La espinosa convivencia en una coalición

El episodio de la renuncia de la ministra de Vivienda y Ordenamiento Territorial, Irene Moreira, a pedido del presidente Luis Lacalle Pou, implica mucho más que un recambio ministerial –al fin de cuenta los ministros son fusibles en un gobierno, por ser funcionarios de confianza del mandatario– por cuanto la exsecretaria de Estado pertenece a un partido que integra la coalición gobernante, y por añadidura, es la esposa del líder de Cabildo Abierto, general Guido Manini Ríos.

Esta particularidad precisamente explica en gran medida el impacto que causó en este partido la remoción de la ministra y por ende la firme perspectiva de que Cabildo Abierto abandonara la coalición, lo que finalmente no se concretó pese a que el líder del grupo y algunos de sus colaboradores estaban aparentemente en la postura de patear el tablero y seguir actuando en forma independiente en el Parlamento.

El punto es que además de aspectos políticos, el hecho de que la ministra cuestionada fuera la esposa del creador y líder indiscutido del grupo fue tomado prácticamente como una afrenta y un ataque directo hacia Cabildo Abierto, cuando de lo que se ha tratado en sí es de una actitud claramente cuestionable de la hoy cesante ministra, por adjudicar directamente viviendas como responsable de su cartera, cuando es evidente que las normas, la ética y un mínimo de cintura política lo prohíben y/o contraindican expresamente.

El sentido común indicaba que ante la contundencia de los hechos, mirado desde afuera la exsecretaria de Estado admitiera su equivocación, diera un paso al costado y evitara trasladar el peso de la decisión, con sus connotaciones emocionales y políticas a todo su partido y expresamente a su líder, que lo tomó como algo personal, metiéndose en una encerrona en la que también involucró al Poder Ejecutivo y al presidente, quien no tenía otra salida más que pedir su renuncia, teniendo en cuenta además que había actuado de esta forma en situaciones comparables en episodios que involucraron a sus colaboradores.

Tampoco fue criterioso el accionar de Manini, que trató de evitar un desenlace que se veía inevitable y analizó la permanencia o no en una asamblea partidaria en la que su postura quedó en minoría, ampliando por lo tanto una crisis que debió tratar de minimizar desde el primer momento, mientras por otro lado, por acuerdo dentro de la coalición, el ministerio seguía en la órbita de su partido, al punto que el sucesor de Moreira es Raúl Lozano, integrante de Cabildo Abierto.
La falta de cintura política y de evaluar las consecuencias en perspectiva que trasciende el factor personal, es sin dudas detonante y a la vez agravante de este episodio de naturaleza política, que todo indica no será superado en lo inmediato y mucho menos cuando se avecinan contiendas electorales en las que por lógica, cada partido tratará de marcar su perfil y distanciarse de aquello que no le conviene.
En entrevista con Montevideo Portal, Manini Ríos repasó hechos relacionados con la salida de su esposa del Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial (MVOT), y dijo que “mantengo lo que dije desde el primer día. Creo que fue una remoción injusta de la ministra, que no se le dio la oportunidad de demostrar, de defender con documentación; todo lo que podría haber hecho en caso de llegar a la instancia de la interpelación que ya estaba anunciada. Podría perfectamente haber demostrado con documentación lo que avala su proceder”.

Explicó que la documentación “es una resolución del ministerio que, en el ministerio, se entendió siempre que daba pie a hacer lo que ella hizo. No solo en esta administración, sino en las administraciones anteriores, en base a esa resolución se aplicaron este tipo de excepciones a las entregas de vivienda. Esa documentación la tuvo el presidente la noche del jueves. Es la misma documentación que exhibimos el viernes. No hay mucho para decir. Lo que había para decir lo dijimos el viernes en el comunicado de la Mesa Política del lunes”, y preguntado por el periodista, consideró que de lo que se trata es de “una especie de revancha por otros cuestionamientos que hizo Cabildo Abierto en el ámbito del gobierno. Pero claramente aquí la forma fulminante con la que se actuó con Irene Moreira no se actuó con nadie más”.

Sobre la posición el Frente Amplio, evaluó que “yo creo que todavía no nos perdonan que les hayamos sacado una cantidad de votos, que les significaron su derrota en el año 19. Aparte, no nos perdonan que nosotros cada vez, con más fuerza, estamos tratando de desenmascarar esa hipocresía cuando plantean soluciones que ni siquiera intentaron cuando estuvieron en el Gobierno durante 15 años con las mayorías”, pero a la vez cuestiona que “dentro de la coalición ha habido referentes que una y otra vez han salido bastante agresivos con Cabildo Abierto y en particular conmigo. Que yo falté a mi palabra, que yo hice esto, que yo hice lo otro. Hay escritos en columnas en medios de prensa que hablan del díscolo”.

Consideró a su vez que “ahora es tiempo de tratar de recomponer un relacionamiento necesario para poder, en este par de años, encontrar soluciones a muchos temas. Tenemos una instancia bastante importante como es la Rendición de Cuentas, y creemos que debemos tener el mejor relacionamiento posible”.
Naturalmente, influye el hecho de que “yo recibí no menos de 800 mensajes, de los cuales había unos cuantos por la ruptura, pero la gran mayoría era por continuar en la coalición. Lo que primó fue para qué nos eligió la gente. Pensamos que íbamos a defraudar a mucha más gente de la que nos iba a aplaudir. Los defraudados iban a ser muchos más. La esencia de la política es saber interpretar a la gente: la gente de uno y el resto de la gente. Entendemos que iba a ser un costo mucho mayor, en nuestro electorado y en el que intentamos captar, dejar a esta coalición sin las herramientas necesarias o por lo menos más debilitada. También entendemos que no era justo hacerlo por un tema puntual, para nosotros injusto, pero no deja de ser puntual”.

La incidencia de los electores en la decisión partidaria no es un tema menor, y por lo menos en este caso denota que ha permeado cual es el concepto en un país en el que no hay cultura de coalición, donde la coexistencia es difícil porque al mismo tiempo que se está en una coalición que conducen otros –en este caso el Partido Nacional, por ser el más votado– los otros partidos socios trabajan para poder asumir el liderazgo en siguiente elección, con un mayor caudal electoral, lo que solo se puede lograr si se marcan perfiles propios para hacer las cosas distintas o con una propuesta mejorada para obtener el respaldo popular.
Por lo tanto, el valor a preservar en la esencia del funcionamiento de una coalición de gobierno es el acuerdo para llevar adelante un programa con el máximo común denominador posible, por encima de episodios de rispidez que inevitablemente sobrevendrán, y cuidar que personalismos, recelos, protagonismos, no lleven a confundir el árbol con el bosque, y se pierda en un instante lo que siempre lleva tanto trabajo lograr.