¿La era de la hibridez?

La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) vienen impulsando desde mediados del año pasado el desarrollo de una estrategia regional que tiene por objetivo desarrollar modelos de educación híbrida para los países de la región.
En concreto, se trata de poner foco en potenciar los sistemas educativos nacionales, las habilidades y competencias del contexto de cada país, la flexibilidad de sus currículos y las nuevas formas de aprender que se impulsaron en cada territorio a partir de la pandemia.

En la actualidad, el proyecto se encuentra en fase de implementación de pilotos -en Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, El Salvador y México-, que servirán para la expansión de los sistemas híbridos a otros países.

No obstante, pretende extenderse a toda la región dentro del Programa Regional de Transformación Digital en Educación que la OEI puso en marcha a finales de 2021, y que, además del BID, cuenta con importantes aliados como el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID), la Universidad Complutense de Madrid y Profuturo.

La semana pasada, ministros y ministras de Educación de Iberoamérica, de la mano de especialistas y expertos en la materia, se reunieron en Madrid para tratar diferentes temas educativos y la pandemia y su impacto en el sector fue uno de los principales abordados en el seminario internacional “Educación para el siglo XXI en América Latina y el Caribe: prosperar, competir e innovar en la era digital”.

El seminario, liderado por la OEI y el BID y realizado en modalidad híbrida con trasmisión por streaming, tuvo por objetivo brindar un espacio para debatir y poner en común una hoja de ruta que permita el pleno desarrollo de modelos híbridos de educación en la región, teniendo en cuenta que, tras la apertura parcial de escuelas y universidades en 2021, se manifestó la amplia brecha digital existente entre los países iberoamericanos.
La referida brecha se evidenció en “las medidas de emergencia desiguales y heterogéneas que se pusieron en marcha en los países para atajar la pérdida de aprendizajes, a la par que se sorteaban problemas de conectividad y acceso”, según la OEI. En este sentido, de acuerdo a cifras del BID, al menos 77 millones de personas actualmente no tienen acceso a Internet de calidad en áreas rurales de América Latina y el Caribe, al tiempo que la probabilidad de deserción escolar de jóvenes entre 12 y 17 años ha aumentado un 13%.

Durante la inauguración de la jornada, el secretario general de la OEI, Mariano Jabonero, planteó que en política pública hay que definir “lo urgente y lo importante”, y con la irrupción de la pandemia “había que atender lo urgente con mecanismos para paliar la situación de manera integral”; sin embargo, recordó que en Iberoamérica la mayoría no tenía esas herramientas: “faltaba calidad, equidad e inclusión”, dijo.
Lo importante, de acuerdo con el secretario general de la OEI, es que la región tenga “una propuesta de educación híbrida que también mejore la productividad que hace 60 años no mejora, y para prevenir nuevas pandemias”.

“La región tiene la gran oportunidad de hacer una inversión focalizada en la transformación digital de la educación, en formar docentes de alta calidad, en dotar a las escuelas en zonas rurales y de alta pobreza con infraestructura del Siglo XXI”, dijo Mauricio Claver-Carone, presidente del BID, quien participó mediante un mensaje de video.

En este sentido, consideró que “se necesita un verdadero compromiso y convicción de toda la comunidad educativa (sector público, privado y sociedad civil) para poder cerrar vacíos y brechas históricas, y asegurar que los jóvenes desarrollen las competencias que necesitan para las demandas del mercado laboral no solo de hoy sino del futuro”.

La pandemia nos enfrentó sin anestesia al tema de la virtualidad primero y luego la hibridez en los diferentes modelos educativos. En este sentido, como bien señaló la ministra de Educación de España, Pilar Alegría, “la transformación digital ya es una realidad en la vida de nuestros hijos e hijas y por eso hay que extraer lo mejor de ella sin demonizarla. Es una herramienta poderosísima para conseguir los objetivos del sistema educativo: seguir ampliando la escolarización, reducir el abandono escolar y mejorar la calidad de los conocimientos adquiridos con motivación”.

Es importante señalar en este sentido que hubo países -como el nuestro- muy bien preparados en aspectos de infraestructura (buena cobertura y ancho de banda así como accesibilidad de la población a Internet) y equipamientos para los estudiantes (laptops a disposición en los hogares) y plataformas educativas ya instaladas que dieron soporte a la enseñanza primaria y secundaria públicas. A esto se sumaron decisiones acertadas en la emergencia, como por ejemplo la realizada por la Universidad de la República, con la provisión de salas de videoconferencias a todos sus docentes y estudiantes.
La modalidad de enseñanza impuesta por la necesidad de seguir funcionando en pandemia tuvo sus pro y sus contra y tiene, en consecuencia, defensores y detractores.
No obstante, nadie puede negar que se trató de una experiencia que abrió nuevas perspectivas y oportunidades, especialmente en lo que respecta en algunos campos disciplinares de los niveles superiores de estudio, con la posibilidad de asistir a clases sin trasladarse largas distancias, acceder a formaciones complementarias, congresos y seminarios nacionales y extranjeros que antes eran exclusivamente presenciales, por ejemplo.
Hoy los sistemas educativos se encuentran ante nada simple coyuntura de gestionar esas expectativas y realidades sopesando sus situaciones institucionales particulares así como las prácticas anteriores y posteriores a la pandemia.
Es posible -y seguramente deseable- que las nuevas modalidades sean consideradas seriamente y puedan implementarse donde sea posible, en la forma y con las características necesarias para facilitar el acceso y la permanencia de estudiantes sin perder calidad.
No obstante, la hibridez en sí misma como modalidad educativa, la inclusión de la inteligencia artificial en las aulas y los desafíos tecnológicos, pedagógicos y éticos que esto conlleva son temas que es necesario discutir en profundidad. También es buena cosa conocer y difundir buenas prácticas que se están desarrollando en la región para “integrar habilidades del siglo XXI en la currícula” y poder tomar decisiones fundadas en la experiencia, las posibilidades y las necesidades de una educación inclusiva y de calidad.