19. En Comepa hay “6.500 adolescentes; el 50% con cuadros emocionales o mentales. Y aunque sea algo leve, no podemos abordar a esa enormidad de adolescentes”.
Ante eso, se trabaja con los liceos 1, 3 y 5 y en un futuro cercano junto con la Dirección Departamental de Salud, con la Sala de Directores y Directores de UTU de Paysandú “con el ánimo de generar un clima de intervención que atienda esta realidad que todos estamos viviendo. Planteamos abordajes colectivos para un tema que es masivo y no sería viable canalizarlo todo por consultas siquiátricas o sicológicas. Eso obviamente no quita que aquellas situaciones más graves deben y de hecho se canalizan de manera tradicional”.

“Dentro de las cosas que nos dejó la pandemia hay un alto requerimiento de consultas por motivos de salud mental, que tenemos que abordarlos en una manera conjunta entre el primer nivel de atención y el servicio de salud mental de Comepa”, indicaron los profesionales.
“La pandemia nos ha dejado alta demanda en salud mental a nivel del grupo etario de los adolescentes. Por eso tenemos un plan de trabajo con los centros educativos porque en los adolescentes esto les ha provocado un montón de síntomas de desmotivación. El aislamiento ha llevado a que en el retorno a la presencialidad no estén socializando como en la pre pandemia”.
“Desde la Dirección Técnica de Comepa estamos enfocados en priorizar lo que es el primer nivel de atención en salud, donde se realiza la mayor parte de las consultas externas de los usuarios y donde debemos resolver aproximadamente el 80% de las consultas en este nivel de baja complejidad”, dijo la subdirectora técnica, Verónica Laurino.

El doctor Fleitas subrayó que “hay problemas significativos del sueño. El 48% de adolescentes tienen alteraciones del sueño, lo que hay que vincularlo con la pandemia lo mismo que el uso de pantallas, la utilización de la noche, el cambio de la noche por el día. El nivel de ansiedad y depresión en adolescentes es bien importante, tanto que es un número que si lo canalizáramos por consultas sería imposible de responder”.
Destacó además que se debe enfatizar “lo mental de la salud y no la salud mental. Habitualmente se tiende a pensar en la enfermedad mental. Lo que tiene el conjunto de la población a partir de una pandemia que vivimos todos no es necesariamente una enfermedad mental. Han aumentado determinadas situaciones que son lo preocupante, como sueño, ansiedad, depresión, consumo de alcohol y cannabis. A eso se suma la pérdida de relacionamiento social que han tenido los adolescentes, esa desconfianza ha generado miedos, no aglomerarse y todo eso se vuelca a la presencialidad. Ante eso hay centros educativos que pretenden trabajar estos temas, porque muchos de los adolescentes están afectados por esta situación”.