Herramientas para enfrentar desafíos climáticos en sistemas ganaderos

La Niña persistirá hasta el verano del año que comienza y se manifestará con déficit hídrico.

Durante los últimos años –cuatro consecutivos en la región noreste– el déficit hídrico entre la primavera y verano motivó charlas y talleres desde el Instituto Plan Agropecuario. Este año, el fenómeno La Niña persistirá todo el verano.

La ingeniera agrónoma María Jimena Gómez Zabala presentó “algunas herramientas de los sistemas ganaderos para incrementar la oferta de forraje hacia el verano bajo este tipo de contextos”, donde se genera “aproximadamente un 60% de la producción anual en estas estaciones”.

El verano presenta mayores variables, “probablemente debido a las mayores temperaturas y a que en primavera generalmente los suelos tienen mayor agua disponible en reserva proveniente del invierno. Si se toman en cuenta los datos generados por el Seguimiento Forrajero Satelital desde el año 2000 a la actualidad para cinco seccionales policiales de Cerro Largo, que abarcan distintos tipos de suelo, la peor producción de forraje de campo natural registrada para cada mes de la primavera (setiembre, octubre y noviembre) es un 20% por debajo del promedio histórico registrado”.

Y “la peor producción histórica para cada mes del verano (entre diciembre y marzo), es de mayor magnitud alcanzando pérdidas de entre 45 a 65% con respecto al promedio histórico. Por lo tanto, es importante poder realizar acciones en los sistemas ganaderos desde la primavera, donde la producción de pasto es la mayor”.

Los continuos déficit hídricos, “dificultan la acumulación de forraje, sobre todo de los sistemas criadores que sostienen una alta carga durante la primavera, siendo altamente dependientes de las lluvias de verano y de los ajustes de requerimientos que se realicen durante el otoño”.

En Contexto

Los sistemas ganaderos del noreste (Cerro Largo, Rivera y Tacuarembó) recibieron la primavera con 3 centímetros de pasto y con vacas de cría con una condición corporal de 3.5. Durante el invierno “se sucedieron importantes precipitaciones y para los meses de primavera fueron (como se anunciaba) inferiores a lo normal”.

La falta de lluvia a partir de octubre impactó en la producción de forraje en diciembre y enero en un 25% promedio, “lo cual refleja la estabilidad de la primavera como ventana de oportunidad para producir pasto a pesar de la falta de precipitaciones y la preocupación sobre el verano si se continúa con un régimen de precipitaciones deficitarias”.

Herramientas

En las sucesivas presentaciones realizadas en la región noroeste, se destaca la reserva de potreros de campo natural. “La reserva de algún potrero durante 90 días para acumular forraje hacia el verano es una herramienta que permite una acumulación de forraje de al menos 5 centímetros con tasas de crecimiento deprimidas de 15 kilos MS por hectárea. Para poder llevarlo a cabo, se deben tener en cuenta algunos criterios fundamentales, como ser la buena disponibilidad de aguadas y sombra”.

Explica las “estrategias de reserva de campo natural a partir del uso de las pasturas sembradas” en el campo natural. Por ejemplo, “verdeo de invierno o mejoramiento extensivo de campo natural”, planteado como un “potencial de la fertilización nitrogenada en primavera para acumular forraje y luego concentrar altas cargas durante un período de tiempo donde se libera un porcentaje del área de campo natural”.
La “fertilización de campo natural” nitrogenada cumple el objetivo de una acumulación de forraje rápidamente disponible y los verdeos de verano. En este caso, es “importante planificar su siembra con tiempo para que esté disponible temprano en el verano y poder prescindir de esa área durante un período de tiempo en la primavera”.

La suplementación de alguna categoría como la recría, “bajo la misma lógica de la pastura sembrada, puede permitir la concentración de esos animales en un área menor, liberando o bajando la carga del resto del campo natural”.

El documento destaca que los eventos climáticos extremos tienen impacto económico directo. “La pérdida de la condición corporal de una vaca de cría del parto al entore afecta en gran medida el porcentaje de preñez esperado.

Frente a esta situación es importante, no solo el incremento de la oferta de forraje en el sistema, sino la evaluación de la condición corporal del rodeo y un diagnóstico de actividad ovárica para tomar decisiones sobre el control de amamantamiento.

Finalmente, hacer énfasis en que aquellos sistemas que entran al verano con menos de 3 centímetros de pasto y la condición corporal de las vacas de cría menor a 4 puntos, deben realizar una serie de acciones de mayor impacto si tienen por objetivo preñar sus vacas y vender terneros, como por ejemplo un destete precoz, incrementar el área de pastoreo o bajar la carga del sistema a través de la venta de animales”.