El río Uruguay, un recurso turístico desaprovechado

Pocos días atrás dábamos cuenta del interés de operadores turísticos de Gualeguaychú por comenzar a avanzar hacia la concreción de un balneario público sobre el río Uruguay con servicios de calidad, con la idea de dar un salto en su oferta para los visitantes. Esta misma semana referimos al audiovisual que realizó y compartió a través de las redes un aficionado a la navegación, oriundo de Concepción del Uruguay, maravillado por la belleza del paterno, que acampó en el banco del Caraballo, aguas arriba de la entrerriana localidad de Liebig, que ha tenido una importante repercusión. También referíamos a un breve video publicado por una agencia de comunicación uruguaya que trabajó en la difusión de la Cata de Tomates, que también mostraba su sorpresa al conocer la isla San Francisco, durante una visita en la embarcación Heroica I que gestiona la Intendencia Departamental. Son apenas unas señales que nos muestran que el potencial de nuestro río como recurso turístico es enorme. Tampoco es que lo vengamos a descubrir nosotros ahora en el 2023. Solo hace falta mencionar el ambicioso proyecto Islas y Canales Verdes del Río Uruguay que puso en marcha la fundación de Gilbert Butler en el parque Nacional Esteros de Farrapos e Islas del río Uruguay, pero que involucra también a la República Argentina. Pero es que ni eso hace falta, solo alcanza con ver el tránsito de embarcaciones turísticas y deportivas que parte principalmente de la costa argentina, donde notoriamente tienen otra visión sobre este recurso.

En estas circunstancias es que pesan decisiones como la de haber dejado en el abandono el Corredor de los Pájaros Pintados, el proyecto turístico más ambicioso para el litoral uruguayo después de las inversiones en termas que, como es sabido, son fruto de una feliz casualidad, ya que los pozos fueron realizados en busca de petróleo, no de agua caliente, es decir que fue el corredor fue el mayor proyecto nacido con intención turística que se ha visto por estos lados. Ese proyecto nació desde el río, se pensó como un corredor náutico fluvial, con puntos de embarque a lo largo de la orilla uruguaya dotados de atractivos relacionados con la historia, el patrimonio, la cultura y los recursos locales. Así se concretaron las inversiones en las estaciones fluviales, las guarderías náuticas, los centros de visitantes y otras atracciones como la inversión que se realizó en la Casona del Patriarca, un centro de interpretación sobre el Artiguismo dotado de modernos recursos digitales, que permanece cerrado desde el comienzo de la pandemia. En fin, una idea que tuvo problemas de ejecución y errores gruesos, pero que no alcanzan para justificar el haberlo abandonado completamente, como aconteció, dejando por las suyas a quienes se animaron al amparo de aquel impulso a invertir en sus pequeños emprendimientos. El éxito de la lancha Heroica I es la demostración de que se trata de una buena idea, aunque fue mal ejecutada. Sin el corredor, no habría lancha.

Eso sí, hay que ser meridianamente claros en un aspecto, detrás de la desaparición del corredor hay una indiscutible mezquindad desde todo el espectro político. De alguna forma un proyecto relacionado con el turismo y el desarrollo, generador de fuentes de empleo y movimiento económico en la región, quedó embanderado, identificado con un partido político, mientras otro partido político lo asumió como un botín de guerra, haciéndolo desaparecer. No ganó nadie, perdimos todos.

Mientras tanto, aunque poca en esta época, el agua sigue pasando frente a Paysandú y frente a las demás ciudades, villas y pueblos que alentaron una esperanza bajo el paraguas de la construcción regional, que incluso se quedaba corta porque también es una visión mezquina la de los estados nacionales, que nos privan de una mirada más amplia, de concebir al río Uruguay como un recurso de dos países y no como un límite. Esa es una de las virtudes del proyecto que vio Butler. Hace décadas que se habla y se sueña con un parque binacional porque el río es mucho más interesante cuando lo que se ofrecen son los atractivos de las dos costas y las islas de ambos países. Tuvo que venir un extranjero a “avivarnos” de cómo se podía hacer. ¿Que hay problemas con los aspectos de migración y la circulación y la mar en coche? Pues que los resuelvan quienes los tienen que resolver, no pueden ser una excusa.

Ahora bien, la demostración de que el Corredor era un proyecto inconcluso es que hoy nadie parece reivindicarlo frente a las actuales autoridades. Y no hablamos de las anteriores autoridades nacionales y departamentales, que ya tendrán otras cosas de qué ocuparse. Tampoco los técnicos que durante varios años trabajaron en el territorio diseñando un modelo de funcionamiento. Hablamos de los actores principales, de los operadores, que simplemente han contemplado cómo todo se derrumbó de un momento a otro. Claro, se comprende que no es fácil salir a nadar contra la corriente y exigir a un gobierno cosas con las que no está de acuerdo, porque lo han dejado más que claro desde el primer momento. Al final del día nos va quedando un montón de infraestructura desaprovechada, o subaprovechada y la convicción de que más adelante algo nuevo va a surgir, porque las oportunidades están allí, esperando a que las podamos capitalizar. Tendrán que irse algunos almanaques más y tal vez algunos no lleguemos a verlo –y aunque el río llegue a ser un destino muy popular– el caso del corredor será presentado como un ejemplo, un mal ejemplo, de discontinuidad de una política pública exitosa.