El tamaño importa

La Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE) implementó este año un Monitor de Mipymes para dar seguimiento a lo que acontece con este tipo de empresas en el país. Y hablamos de un sector del empresariado que bien lo amerita por la relevancia que tiene en el contexto de la economía, en especial en la ocupación de personal. Las algo más de 197.000 pequeñas, medianas y micro empresas del país son, en los hechos, más del 99% de todas las empresas uruguayas y en ellas se ocupa casi el 65% de los trabajadores del sector privado.
El monitor se activó en marzo de este año y desde entonces comenzó a ofrecer información de acceso público que va mostrando en números el peso del sector y su comportamiento, porque la información con la que trabaja procede de registros administrativos del Banco de Previsión Social (BPS) y la Dirección General Impositiva (DGI) compilados por el Instituto Nacional de Estadística.

En el contexto de la activación de este monitor se publicaron dos informes, que se pueden consultar desde la página de ANDE (ande.org.uy), uno relativo a la estructura y evolución de las empresas en Uruguay (2008 a 2020) y el otro referido a la contribución de las mipymes al empleo y las ventas del sector privado, ambos firmados por los economistas Paola Regueira y Gastón Carracelas.

En el primero de ellos alude a la distribución sectorial de este tipo de empresas, que tienen “una alta concentración en el sector terciario (comercio y servicios)”, en el que se desempeñan el 89,9% de las empresas del universo a estudio. En especial están referidas como las más importantes “comercio al por mayor y menor y reparación de vehículos”, al que corresponden una de cada tres empresas activas del país. Pero en general en todos los sectores de actividad las mipymes representan más del 99% del total de empresas. En algunas ramas de servicios, nueve de cada diez empresas son micro, como “otras actividades de servicios”, “Construcción” y “actividades profesionales, científicas y técnicas”, lógicamente con un peso importante de las unipersonales. Una de las características de estas actividades es que presentan “muy bajas barreras a la entrada y a la salida, en tanto que muchas de ellas requieren muy reducidos montos de capital (inversión inicial, costos hundidos) y no requieren escalas mínimas de producción significativas”.

El documento también apunta, ya en sus conclusiones, que “se observa que la dinámica de expansión del número de empresas fue significativamente mayor en el Interior. Mientras que en el año 2020 el Interior tenía un 60% más de empresas de las que tenía en el año 2008, en Montevideo se registró un crecimiento total en el mismo período de 30%”. Sin embargo, profundizando apenas un poco más en esa dicotomía Montevideo/Interior con la que se suelen ver las cosas desde la capital del país, el informe agrega que “se identifica cierta heterogeneidad en el Interior del país, donde los departamentos del sur tienen una tasa de empresarialidad que duplica la observada en los departamentos de la frontera seca con Brasil”. También es mayor en los referidos que en Litoral oeste, aunque sin llegar a duplicarla.

En particular Paysandú, de acuerdo con este informe, pasó de una tasa de empresarialidad de 2,5 en 2008 a 4,8 en 2020. En ese período, el departamento vio desaparecer a grandes empresas, tanto que crecieron desde cero en el mismo lapso, como a algunas emblemáticas que llevaban incluso varias décadas en actividad. Esto habla de un cambio en el perfil empresarial del departamento que sería oportuno analizar en algún momento con expertos, pero que no es lo que hoy nos ocupa.

Son, en general, empresas muy sensibles a los vaivenes de la economía, la gran mayoría aparece y se destruye en poco tiempo, tanto que en el año 2020, en el sector G. “Comercio al por mayor y menor; reparación de vehículos de motor y de motocicletas”, fueron 367 las mipymes que “fallecieron” (365 micro y 2 pequeñas), mientras que en el mismo ejercicio “nacieron” 421 (419 micro, 2 pequeñas y una mediana).
En fin, que el propósito de este monitor no es otro que el de tener presente el peso que este tipo de empresas tiene, no solo a escala país, sino particularmente en cada territorio y, a partir de ello “será un insumo clave, tanto para la mejora continua de las políticas públicas, como para las iniciativas privadas orientadas a la mejora de la productividad y competitividad de las mipymes del país”, como expresó la presidenta de ANDE, Carmen Sánchez, cuando se puso en marcha el Monitor.

Sin embargo, aún teniendo toda esta información disponible y conociendo el peso que en su conjunto tienen las empresas micro, pequeñas y medianas, todavía sigue teniendo un peso específico mucho más importante ser la empresa grande, con trayectoria y con capacidad de incidir de forma mucho más directa en las decisiones gubernamentales. Y esto ha quedado a la vista una vez más, en momentos en que mientras lleva meses el reclamo de centros comerciales de tres departamentos porque se contemplen soluciones a los problemas de desbalance cambiario en la frontera, una empresa logra en pocos días cambios que le favorecen en una política de estado que había logrado una aceptación generalizada.