Escribe Ernesto Kreimerman: Lula propone a Lacalle rol protagónico que se alinea con sus expectativas

Intensa y de propósitos claros. Así fue la estadía de Lula y toda su comitiva en Montevideo, después de participar del encuentro de la Celac. La reunión con el presidente Luis Lacalle Pou tiene una profunda significación en los propósitos de Uruguay: abrir la cúpula de cristal para sacar al país y al Mercosur a negociar con los principales bloques del mundo, la Unión Europea y China. En esta línea, la visita de Lula y su reunión con Lacalle Pou tiene un sentido más profundo para nuestro presidente: en la reunión de Celac Lacalle estuvo muy solo, tanto que no tuvo ningún pedido de reunión bilateral, ninguno. Incluso, en la “foto de familia”, esa que se toma antes de la dispersión, Lacalle aparece sólo, solitario. Pero la invitación de Lula ubica a Lacalle en un rol protagónico especial, que se alinea con sus expectativas de abrir al Uruguay, y al Mercosur, a nuevos acuerdos de libre comercio.

Lacalle Pou ha intentado, de manera persistente, abrir las perspectivas de Uruguay al mundo. Y para ello recorrió un camino sin resultados, motivado en búsquedas ideológicas que no sólo fracasaron desde el comienzo, sino que fueron dejando al país en solitario. Es que aquellos socios ideológicos fueron castigados por sus electores. Las aproximaciones a Trump lo alejaron de la administración Biden. Los gestos hacia el derrotado candidato chileno José Antonio Kast, que sumó tras de sí a todos los sectores ultraderechistas, le abrió una distancia infinita con el nuevo gobierno de Gabriel Boric. Tampoco es diferente la situación con Colombia, iguales reacciones, los mismos resultados. Suma de desaciertos que se reflejan en la “foto de familia” de la Celac, y de los resultados de la propia reunión. El presidente Lacalle no tuvo ningún encuentro bilateral, nadie pidió, según la información disponible y publicada por los medios nacionales, una reunión con él.

Es extraña una política tan ideologizada y reactiva, de parte de un presidente que se muestra como un hombre de su tiempo. Lacalle es, y así lo manifiesta una y otra vez, un presidente que no duda en manifestarse aún cuando con ello provoque reacciones negativas, pero eso también le da un valor de autenticidad a su planteo. En la Celac lo volvió a hacer respecto a países “que no respetan ni la democracia ni las instituciones ni los derechos humanos”. Y a renglón seguido, destacó que la política exterior del Uruguay es una política de estado: “Cuando Uruguay toma este tipo de decisiones de integrarse, lo hace como nación, como Estado. No lo toma un partido político de una ideología. Hoy me toca a mí estar acá, dentro de dos años estará otro presidente empujando para que esta comunidad tenga logros efectivos para nuestros pueblos”.

El ciclón Lula

Al asumir, en su discurso de inauguración de su período presidencial, Lula marcó objetivos muy ambiciosos y adelantó las pautas para avanzar hacia ellos. Consciente de la trascendencia del momento, Lula remarcaba que “los ojos del mundo estaban puestos en Brasil en estas elecciones. El mundo espera que Brasil vuelva a ser líder en el enfrentamiento de la crisis climática y ejemplo de país social y ambientalmente responsable, capaz de promover el crecimiento económico con distribución del ingreso, combatiendo el hambre y la pobreza, dentro del proceso democrático”.

Y agregaba: “Nuestro protagonismo se materializará a través de la reanudación de la integración sudamericana, desde el Mercosur, la revitalización de la Unasur y otras instancias de articulación soberana en la región. Sobre esta base podremos reconstruir el diálogo orgulloso y activo con los Estados Unidos, la Comunidad Europea, China, los países del Este y otros actores globales; fortalecer los BRIC, la cooperación con los países africanos y romper el aislamiento al que estaba relegado el país”.

Días después, en su primera salida al exterior, Lula concurre al encuentro de la Celac en Buenos Aires y, a su regreso, hace una conmovedora escala en Montevideo. Todo un gesto tras la intervención de Pepe Mujica.

En ese discurso, Lula puso las cosas en perspectivas: “la mayoría de estos desafíos, como sabemos, son de naturaleza global y requieren respuestas colectivas. No queremos importar rivalidades y problemas particulares a la región. Por el contrario, queremos ser parte de las soluciones a los desafíos que son de todos”.
Lula destacó la importancia del papel de la Celac frente a la pandemia de COVID, los desafíos de la seguridad alimentaria, la seguridad energética y el cambio climático. Y agendó futuros asuntos donde la Celac debe actuar: la transición energética global, la diversificación de las matrices energéticas y el potencial de crecimiento en energías renovables y limpias. También remarcó, como un área de cooperación urgente, la preservación de la biodiversidad en los países amazónicos y la revalorización de la OTCA, la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica.

Y remarcó, especialmente, que “la región debe contribuir claramente a la construcción de un orden mundial pacífico, basado en el diálogo, el fortalecimiento del multilateralismo y la construcción colectiva de la multipolaridad. Creemos que el desarrollo y la profundización de los diálogos con asociados extrarregionales como la Unión Europea, China, la India, Asia y, en particular, la Unión Africana, es esencial”. Más adelante, volvería sobre el particular: “Brasil mira hacia su futuro con la certeza de que estaremos asociados con nuestros vecinos bilateralmente, en el Mercosur, en Unasur y Celac.
En cada ocasión, Lula marcó las mismas prioridades: Mercosur, Unión Europea, China, India, Asia y, especialmente, la Unión Africana, una unión política de 55 estados africanos.

Y Montevideo…

Todo lector atento habría advertido, antes de la llegada de Lula a Montevideo, que el presidente brasileño desde la perspectiva del Mercosur proyectaría nuevos acuerdos, nuevas alianzas, y la prioridad fue definida por los antecedentes y estado particular de cada situación.
Así las cosas, Lacalle puede ser un socio oportuno, hábil e inteligente en esta estrategia, si Brasil va abriendo caminos y Lacalle haciendo su aporte inquieto, y por ésta vía, canalizar lo que desde la campaña electoral que lo llevó a la presidencia ha estado predicando: abrir Uruguay al mundo.
Asumiendo el pragmatismo de Lula y el enorme potencial de desarrollo del Brasil, las negociaciones con la Unión Europea y con China cobran nuevo sentido y nueva vitalidad. El respaldo de Brasil le da nueva fortaleza.

Esa línea de acción fue la que Lula planteó al presidente Lacalle. Y Lula fue receptivo y expresó su coincidencia respecto a la importancia de avanzar en negociaciones con China. En esa línea, la propuesta de Lacalle de crear una comisión técnica tuvo eco y el orden de prioridad definido por Lula en sus discursos que analizamos quedó ratificado: primero todo el Mercosur detrás de la negociación con la Unión Europea, e inmediatamente después, China.
El planteo de Lula hecho en Montevideo reubica al presidente Lacalle en una mejor posición dentro de los líderes del Mercosur y de la región, por lo que lo ubica como un socio calificado si nuestro presidente interpreta lo central de esta hora. El propósito planteado por Lula está en línea con la búsqueda de Lacalle. Está en él asumir el desafío del coliderazgo o predicar en el desierto.