Cayó con su auto a alcantarilla por esquivar caballos sueltos

Un hombre tuvo que ser rescatado por los bomberos, luego de perder el dominio de su vehículo al evitar chocar con varios caballos sueltos en Camino a Casa Blanca, a la altura del arroyo Juan Santos, problema que viene de larga data y se ha vuelto algo tristemente común, ya que muy frecuentemente se registran accidentes de variada entidad y los vecinos denuncian que las autoridades hacen caso omiso a la problemática.
Javier González, vecino del centro poblado, de 53 años, circulaba por Camino a Casa Blanca cerca de las 5 de la mañana, a bordo del automóvil Suzuki Celerio matrícula IAE 1688. Al llegar al arroyo Juan Santos avistó varios caballos, por lo que maniobró para no embestirlos.
Sin embargo, perdió el dominio del vehículo y terminó su recorrido en la alcantarilla del arroyo.
El hombre –lesionado y atrapado dentro del vehículo– pudo comunicarse telefónicamente con su hijo, quien acudió al lugar de inmediato pero, al no poder rescatar a su padre, solicitó la presencia policial y de bomberos.
Al arribo de los bomberos, tuvieron que romper la puerta por medio de la herramienta llamada “mandíbula de la vida”, con lo que el hombre fue rescatado y trasladado en una ambulancia hasta un centro asistencial con traumatismos varios. El vehículo, que quedó con numerosos desperfectos, fue retirado horas después por una grúa de la compañía de seguros.
Una vecina dijo a EL TELEGRAFO que es una situación de todos los días. “Se ha llamado a la policía, al 911, a la intendencia y nadie se hace cargo. La intendencia dice que no es de ellos la responsabilidad y la policía si bien puede venir y espantarlos, tampoco tiene el lugar físico para llevárselos”.
“La peor hora es en la tardecita o en la noche porque no hay iluminación ninguna; es cuando hay más caballos, hay cantidad”, confesó.
Dijo también que hubo un tiempo en que en la noche los caballos sueltos quedaban en un terreno junto al vertedero, pero el tejido se rompió y “ni bien los meten se escapan, es como si no hubiera nada; es más, al otro día del accidente estaban los mismos caballos sueltos en el mismo lugar”.