El día después de jubilarme

La vida es un continuo cambio que supone atravesar diferentes etapas, cada una con sus características, limitaciones y posibilidades.
La jubilación es sin dudas un hito significativo en nuestras vidas, y marca la transición de una etapa a otra. Prepararse para este nuevo tiempo en nuestras vidas se vuelve esencial, pues de no hacerlo, nos encontraremos ante una situación que muchas veces puede provocar efectos negativos a nivel psicológico, económico y social, conllevando entre otras cosas a un descenso de la autoestima y depresión.

El trabajo estructura nuestra vida en relación con tiempos, actividades, relaciones, status, creatividad y desarrollo de aptitudes, y todo esto de cierto modo determina nuestra identidad, el quiénes somos, somos Juan el panadero, María la de administración, el profesor Raúl. El rol social cambia y con el devienen cambios en el ámbito personal y familiar.
Por esto la interrupción de la actividad laboral produce una ruptura que requiere un proceso de adaptación.
Pero con la adecuada preparación y anticipación podemos empezar a vislumbrar oportunidades únicas en esta nueva etapa.

Claro que esto no dependerá solamente de nosotros, sino también del contexto, de la contención de nuestros afectos, familia y amigos, y por supuesto de las políticas púbicas, que deben tener en cuenta el crecimiento gradual y sostenido de la población mayor en nuestro país, población que representaba un 8% en la década de los 50, y hoy ronda en el 15% y se estima que para mediados de siglo superará el 21%. Y esto no es exclusivo de Uruguay, el mundo entero ha experimentado el incremento de la población de personas mayores hasta niveles inéditos en el último siglo, a tal punto que en ningún otro momento de la historia las poblaciones han estado tan envejecidas como ahora. Esto ha traído consigo una nueva mirada sobre este rango etario, antes eramos vistos como ancianos a los 65, hoy esa visión se tiene de alguien mayor de 80 años.

Esto no es solo relevante en cuanto a la forma en cómo los otros nos ven, sino, y mucho más importante, en cómo nosotros mismos nos sentimos. La mayoría de nosotros no nos sentiremos “viejos” cuando lleguemos a la edad de jubilarnos, y por esto nos cuesta visualizarnos “sin hacer nada”. Y es que no debe ser así.
Entonces ¿cuándo empezar a pensar en ese momento? La respuesta es clara: cuanto antes.

La jubilación también  puede ser un comienzo

Tras la jubilación, y después de un cierto período de “luna de miel”, en el que disfrutamos de la ausencia de las presiones laborales, comienza la preocupación por crear un nuevo proyecto de vida.
Pero podemos adelantarnos a esto.
Me permitiré en este momento escribirles sobre algo personal: recuerdo a mi abuelo, que poco antes de jubilarse de la Textil Uruguaya, armó junto con mi padre una cortadora de césped a partir del motor de un viejo lavarropas. Él era un hombre sano y muy activo. No podía visualizarse a sí mismo sin trabajar o manteniéndose en movimiento. Así que a la semana siguiente a jubilarse podías ver a Don Julio (así era conocido en el barrio) cortando el césped de los vecinos. Por supuesto que esta entrada de dinero era una ayuda para la economía de la casa, pero repercutía en su vida a otros niveles. Iba de una casa a otra en bicicleta, tirando de su carrito con la podadora, tijeras y otras herramientas, lo cual representaba un formidable ejercicio físico que ayudó a mantenerlo en forma durante mucho tiempo, por otro lado mantuvo o incluso incrementó su vida social, ya que estas tareas de jardinería las acompañaba con largas charlas con los vecinos, algo que le permitía el no “andar a las corridas”. Recuerdo con cariño que este nuevo trabajo sirvió para conectar aún más con sus nietos, a quienes nos ponía como ayudantes o aprendices en el arte de cortar los bordes y esquinas con una pequeña tijera. Así como Don Julio proyectó sus días después de la jubilación y se preparó para eso, es de suma importancia que todos, en la medida de lo posible lo hagamos. ¡Las posibilidades son muchísimas!

Podemos prepararnos con antelación para un nuevo oficio, por ejemplo como consultores en el rubro en el que nos hemos desarrollado, o emprender algo completamente nuevo, podemos programar una serie de viajes, conociendo algunos de esos sitios a los que nunca fuimos por falta de tiempo, podemos planear reconectarnos con ciertas personas con las que hace mucho estamos distanciadas, podemos abocarnos a ese hobbie que siempre dejamos relegado, llevar a cabo esas remodelaciones en la casa que queríamos hacer y no encontrábamos el momento, ejercer el voluntariado en alguna obra o institución con la cual nos sintamos conectados, o incluso hacer esa carrera y recibirnos de aquello que queremos estudiar sin la presión de que deba ser una salida laboral…y la lista podría seguir durante páginas enteras.

¿Cómo nos paramos  frente a la jubilación?

El psiquiatra español Bartolomé Freire, en su libro La jubilación, una oportunidad, describe cinco perfiles diferentes de personas ante la jubilación:
• Los atareados; son gente que sigue con su trabajo o buscan una tarea que se convierta en el nuevo centro de su existencia. Normalmente son personas que disfrutaban con sus trabajos.
• Los disfrutadores; son personas que están dispuestas a disfrutar de la jubilación, pero sin comprometerse demasiado con nada en concreto. El doctor Freire destaca que en este grupo hay muchas mujeres que valoran disponer de la libertad de hacer lo que querían después de una vida dedicada a cuidar de la familia.
• Los sosegados; no quieren problemas ni estrés. Se enfocan en huir de las situaciones estresantes y valoran la tranquilidad.
• Los exploradores; piensan que la jubilación ha de ser un punto de inflexión para dar un cambio a su vida.
• Los desenfocados; son los que no han planificado nada en concreto y van perdidos. No viven con satisfacción esta situación.
En definitiva, es importante que podamos visualizar la jubilación como un momento de oportunidad y no como una pérdida, esto será fundamental para no estresarnos y eliminar la ansiedad en la que puede ser, por qué no, la mejor etapa de nuestras vida. Preparémonos para eso.