La historia detrás de un disco legendario

En el marco de la 7ª Feria del Libro de Paysandú, el escritor y periodista Fermín Méndez presentó “Mateo solo bien se lame”, su libro sobre el disco del mismo nombre grabado por el músico montevideano Eduardo Mateo en Buenos Aires, entre octubre y diciembre de 1971, y editado en 1972 en Uruguay y Argentina. Se lo considera un trabajo fundamental, al punto de haber sido elegido en una encuesta de El País como el mejor disco de la música uruguaya. Contiene una serie de canciones –“Yulelé”, “Quien te viera”, “Uh que macana”, “La mama vieja”, entre otras–, cuya belleza y vigencia resisten sin inconvenientes el paso del tiempo. El libro relata el proceso creativo detrás de ese álbum fundacional y legendario.
El autor comenzó hablando del rol de este disco en su propia vida, que lo acompañó cuando se fue a vivir al País Vasco, tras la crisis de 1999-2002. El libro consta de dos partes. La primera aborda los tiempos previos a la grabación, “para saber en qué andaba Mateo en los años 1969, ‘70, ‘71. Esto lleva un poco a entender por qué, aunque ya estaba consolidado como músico, recién en 1971 puede grabar su primer disco”.
La segunda parte “ya se mete en el mundo de las canciones”, a partir de conversaciones con músicos. “Muchos de ellos compartieron escenarios y creaciones con Mateo, pero también hay músicos jóvenes, de la nueva camada, que bien podrían ser hijos o nietos de Mateo. Con ellos entramos como a romper las canciones, a ver qué había adentro, cuáles son las cosas que Mateo hizo en cada canción, que hoy en día siguen siendo novedad. Eso es, a grandes rasgos, lo que buscamos hacer con el libro”. En el disco –y de ahí surge su nombre– Mateo creó todas las letras, músicas y arreglos, cantó y tocó todos los instrumentos. El único aporte externo es la participación del grupo vocal Quinto de Cantares en una de las canciones, “Tras de ti”.

Un testimonio fundamental

Otro testimonio fundamental en el libro es el de Carlos Píriz, el ingeniero de sonido que grabó el álbum. Fue además quien seleccionó las grabaciones, les dio forma, las ordenó y hasta eligió el título del álbum. En principio, la idea de Píriz era que Mateo grabara el disco en una semana, pero el trabajo se prolongó por mucho más tiempo. En parte eso fue porque Mateo, dueño de una personalidad muy singular, solía pedirle a Píriz que borrara las tomas que grababa porque consideraba “que habían salido mal. En un momento Píriz decidió no borrar nada más, porque por ahí para lo que para Mateo está mal, para el resto de los mortales era genial. Entonces guardó todo y terminó haciendo ese disco. Para mí es perfecto lo que hizo”, relató Méndez. La grabación culminó inesperadamente cuando Mateo se ausentó sin aviso para volver a Montevideo. “Lo más lindo de todo es que después, cuando Píriz va a Montevideo, le lleva el disco a Mateo, y a Mateo le encanta lo que en su momento, cuando iba grabando, creía que no era bueno”. Méndez considera muy importante el trabajo de Píriz en el resultado final, al punto de preguntarse “quién es el dueño de la obra. Sí la hace Eduardo Mateo, porque las canciones son de él. Pero a la obra enmarcada, con las 13 canciones, la hace Carlos Píriz”.
El libro forma parte de una colección de Estuario Editora “que ya lleva 15 libros enfocados en discos, en particular de la música popular uruguaya. Es una colección muy ecléctica, con un panorama grande, porque tiene títulos dedicados a La Vela Puerca, Karibe con K, Jaime Roos, La Trampa, Los Estómagos y tantos otros. Me parece importante, para saber un poco como están construidas las cosas”.