Analizaron la “gestión del pasto” a la salida del invierno

Productores y amigos del anfitrión participaron de la jornada en Cerro del Bombero.

La primera actividad de una serie de instancias previstas a lo largo de la ejecución del proyecto “Gestión del Pasto”, se realizó el pasado jueves en el establecimiento Cerro del Bombero, que administra el ingeniero agrónomo Juan Bazzano De León, en la zona de Merinos, departamento de Paysandú, con la presencia de productores invitados por el anfitrión y el Instituto Plan Agropecuario (IPA), organizadora de la jornada.

Uno de los aspectos más llamativos y que se informó desde el Plan Agropecuario, es que se verificó a través de la medición satelital, el menor crecimiento de pastura en 20 años en la zona, lo cual es un factor determinante para la toma de decisiones en tal particular circunstancia.
Hay previstas 6 instancias similares, las que se desarrollarán con una frecuencia semestral, por lo que en el otoño del año venidero será la próxima jornada en ese mismo predio. En la jornada se compartieron los resultados del primer monitoreo realizado, conociendo la situación del pasto y los animales.

El ingeniero agrónomo Rómulo Cesar Aviaga, coordinador de la regional Litoral Norte del IPA, señaló a EL TELEGRAFO que “estamos a la salida de un invierno que fue complicado en cuanto a la disponibilidad de las pasturas, y Cerro del Bombero no es la excepción”.
En este establecimiento la disponibilidad promedio de pasto es de 2,6 centímetros y la condición corporal promedio del ganado de cría es de 3,75. Estos números permitieron conocer cuál fue el manejo que realizó el productor y cuales fueron las decisiones adoptadas en la gestión “del no pasto”, subrayó el técnico.

Para graficar lo que se realiza para iniciar el trabajo, Cesar explicó que “se toma una foto de la cantidad de pasto y el estado de los animales al inicio de cada una de las estaciones. A partir de saber cuanto pasto hay, lo que se observa es que animales hay encima del sistema, lo que denominamos los comensales, y definir cuales son los requerimientos de alimentación que esos animales tienen en función de un determinado objetivo de producción”.

Cuando se disponen de esos datos (cuánto pasto hay y cuánto se necesita), “se genera una herramienta que en el proyecto se denomina Índice sobre el plato de comida, que es fácil de visualizar y de discutir con los productores, porque contrapone esas dos grandes cosas: el pasto que hay, contra el pasto que se necesita para cumplir un determinado objetivo productivo”.
Referido al sistema de ciclo completo que se realiza en el establecimiento ubicado a 10 kilómetros de Merinos, “la cría tiene un rol fundamental, y por lo tanto se procura que las vacas, al final de la parición (actualmente ha parido el 50% del rodeo), logren recuperar condición y volver a entorarse en el próximo período de servicio”.
De todas maneras, el profesional sostuvo que lo mismo sucede con los ovinos, ya que en Cerro del Bombero la producción con ejemplares de la raza Merino Australiano tiene similar importancia que el rodeo vacuno.

Al inicio de cada estación se mide el pasto y se pesan los animales (o se estima la condición corporal según la categoría).

Superando las expectativas

“Superó ampliamente las expectativas” analizar la gestión del pasto, explicó por su parte el ingeniero agrónomo Juan Bazzano De León. “La primera vez que realizamos las mediciones, antes de terminar la recorrida y con un porcentaje importante de campo medido, ya nos dimos cuenta que estábamos en una situación mucho peor de la que suponíamos”.
Reconoció que a la entrada del pasado invierno la situación era complicada “por como venía la situación, porque no habíamos tenido primavera en 2020, y en el otoño prácticamente no llovió, por lo que sabíamos que las condiciones eran complicadas”.

Desde la incorporación al proyecto “nos permitió identificar en dónde estábamos parados y tomamos una serie de decisiones en lo que respecta a la suplementación de categorías jóvenes, que nos permitió sobrellevar un invierno que fue muy difícil”.
Viendo la situación, el productor entendió que “debíamos sacar del sistema (los toros estaban en el establecimiento y fueron llevados a pastoreo), y vimos que la categoría que estaba por parir en un determinado potrero, estaría sumamente complicado por la disponibilidad de pasto”.

Esto determinó que se hiciera un cambio de los animales a parir en diferentes lugares. “Las vacas que estaban en una condición corporal 4 y también más, las trasladamos a la costa del Queguay, en donde si bien el pasto era bajo, podían tener acceso a paja mansa, además de brindarle bloques nutricionales para una mejor digestibilidad y para que llegaran en mejor estado al parto”.
Las categorías que habitualmente están ahí, “las recrías”, sostiene Bazzano, “fueron trasladadas a otro campo bueno, en donde se hizo una mayor distribución de comederos y dimos una asignación mayor de suplemento”. A la recría de machos y hembras (novillitos y vaquillonas), “le asignábamos un 0,07% del peso vivo, y dado las condiciones en que estábamos, decidimos aumentar la disponibilidad de comida al 1% de peso vivo por día”.

Respecto a los terneros y terneras se mantuvo el 1% de raciones balanceadas, colocándolos en campos a donde habitualmente no ingresaban.
Bazzano aclaró que para el ovino “no fue tan problemático, y parte de las categorías de la especie, sobre todo ovejas preñadas (este año hubo un alto porcentaje de melliceros), fueron preparadas para la parición, y la suplementamos aparte del ganado vacuno”.

Usar herramientas

“Lo más lindo de todos es participaron unos 15 productores de la zona y técnicos de otras instituciones que siguen de cerca esta experiencia”, manifestó por su parte el ingeniero agrónomo Marcelo Pereira Machín. Sostuvo que es importante comenzar a hacer uso de las herramientas que “el laboratorio” maneja, como “el famoso Índice plato de comida, que surge a partir de medir los campos y vincularlo con la carga en kilos que hay en cada potrero, entre muchas otras herramientas”.