Una inversión necesaria en el interior

Cuando el 2022 estaba entonando las últimas estrofas de la bajada el Gobierno Nacional anunció la aprobación de un importante y ambicioso plan de obras mediante el que pretende incrementar la cobertura de saneamiento al 70% de la población. En una instancia en la que participaron el presidente Luis Lacalle Pou, el ministro de Ambiente, Adrián Peña, y las autoridades de OSE, se anunció la aprobación del directorio del ente del plan denominado “Universalización del Saneamiento para el Interior del país”. Este plan prevé en una primera etapa la intervención en 61 localidades de más de 2.000 habitantes en la que se ejecutarán 54.850 nuevas conexiones domiciliarias a la red colector (aproximadamente 160.000 habitantes servidos); la construcción de 845 kilómetros de redes de colectores de alcantarillado sanitario, incluyendo estaciones de bombeo, líneas de recalque y emisarios, la construcción de cero de 42 nuevas plantas de tratamiento y la ampliación de otras 3 plantas de tratamiento ya existentes. La inversión prevista en esta primera etapa es de más de 284 millones de dólares.
A su vez supondrá un impacto importante en la contratación de mano de obra, unas 2.000 personas estimó el presidente y esto solo ya es significativo, pero el saneamiento tiene además un importante impacto desde el punto de vista ambiental y sanitario. De hecho uno de los principales –si no el más– es la protección de las fuentes de agua para el consumo.
Esta serie de obras permitiría llevar la cobertura desde el alrededor de 51% actual a cerca de un 70% de la población del país en esta primera etapa y, al cabo de los 10 años de ejecución del plan, acercarse al 90%. Estos números en el contexto latinoamericano son un sueño para cualquier nación cuando hablamos de saneamiento por alcantarillado. Hay relevamientos de organismos internacionales que hablan de tasas de 99% en países como Chile y la Guayana francesa, pero esa tasa alude a acceso a cualquier tipo de saneamiento en zonas urbanas. De cualquier forma, contando todos los métodos de saneamiento Uruguay está bien por encima del 90% de cobertura urbana indudablemente. Que después haya quienes no puedan o no quieran hacer uso del servicio por determinadas circunstancias, es otro tema.
Pero veamos por un instante cuál es el punto de partida. De acuerdo a información que publica la misma OSE, que es responsable del saneamiento en todos los departamentos a excepción de Montevideo –cuya situación ya veremos–, “en el interior del país hay más de 40 plantas de tratamiento de líquidos residuales domésticos correspondientes a localidades de mediano y gran porte, y más de un centenar de pequeños sistemas correspondientes a programas habitacionales de Mevir y otros gestores públicos de programas de vivienda”. Destaca además “por su cobertura” las localidades de los departamentos de Canelones y Maldonado, “estratégicos por su densidad poblacional y atractivo turístico”. Esta última frase puede ser objeto de controversia, pero conociendo los problemas que existen en algunos puntos turísticos cuando se generan picos de presencia de visitantes en la temporada estival, se entiende que haber priorizado esos departamentos es una política justificada.
El desarrollo del saneamiento en el Interior ha sido una política permanente, por más que lenta. Destaca OSE que los primeros sistemas en capitales departamentales datan de la década de 1920 a 1930, entre 1950 y 1970 se hicieron obras en ciudades de más de 10.000 habitantes. El ente marca como un hito que desde los años ‘80 “se comenzó la expansión de los servicios superando los límites de las ampliaciones por gravedad, al incorporar nuevas áreas servidas mediante sistemas de bombeo”. Durante los años ‘90 se realizaron importantes inversiones en plantas de tratamiento y se siguieron ampliando las redes durante la primera década de este siglo. En el 2005 se concluyó la elaboración de planes directores para las localidades de más de 1.000 habitantes, resume.
Decíamos que en Montevideo es diferente. Allí el saneamiento es metier de la Intendencia Departamental de Montevideo. Pero tiene una larga historia, de hecho la capital ha sido un faro en esta materia. A mediados del siglo XIX fue la primera ciudad latinoamericana que contó con un sistema de saneamiento por redes, de hecho lo tuvo antes que tener una red de distribución de agua potable. Claro, la ciudad era entonces lo que hoy se conoce como Ciudad Vieja y poca cosa más, y fue por iniciativa privada, de la mano de Juan José Arteaga y su empresa Caños Maestros.
Sea como fuere, Montevideo tiene hoy, gracias a un plan ejecutado con el apoyo del BID desde los años ‘80, una cobertura del orden del 92%. Por supuesto que no son situaciones comparables la de una sola ciudad con la de todo el resto del país, desperdigado en miles de centros poblados, algunos de ellos de muy pocos habitantes y con condiciones que hacen difícil pensar que algún día haya allí una red de saneamiento.
Ahora bien, y volviendo a lo del principio, Paysandú sabe diferenciar muy bien entre anuncios y concreciones, y especialmente viniendo de OSE, que tantas veces amagó con construir la esperada planta de tratamiento de líquidos residuales, una obra que el año pasado alcanzó la etapa de adjudicación a una empresa, luego de décadas de promesas vanas.