La incertidumbre crónica sobre la evolución del Mercosur es particularmente problemática en períodos de crisis global como la actual, consecuencia de sucesión de eventos indeseables como la pandemia de la COVID-19 y la invasión rusa a Ucrania, como detonantes fundamentales, pero –mal que nos pese– estamos en medio de la región en la que rige el acuerdo y existe la duda lógica de si es peor salir que quedarnos apostando a incorporar correctivos que permitan zafarnos del corsé y tener la flexibilidad suficiente para concretar acuerdos comerciales con países o bloques extrarregión.
La indeseable práctica que se generó durante los gobiernos de izquierda en la región, de convertir al Mercosur en un club de presidentes amigos en lugar de utilizar la herramienta para generar más y mejor comercio y complementación en los esquemas de comercio y producción regional, acentuó los problemas con la inoperancia por idas y venidas en el bloque a partir sobre todo de las asimetrías de las economías y la bilateralidad en las decisiones de Argentina y Brasil hacia sus socios menores.
Respecto a la marcha del acuerdo precisamente en las últimas horas el presidente Luis Lacalle Pou se reunió con el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta y en su encuentro de una hora, ambos dialogaron sobre “el futuro” de las naciones.
“Coincidimos en la necesidad de trabajar para actualizar y relanzar el Mercosur y convertirlo en un bloque comercial dinámico, moderno e integrado al mundo que genere oportunidades de desarrollo para la región”, dijo Rodríguez Larreta tras el encuentro, de acuerdo con Infobae. Así, como parte de su estrategia de desarrollo, el político argentino dijo que su país necesita aumentar las exportaciones y pidió trabajar en favor del acuerdo Mercosur-Unión Europea.
Esta convergencia contrasta con los desacuerdos con el mandatario argentino Alberto Fernández, con quien se cruzaron más de una vez en torno a la flexibilización del bloque regional que promueve el gobierno de Lacalle y que no ha contado con el respaldo explícito y mucho menos contundentes de Brasil y Paraguay, en tanto el gobierno kirchnerista ha estado abiertamente en contra de esta salida.
Pero claro, Rodríguez Larreta no es el presidente, sino solo jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, y por lo tanto la batuta en la conducción económica del vecino país está en manos de Alberto Fernández, que sigue apegado a las recetas ultraproteccionistas en la economía y las aplica a rajatabla en su postura en el Mercosur, contrario a todo intento de apertura que permita al bloque aggiornarse a la realidad mundial en el comercio.
Y en este contexto viene a cuento evaluar los resultados de la reciente Cumbre de las Américas para la región, la que a juicio del Dr. Ignacio Bartesaghi, experto en relaciones internacionales y con posdoctorado en integración económica, deja un saldo “muy escaso” desde que involucra una relación de Estados Unidos con la región que tiene sus avatares y sus idas y venidas con escasos resultados concretos.
Pero en lo que respecta al Mercosur, según declaró el experto al suplemento Economía y Mercado del diario El País, Uruguay aprovechó en su momento “una visión más pragmática de Brasil respecto al Mercosur. La postura de Bolsonaro de mayor apertura fue música en los oídos para Uruguay”, en tanto China entendió que era una buena oportunidad acercarse al país más pequeño de la región y que destaca a nivel global por varios de sus indicadores.
“Una ventana de oportunidad que permitió a Uruguay avanzar en solitario hacia un estudio de factibilidad de un acuerdo comercial con China. Ahora el contexto es otro. En Brasil ha tomado mayor preponderancia Itamaraty (Cancillería) luego del cambio de Canciller. La postura de Brasil ya no era tan favorable, lo que sumado a la estrategia argentina de rechazar cualquier movimiento unilateral de sus socios, nos puso en una situación distinta, China observa esto y hay que dar nuevas señales. En política internacional el contexto cambia a menudo y exige señales acordes al momento. No se trata de modificar la estrategia de flexibilización, sino de ajustar la táctica”, expuso el profesional.
Consideró igualmente que hay señales buenas en el sentido de que “recientemente pasaron cosas positivas. La visita de Lacalle Pou a Mario Abdo Martínez, donde el presidente paraguayo dijo que no tiene problemas para que Uruguay avance en la flexibilización. Y ahora, este acuerdo entre las cancillerías de Uruguay y Brasil respecto a la rebaja del arancel externo común y el arancel cero para las zonas francas, donde Uruguay obtuvo una declaración muy positiva sobre flexibilización”.
Al sentarse nuevamente en la mesa de negociación, nuestro país envía señales positivas hacia China, porque la llave de la instancia de negociación es que China evita chocar con Brasil y este cambio permitiría que el gigante asiático decida seguir adelante en el proceso de negociación.
Claro, la distorsión descomunal en el tamaño de las economías hace que la negociación bilateral de tratado de Uruguay con China aparezca como de interés muy menor para el país asiático, salvo que la idea lógica resida en utilizarlo como un trampolín hacia la región, lo que genera resquemores en los países vecinos.
Pero de lo que se trata es de ajustar la normativa del bloque a los tiempos que corren y no solo para atender situaciones puntuales y los intereses de países ultraproteccionistas como Argentina, con una economía desquiciada con transferencia de subsidios, retenciones a las exportaciones y proteccionismo extremo para sus emprendimientos internos.
Pero estamos en un bloque, y seguramente la salida lógica sería un acuerdo del Mercosur con China, como hacen todos los otros bloques comerciales en el mundo, aunque la salvedad es que no tienen la rémora de un país como Argentina, que va a contramano de hacia donde va el mundo.
En cuanto a oportunidades, próximamente se efectuará el cambio de mando en el Mercosur y Uruguay asumirá la presidencia pro tempore del bloque, lo que implica la posibilidad de que nuestro país exponga los avances con China y eventualmente abrir el estudio a los demás integrantes del acuerdo regional, buscando apoyo para avanzar de consumo en esta flexibilización. Tal vez una utopía, sabiendo cómo se las gastan nuestros vecinos de allende el Plata, pero sí es un paso que hay que dar, una oportunidad para explorar, y ver qué pasa, tras tantos fracasos.