La región: un espejo para mirarnos

El presidente de la República, Luis Lacalle Pou, cree que Uruguay está a “años luz” de la crispación política que existe en la República Argentina. Era la respuesta a la pregunta sobre la reunión de líderes políticos en el Parlamento que tuvo lugar en setiembre del año pasado, con el fin de mejorar la convivencia democrática, ante un aumento en el tono de las críticas y la confrontación entre oficialismo y oposición.
Ese tono nunca mejoró desde aquella reunión y, tal como lo temía el mandatario, sólo resultó un discurso de buena voluntad ante los micrófonos encendidos.
Sin embargo, el presidente sostiene que hay más encuentros de este tipo y que la sangre nunca llega al río. Eso, que pasa entre las esfera de los dirigentes, no permea hacia abajo porque el tono sigue elevado. Sobre todo, si se toman en cuenta las publicaciones en las redes sociales de algunos referentes que no son menores en el espectro político.
Una posición contraria mantiene el expresidente, José Mujica, y afirma que las cifras del delito y su comparación con los gobiernos anteriores, crean un “clima propicio” para “parecernos cada vez más a Argentina”.
En los últimos tiempos algunos legisladores del oficialismo han saltado la valla y generado, con sus publicaciones y visibilidad en Twitter, una mayor confrontación. Incluso avivaron las llamas de algunos debates políticos que sacuden la modorra del asueto veraniego.
La senadora del Partido Nacional, Graciela Bianchi, compartió en Twitter una información que –luego se supo– era falsa con respecto a afirmaciones atribuidas a la periodista Denisse Legrand. En la publicación convocaba a las tropas chavistas a reprimir a los bolsonaristas que invadieron la sede de los tres poderes en Brasilia. Esas aseveraciones, con múltiples repeticiones en las redes, desencadenó una serie de reflexiones y nuevas notas de prensa hasta reavivar un viejo debate enquistado desde hace tiempo en la opinión pública, como es la cuestión de los fueros parlamentarios.
El exfiscal de Corte, Jorge Díaz, planteó una interpretación del artículo 112 de la Constitución que refiere específicamente ese punto. Díaz considera que los legisladores “no están ejerciendo su función cuando utilizan las redes sociales”, por lo tanto permite –desde su punto de vista– que sean responsables civil y penalmente.
La andanada de críticas vino por parte de expertos en materia de Derecho y libertad de expresión, entre los que se encuentra la senadora Bianchi. Aunque hay quienes reconocen la existencia de abusos en las expresiones vertidas en las redes, defienden la libertad de expresión pro encima del reproche penal.
El caso de Edison Lanza, antiguo Relator Especial para la Libertad de Expresión y actual miembro del equipo de gobierno del Intendente Yamandú Orsi, apunta al debate robusto con circulación de la información de interés público. De lo contrario, se inicia un camino sin retorno con una proliferación de juicios contra distintos actores sociales.
Sin embargo, la publicación no se bajó de las redes sociales ni tampoco se subsanó con una “fe de erratas”.
Los fueros han sido un logro en la vida democrática, sin embargo, la opinión pública no comprende su real dimensión. Porque la fina línea que separa el debate saludable del escrache, es cada vez más difuso. Y la sensación es que ocurre entre quienes representan a la ciudadanía.
Es decir, no debería estar en debate la libertad de expresión sino la responsabilidad de quienes escriben y aseveran cuestiones que luego resultan noticias falsas o “fake news”.
O como señala el ministro de Ambiente, Adrián Peña: “Todos tenemos que bajar un cambio y seguir en lo que, en definitiva, Uruguay es”. Porque los actores políticos también tienen una responsabilidad impuesta por la ciudadanía para evitar –justamente– que ocurran hechos como en Brasil. Lo que pasó en Brasil fue el resultado de una serie de señales previas que –parece– nadie supo leer. Tanto la actitud del expresidente Jair Bolsonaro al no reconocer su derrota y viajar al exterior cuando debía entregar el mando. O el discurso de asunción del presidente Lula da Silva, con duras referencias a su antecesor, que continuaron en los días siguientes.
Porque, claramente, ese clima se crea con la misma fuerza que se usa para la confrontación. En el caso uruguayo, los tiempos se aproximan y 2023 comienza a verse como un año preelectoral y bisagra. Así como Argentina, que prepara su escenario para nuevas elecciones bajo una coyuntura económica, política y social que resulta más sensible con el kirchnerismo en el gobierno.
Es posible que esta atmósfera esté tan presente en la región, como para motivar un encuentro de periodistas convocados por el diario El País para relevar un ambiente de reacciones diversas. Los periodistas analizaron el estado de la democracia y debate político en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay.
Si bien el país anfitrión fue destacado entre los visitantes, está claro que no escapa a la confrontación que, al menos en América Latina, comenzó con la instauración democrática hace varias décadas.
No obstante, el mundo pospandémico o la casualidad, generó que en los últimos dos o tres años se elevaran los tonos hasta perder el respeto. Por el debate tan necesario y por las personas.
El gobierno de Argentina atraviesa por una dura crisis de cuestionamietnos al Poder Judicial. Chile lleva un proceso largo hacia una constituyente que inicie el proceso de reforma de la Constitución, a pesar de que al ciudadanía lo rechazara en un plebiscito en setiembre del año pasado. Brasil se recompone de un intento golpista, instala una mayor seguridad en la sede de sus poderes e intenta dominar a las fuerzas armadas que contaban con otras potestades bajo el bolsonarismo.
En definitva, la región es un espejo que sirve para mirarnos y convencernos que todo es más frágil de lo que pensamos. No estemos tan seguros de que “como el Uruguay no hay” porque el clima de crispación constante a veces cansa. Y, al menos en este país, nos quedan valores para sostener.
Tantos como los que nos cuentan desde fuera, cuando aún resuena la presencia de tres presidentes juntos, a pesar de sus diferencias.