¿Qué está pasando en el BROU?

Si tuviéramos que parafrasear una frase del filósofo alemán Karl Marx para referirnos a la situación del banco más importante del país, podríamos decir simplemente que “un fantasma recorre Uruguay: las estafas en el Banco República”. Algunas de esas estafas han sido realizadas a través del pedido de préstamos con cargo a clientes que jamás hicieron tales gestiones, pero que a pesar de ello se ven obligados a pagar tales deudas, arriesgándose a ser embargados y a que sus bienes le sean rematados judicialmente. Lamentablemente no se trata de ninguna novedad pero a pesar del tiempo transcurrido el Banco República mantiene una actitud de “yo no fui” y coloca a sus clientes en el banquillo de los acusados, sin hacerse responsable por controles internos mínimos que obviamente deberían haberse realizado.

Hace algunos días nuestro diario informó sobre la situación de “Ricardo Araújo Icatt, un jubilado militar y por incapacidad” (está por el BPS) a quien se le descuentan mensualmente “más de 14.000 pesos por mes por tres préstamos que jamás solicité ni recibí. Es tan grave el asunto que me quedan 7.000 pesos por mes. (…) Fui enseguida al banco y me dijeron que en julio me habían otorgado dos préstamos, uno por 250.000 pesos y otro por 130.000 pesos, en Unidades Indexadas”. “No solamente no pedimos los préstamos sino que además en el banco dicen que fueron pedidos por eBROU y nosotros no tenemos eso, no tenemos clave digital, no usamos nada. Simplemente vamos al cajero, retiramos el dinero de la jubilación y eso es todo. Pero resulta que el banco no entiende y no asume que sea lo que sea que haya ocurrido no fue hecho por nosotros en forma alguna. (…) Pero eso no fue todo pues poco después apareció un tercer préstamo, por 50.000 pesos (del 28 de julio), por lo que la deuda total que el banco le demanda y que ha comenzado a cobrar mensualmente de la jubilación de Araújo asciende a 430.000 pesos”.

La denuncia de Araújo Icatt en EL TELEGRAFO no llegó por casualidad, surge de un importante movimiento a nivel nacional tras la publicación en nuestras páginas el pasado 27 de octubre de la situación que vive la sanducera Daniela Tur Marziotte, usuaria del “banco país” que resultó estafada por la suma de $420.000. La nota fue leída en nuestra web por más de 90.000 personas de todo el país y muchas que se veían en una situación similar se pusieron en contacto –por intermedio de las redes sociales del diario–, con el fin de generar un frente común.

Días más tarde el diario capitalino El País se hizo eco de otra historia del mismo tipo: “Beatriz y Gustavo, un matrimonio de Florida, se llevó la peor sorpresa el mes pasado al ir a cobrar la jubilación en sendas cajas de ahorros en el Banco República (BROU): les estaban reteniendo parte de sus ingresos por préstamos del Banco de Previsión Social (BPS) que nunca solicitaron. La suma de la estafa, entre los dos, asciende a $ 575.000, que deberán pagar en 60 cuotas. (…) la pareja hizo la denuncia ante BROU y ante la Policía, pero no ha obtenido respuesta. Ante la desesperación por encontrar una solución a este problema y conseguir, por lo menos, que se cancele la deuda y dejen de cobrarles las cuotas, Beatriz y Gustavo conformaron un grupo de WhatsApp con otras personas que fueron estafadas. ‘Somos un centenar, la mayoría de Montevideo, Salto, Paysandú y el resto del país. Se han mandado cartas, nos estamos informando siempre. Desde el primer momento todos hicimos las denuncias. El BROU se lava las manos. Los bancos privados te devuelven la plata o te llaman si hacés un movimiento extraño, pero el Banco República no hace nada. Nos estamos moviendo con abogados, pero estamos solos’, aseguró Beatriz”.

Lo que el BROU parece no entender es que el activo más grande que tiene un banco (y de hecho cualquier institución financiera) es la confianza de sus clientes. Podría (o más debería) parecer extraña la actitud del BROU ya que parece no importarle los daños y perjuicios que están sufriendo sus clientes en distintas localidades del territorio nacional. El BROU ha sido presentado, históricamente –y con justicia–, como un banco cercano a la gente común y a sus problemas, generando a través de una extensa red física en todo el país un contacto cotidiano amigable y proactivo. Lamentablemente, los hechos demuestran una cosa bien diferente: un banco carente de sensibilidad, que se maneja a través de misivas y de comunicados y no se coloca en la situación de sus clientes, respecto de cuyas problemáticas no puede ni debe desatender. No estamos hablando de clientes millonarios que llegan en jets privados al aeropuerto de Laguna del Sauce en la primera quincena de enero, ni tampoco a inversores extranjeros que vienen a invertir en el sector de construcción. Muy por el contrario, nos referimos a hombres y mujeres de carne y hueso, gente común que ha confiado sus ahorros a una institución que al parecer “está siempre para las maduras, pero nunca para las verdes”.

Así las cosas, el BROU deberá revisar y modificar en lo que corresponda sus actuales políticas anti fraude y la cobertura de sus clientes a través de seguros que cubran este tipo de situaciones sin que ello signifique un aumento en los costos administrativos que hoy en día afrentan sus clientes y tampoco resienta la atención a los mismos. Sus opciones para interactuar con la institución deben ser más amigables con sus clientes, especialmente aquellos que por el hecho de ser adultos mayores cuentan con menos experiencia y manejo informático. Tal vez algunos de los “genios del BROU” que seguramente cobran un sueldo mucho más alto de los ingresos que reciben los clientes estafados, deberían tratar de informarse sobre la estructura demográfica del Uruguay (país que cuenta con una población cada vez más envejecida) para que sus clientes puedan operar con seguridad con el banco sin necesidad de ser técnicos en materia informática.

Seguramente los clientes de las demás instituciones bancarias que operan en nuestro país, están sometidos a los mismos riesgos de estafas ya sea que se originen en Uruguay o en exterior. Lo que llama la atención es que lo casos que trascienden a la prensa son los relacionados con el BROU y ello despierta nuevas suspicacias… ¿los demás bancos tienen mejores controles o han contratado mejores seguros de cobertura para sus clientes? ¿Acaso los demás bancos hacen frente a las pérdidas de sus clientes en estos casos? Cualquiera que sea la respuesta, es obvio que el BROU no está haciendo bien las cosas y con ello deja desprotegido uno de sus capitales más preciados: sus clientes.

Al fin al cabo para el BROU y sus autoridades somos el “banco país” cuando hay que poner de nuestro dinero para pagarle sus sueldos, pero si algún cliente es estafado, en ese caso se lavan las manos y “anda a que te cure Lola…” Una pésima conducta para una institución financiera que genera un negativo “boca a boca”, algo que preocuparía a cualquier institución bancaria de Uruguay y del mundo, excepto al BROU, que parece convencido que, en materia de clientes, todavía tiene “la vaca atada”.