Un collar de alarmas

La presente emergencia sanitaria por gripe aviar decretada por nuestro país luego la aparición de los primeros casos en cisnes de cuello negro de Laguna Garzón y, posteriormente, gallinas de un productor avícola de Tacuarembó no es un hecho aislado, sino que forman parte de un collar de alarmas que se vienen disparando por toda América Latina en relación a esta enfermedad extremadamente contagiosa y de alta mortalidad y propagación, que afecta aves de corral pero también más de 100 especies silvestres, principalmente aves acuáticas o costeras (como patos, gansos, cisnes, gaviotas y golondrinas de mar, cigüeñas, pingüinos) y a mamíferos (incluyendo a los seres humanos).

La influenza aviar se está expandiendo rápidamente desde fines del año pasado por todo el continente y aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala 11 países afectados con brotes, reportes de prensa recientes dicen que serían 17 países con contagios tanto de aves como de otras especies: Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia, Panamá, Venezuela, Costa Rica, México, Honduras, El Salvador, Cuba, Estados Unidos y Canadá.

Algunos, como Argentina, Uruguay, Ecuador, Honduras y Guatemala, decretaron emergencia sanitaria para prevenir una expansión de la enfermedad, mientras todos han reforzado la vigilancia en un contexto de alerta debido a su avance.
¿Será la influenza aviar el nuevo azote pandémico cuando aún no hemos terminado de superar los estragos ocasionados por la pandemia de COVID-19?

Respecto a la dimensión de la expansión, Montserrat Arroyo Kuribreña, directora general adjunta para Estándares internacionales y Ciencia de la Organización Mundial de la Sanidad Animal (OMSA), con sede en París, señaló que “entre octubre de 2021 y el 16 de febrero de 2023, a nivel mundial, ha habido unos 4.946 brotes reportados y más de 252 millones de aves afectadas, mientras los casos de transmisión a humanos son contados”.
En tanto, ante la creciente detección de focos de influenza aviar altamente patógena en aves registrada en varios países, y la reciente confirmación de la primera infección humana de influenza A(H5) –una niña de 9 años que estuvo a punto de morir tras convivir con gallinas enfermas en una aldea de Ecuador–, la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OPS y OMS) realizaron en enero un Alerta Epidemiológica por “Brotes de Influenza Aviar e infección humana causada por influenza A(H5): implicaciones para la salud pública en la Región de las Américas”.

En dicho documento, de carácter público, reiteran a las autoridades nacionales una serie de orientaciones sobre la vigilancia, la investigación y el diagnóstico por laboratorio en muestras humanas y animales, recomendando fortalecer la vigilancia de la enfermedad respiratoria en las poblaciones animal y humana, la investigación exhaustiva de todas las infecciones zoonóticas y la planificación de la preparación ante influenza pandémica.
Para precisar un poco más el problema, es importante señalar que la influenza aviar o gripe aviar, es una enfermedad infecciosa que principalmente afecta a las aves (causada por un virus de la familia Orthomyxoviridae) y que la mayoría de los virus influenza que circulan en aves no son zoonóticos. Sin embargo, algunas cepas de la influenza aviar altamente patógena (como la H5 y H7) tienen la capacidad de infectar a los seres humanos, representando una amenaza para la salud pública. Además de eso, en las aves suele propagarse rápidamente produciendo altas tasas de mortalidad.

Son las aves silvestres, en particular las migratorias, las que introducen la enfermedad en los diferentes países y, el principal riesgo para humanos es el contacto directo con aves enfermas o ambientes contaminados por sus heces.

En las personas los síntomas pueden ser desde una infección de las vías respiratorias con fiebre y tos que se supera con los cuidados adecuados, hasta neumonía grave, dificultad aguda para respirar, shock e incluso la muerte. No obstante, es necesario señalar que si bien existe la posibilidad de que esos virus produzcan infecciones en humanos, en general las infecciones con virus de influenza aviar son puntuales y cuando han ocurrido, estos virus no se han diseminado fácilmente de persona a persona.
Según la OMS, hasta el momento no se ha reportado transmisión humana de persona a persona causada por virus de influenza aviar A(H5N8), A(H5N2), o A(H5N1) ni en las Américas ni a nivel mundial.

En Uruguay, de acuerdo a los dos últimos comunicados emitidos a la ciudadanía por el gobierno, hasta el 24 de febrero se habían contabilizado 130 cisnes de cuello negro muertos por influenza aviar. En tanto, se suspendió el tránsito y la comercialización de las aves silvestres y de sus productos, en todo el territorio nacional; así como las ferias, remates, exposiciones y eventos vinculados a la especie aviar. Esto último ha sido una buena decisión –más allá de los perjuicios que pueda producir– dado que el 3 de marzo un nuevo comunicado de las autoridades dio cuenta de la muerte de numerosas aves de corral (70 gallinas y otras aves de traspatio) de un productor de San Gregorio de Polanco (Tacuarembó), confirmándose la presencia de Influenza Aviar H5 como causante de esos decesos.

Por su parte, el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Fernando Mattos, dijo que “el mensaje a la población es de tranquilidad, pero hay que tomar precauciones” porque hay un volumen importante de focos en Norteamérica y distintos países de Sudamérica y en esta época las aves vuelan de norte a sur.
En conclusión, si bien no se espera un impacto fuerte en la salud de seres humanos –que tampoco se descarta abiertamente–, la expansión de la enfermedad puede transformarse en un problema económico significativo y a no muy lejano plazo podrían requerirse estrategias que incluyan además de la vigilancia epidemiológica la vacunación de las aves, algo en lo que los países latinoamericanos se encuentran rezagados. Basta imaginar por ejemplo el duro golpe que podría producir en la vecina provincia argentina de Entre Ríos, donde muy cerca de Paysandú se produce gran parte de los pollos que se consumen en Buenos Aires y el centro del país.

De esta forma, la muerte de las aves de corral podría afectar fuertemente a la industria avícola, generar pérdidas a los productores y disminución de empleos pero también ocasionaría alza de precios en lo interno por la disminución de la producción de pollos y huevos, así como perjuicios al comercio internacional especialmente en países donde el consumo interno y la exportación de carne de pollo es relevante, como en el caso de Argentina donde precisamente es el octavo exportador mundial.

La gripe aviar no es un problema menor, ni un problema de aves silvestres exclusivamente. Requiere estrategias de prevención, vigilancia y comunicación de riesgos adecuada para tomar decisiones acertadas y disminuir eventuales perjuicios sanitarios y económicos tanto en el sector avícola nacional como otras esferas que podrían verse perjudicadas, como el turismo.