Un tema no desechable

Uruguay aún no ha solucionado el complejo problema de los residuos sólidos y una recorrida por los titulares de prensa de algunos departamentos muestra que el tema no solo está muy presente en la agenda ciudadana, sino que no se ha llegado a soluciones efectivas y de consenso social.
Somos uno de los países latinoamericanos que genera más basura, con un estimado de aproximadamente 1 kilogramo por habitante por día, según un informe del Banco Mundial. La cifra se sitúa por encima de la tasa media de América Latina, fijada en 0,87 kilogramos y del promedio mundial, establecido en 0,74 kilogramos. No obstante, nuestro país también lidera los rankings de cobertura de recolección de basura en el continente.

La gestión de residuos sólidos es un asunto que preocupa más allá de las fronteras y, si se analiza a nivel regional, en América Latina y el Caribe anualmente se generan alrededor de 216 millones de toneladas de residuos sólidos municipales, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo.

En un reciente artículo, Magda Correal, especialista senior de la División de Agua y Saneamiento del Banco Interamericano de Desarrollo, señala que de la cantidad antes mencionada el 52% corresponde a residuos orgánicos, mientras que el 19% son materiales con mayor potencial de ser reciclados, como papel, cartón, vidrio y metales, adicionalmente a los plásticos que representan el 12% del total.

Respecto a la disposición final de los residuos sólidos, el 56% son llevados a rellenos sanitarios, mientras que cerca del 40% se disponen inadecuadamente en vertederos a cielo abierto y con escaso control, en tanto que sólo el 4,5% son reciclados.

La experta señalaba que “en términos de gobernanza, existen desafíos en cuanto a la planificación de acciones concretas y realizables por gobiernos nacionales y municipales, si bien en muchos países los municipios están obligados a elaborar planes de gestión de residuos, la implementación de estos no siempre está asegurada”. Considera que “también se evidencian dificultades en la identificación y estructuración de soluciones técnicas que mejor se adecuen a las necesidades y capacidades de municipios y regiones” y que América Latina necesita “instrumentos regulatorios y al mismo tiempo fortalecer los organismos encargados de vigilar, monitorear y asegurar que las normas se implementen” así como fortalecer el desarrollo de reglamentaciones de la valorización de residuos y la economía circular. En este sentido valoró que “los esquemas de responsabilidad extendida y/o compartida del productor están tomando cada vez más importancia en los diferentes países, como Chile, Colombia y Uruguay, donde recientemente se han establecido obligaciones y metas de recuperación de envases a los productores y fabricantes. Se requiere contar con sistemas de información de datos y cifras oficiales que faciliten el monitoreo y la evaluación de la gestión, así como el diseño y la medición del impacto de diferentes iniciativas y programas”, señaló.

Apenas una generación atrás eran pocas las ciudades que contaban con programas de gestión de residuos sólidos. Probablemente, los hogares producían menos desechos que ahora: las bolsas de plástico se usaban mucho menos, y los animales domésticos comían sobras y no alimentos granulados como en la actualidad. Los residuos relacionados con empaques prácticamente no existían y las ciudades en su conjunto producían bastante menos basura.

La mala gestión (o la ausencia de ella) de los residuos sólidos urbanos genera no solo impactos ambientales sino también sanitarios y sociales de relevancia. Se requieren no solo soluciones técnicas sino también la inclusión de los recicladores informales, cambios culturales en relación a la conducta de las personas y educación y motivaciones claras para que la gente se motive a reducir y reciclar sus residuos.

En cuanto a los trabajadores informales, estudios realizados por el Banco Mundial indican que juegan un rol importante en los países en desarrollo, ya que entre el 15% y el 20% de las basuras generadas se maneja ad-hoc por parte de individuos o microempresas que no están formalmente registradas o reconocidas.
Como sabemos, aquí en Paysandú hay muchos clasificadores que se dedican a recolectar, seleccionar, reciclar y reutilizar los residuos en sus domicilios, siendo los menos los que participan de emprendimientos de tipo asociativo vinculados a puntos de clasificación.

En nuestra ciudad se producen aproximadamente 80.000 kilos diarios de basura, que se depositan en el vertedero municipal, en el que la Intendencia se apresta a introducir cambios.

En este sentido, recientemente se anunció una licitación para prestar servicios de reciclaje y encapsulado de residuos sólidos no reciclables, a partir de una iniciativa presentada por una empresa privada. Habrá que ver si es la mejor solución pero resulta evidente que el mejoramiento de la gestión de residuos sólidos municipales impacta positivamente en la calidad de vida y en el cumplimiento de los compromisos establecidos en la agenda 2030, especialmente en las metas enmarcadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Empero, es necesario avanzar también en otros sentidos ya que “es indispensable contar con información y datos de calidad, que le permitan a las administraciones nacionales y municipales la medición del impacto de las políticas públicas y de las inversiones, así como la definición de metas y el seguimiento de sus planes y estrategias. Por ejemplo, ¿qué cantidad de residuos genera cada habitante?, ¿cuánto logramos reducir esta cantidad cada año a través de la prevención y la reutilización?, ¿cuánto aumenta anualmente la tasa de reciclaje en una ciudad o un país?, ¿cuántos residuos dejan de disponerse en vertederos a cielo abierto?”, pregunta la experta del BID.

Son preguntas que tenemos que comenzar a hacernos. Teniendo en cuenta que la gestión de residuos sólidos recae sobre las intendencias y municipios, bueno es que el tema sea incluido en forma prioritaria en sus agendas de gobierno en el marco de un compromiso social y ambiental que redunde en la mejora de las condiciones de vida de todos. Y que se adopten medidas eficientes para la solución un problema que vuelve una y otra vez.