Utopías sobre rieles

Como ha publicado recientemente EL TELEGRAFO, el próximo 3 de setiembre y seguramente el sábado siguiente, el 10 de setiembre, se realizarán sendos viajes en tren entre la ciudad de Paso de los Toros y las Termas de Almirón. Estos viajes, a los que factiblemente se pueda sumar algún otro, son organizados por un particular, Gustavo Amarillo, un comunicador radial que además en estos momentos detenta el cargo de concejal en el municipio de aquella ciudad tacuaremboense que en algún momento fue el nexo entre las líneas de los ferrocarriles Midland –que tenía su base en Paysandú– y Central, cuyo centro de operaciones estaba en Montevideo, junto al puerto.

El anuncio de este viaje causó sorpresa y entusiasmo, y no solo en ambos extremos del trayecto planificado sino entre tantos amantes que el ferrocarril sigue teniendo en nuestro país, un país con una larga tradición ferroviaria, pero que por falta de una planificación adecuada y las inversiones necesarias para adecuarse a los tiempos que corrían, lo vio morir como alternativa tanto para desplazar cargas como para el traslado de pasajeros.

El anuncio de este viaje, por alguna razón, fue visto por muchos como una luz de esperanza, sobre todo en la última ciudad al norte del río Negro que vio circular trenes con regularidad, a raíz del servicio de Ancap desde la cantera hasta la planta en Nuevo Paysandú. Servicio hoy también desaparecido y sustituido por camiones que surcan la Ruta 3 integrados al tránsito.
Esta semana vimos como, inspirado en la iniciativa del concejal Amarillo, un edil sanducero elevó a la Junta Departamental una iniciativa vinculada con la reactivación del tren, en particular de los servicios de pasajeros, en este caso entre Paysandú y Paso de los Toros, en turnos regulares de motocar. La moción de Pedro Braga Frondoy, que han tomado las comisiones de Tránsito, Transporte y Nomenclátor y de Descentralización, Integración y Desarrollo, pretende “que se explore la posibilidad” de activar estos servicios, y fundamentó que “seguramente será una instancia de gran disfrute para quienes realicen ese paseo, probablemente para muchos su primer paseo en tren dado que hace tantos años que este servicio dejó de brindarse en el país. ¡Y cuántos lo añoramos! ¡Porque vaya si era lindo viajar en tren!” Un sentimiento que muchos podemos compartir, al igual que su reflexión sobre que “sin dudas sería más barato que el ómnibus y que, organizando bien los horarios, podría ser un excelente servicio para docentes, estudiantes, trabajadores que a diario se trasladan a lo largo de toda esta amplia zona”, y mencionó a continuación todos los movimiento posibles de estudiantes y docentes. Braga sugiere “gestionar ante AFE y las demás autoridades correspondientes, para iniciar un plan piloto entre los meses de setiembre a marzo, que permita evaluar la viabilidad de este planteo”.

Más allá de las buenas intenciones que indiscutiblemente tiene el planteo del edil, la posibilidad de que un servicio de pasajeros entre Paysandú y Paso de los Toros sea rentable, tiende a cero. Y más si el argumento se basa en el movimiento de estudiantes, que pueden viajar sin costo en los ómnibus, con horarios más flexibles, al igual que los docentes, y que en la mitad del período que se propone como piloto, estarán de vacaciones. Ni hablemos de la posible demanda de otros pasajeros que quieran viajar de Paysandú a Paso de los Toros. Para que se pudiese instrumentar un servicio de ese tipo se necesitaría de algún tipo de subsidio, indudablemente. Además, pasada la novedad se pierde el interés y a la hora de elegir el transporte predomina la practicidad por sobre el cariño que se le pueda tener al ferrocarril.

Sí, en cambio, plantea el curul un tema sumamente interesante de explorar, que son los servicios en cortas distancias. Hay potencial para un servicio entre Paysandú y localidades cercanas, para las cuales contar con un servicio regular, de bajo precio y ágil –como los antiguos “motocares”–, para moverse hasta Paysandú hasta podría ser un argumento para promoverse como una alternativa donde residir. Digamos localidades como Constancia, Esperanza, Estación Porvenir o Lorenzo Geyres, distantes hasta unos 30 kilómetros de la capital departamental. Claro, no sería con este material rodante actual, tal vez, sino con algo más liviano y eficiente. Otra buena posibilidad a explorar sería un servicio los fines de semana, con propósitos turísticos, hasta Termas de Guaviyú, como ya funcionara con éxito.

De cualquier forma, estos planteos que han ido apareciendo se asocian indiscutiblemente con la onerosa inversión que se realizó en las vías desde Piedra Sola a Paysandú –que quedó trunco, porque originalmente debían llegar a Salto–, que por el momento carece de sentido y que se lo está buscando, como reconoció el entonces ministro de Transporte –hoy en la cartera de Interior– Luis Alberto Heber, viendo si se puede reactivar el ramal al puerto de Paysandú, una extensión no prevista en el proyecto original y que signfica seguir gastando millones a cuenta de una promesa difícil de concretar.

El mismo concejal Amarillo decía que su planteo estaba inspirado en esa inversión que se realizó y que no se ha utilizado y que esas vías deberían ser el modo natural para la llegada de la madera a las plantas de celulosa, un cambio que, de darse, sería muy conveniente en varios aspectos. No obstante hay un detalle que impide que hoy el ferrocarril sea competitivo en las distancias a recorrer en nuestro país y son los trasbordos, porque sí o sí los árboles deben salir de los campos en camión hasta los puntos de embarque en el tren, un movimiento adicional que, por mucho más barato que sea por kilómetro, el ferrocarril no tiene forma de compensar.