¿Vale la pena ponerle una ficha al turismo de Salud y bienestar?

Esta semana el Ministerio de Turismo confirmó la participación del país en una nueva edición del festival Termatalia, en España, una feria dedicada al turismo termal, termalismo, talasoterapia y spa. Anteriormente se ha participado, en especial en las ediciones europeas, con una representación encargada a las representaciones diplomáticas, pero que este año tendrá una delegación más fuerte, liderada por el subsecretario Remo Monzeglio.
En este evento se dan cita representantes de balnearios, termas, espás y centros de diferentes países, así como fabricantes y distribuidores de materiales y equipos para mostrar sus productos y servicios. Es una oportunidad interesante para posicionarse en un mercado internacional nada despreciable, porque el turismo de salud y bienestar ya venía en auge antes de la pandemia y después de ella se ha fortalecido aún más.
Y no es algo descabellado, el turismo y la idea de los beneficios a la salud de las personas han estado unidos desde el comienzo. Importantes centros turísticos de nuestro país se han creado bajo la lógica del beneficio que recibirían en su salud los visitantes. El auge de los baños de mar impulsó a Piriápolis y Atlántida y los beneficios del agua termal fueron el argumento que permitió crear los centros termales en Paysandú. Porque hace relativamente pocas décadas no existía más que descampado donde hoy están Termas de Almirón y Termas de Guaviyú. La historia es conocida, se buscaba petróleo, apareció agua termal y se construyeron piscinas. Hoy son fuente de empleo de muchos sanduceros.
Los números del turismo de salud en el mundo son enormes. En España, sede este año de Termatalia, se estima que el impacto económico es de 1.000 millones de euros. Claro que esto aplica a la definición actual de “la práctica de viajar a un destino diferente al lugar de residencia para obtener tratamiento médico”. Para la Organización Mundial del Turismo (OMT), “abarca aquellos tipos de turismo cuya motivación principal es la de contribuir a la salud física, mental o espiritual mediante actividades médicas y de bienestar”. Este concepto abarca diferentes tipos de turismo, como el turismo médico y el turismo de bienestar, que a pesar de tener ciertas diferencias, están orientadas a ofrecer comodidad y satisfacción a todos los viajeros. Pero es una clasificación que no se ajusta a lo que Paysandú puede ofrecer, porque nuestros centros termales se ajustan más a una definición de turismo de bienestar que a turismo médico, pero cae en la misma bolsa si se habla de turismo de salud en general, lo que se conoce como turismo wellness.
Es importante hacer esta salvedad porque Ostelea, que es una de las más prestigiosas escuelas de Turismo en Europa, elaboró un “perfil del turista de salud”, según el cual los factores determinantes en la elección de un destino son “la calidad de los profesionales, los servicios e instalaciones, los costes asociados, así como el entorno cultural”. En ese perfil menciona que las especialidades médicas más buscadas por el turista de salud son “en primer lugar, la cirugía plástica y la reproducción asistida, seguidas por áreas como traumatología, oftalmología, implantología, dermatología, la cardiología y la oncología”.
Es decir, las cifras son relativas, y, de hecho, las termas españolas no están dentro de los principales destinos de ese país en turismo de salud que son: Madrid, Cataluña, las islas Baleares y Canarias, además de la Costa del Sol.
En 2019 se estima que unos 140.000 visitantes se sometieron a tratamientos de salud o a intervenciones en España.
Entonces, cabe relativizar un poco el impacto de ese tipo de turismo, que podríamos llamar “de bienestar” para diferenciarlo del genérico “de salud”, porque en esos estimativos de impacto económico seguramente están incluidos los costos de funcionamiento de centros quirúrgicos y de servicios que no se ofrecen en las termas uruguayas y de la región.
¿Deja por ello de ser un segmento atractivo en el que trabajar? No, por supuesto que no, pero ya no reluce tanto.
Pero fijémonos en otro apartado. El ranking mundial del turismo de salud lo lidera Canadá, seguido por Reino Unido e Israel. En América Latina, son México, Brasil y Colombia los tres países más reconocidos por los turistas extranjeros como destino de salud, aunque, destaca Ostelea, se caracterizan “por su portfolio diversificado y por su oferta signada por bajos precios”. Canadá y México tienen una explicación muy evidente que es la proximidad geográfica con los Estados Unidos, un país que tiene sus dificultades para el acceso a la salud de su población y es muy frecuente que recurran a las fronteras para acceder a servicios odontológicos, por ejemplo. No estamos en condiciones de competir en ese segmento. Como tampoco cuando el argumento es una oferta signada por los bajos precios.
Pero, incluso pensando en el turismo de bienestar, cabe preguntarse si lo que es capaz de ofrecer hoy la región está a la altura de las exigencias de un turista internacional. Concluiremos que sí, que hay en lo que conocemos como Destino Termas diversidad de opciones que presentar a quienes se interesen por un destino en la región, aunque claramente eso ocurre en Salto; Paysandú aún está en la prehistoria en ese sentido. Por lo tanto volvemos a creer que el “Destino Termas” –programa con el que se puso la lápida al “Corredor de los Pájaros Pintados”– no está enfocado en la región sino que está pensado y hecho por y para Salto. Por algo la presentación de “Destino Termas” no fue en un restaurante frente a los emblemáticos “chorros” de las Termas de Guaviyú, sino en un lujoso hotel 5 estrellas en Arapey.
Es que tenemos bien claro que hay muchas cosas aún por mejorar en nuestros centros termales pensando en recibir a un público internacional que busque servicios, instalaciones y un determinado entorno cultural.